lunes, 21 de junio de 2010

NUESTRO APOSTOL JOSE MARTI CON SU HIJO


OTRA VEZ ARMENGOL: “HACIA UNA CUBA DE MADRE Y SIN PADRE”
Por Andrés Pascual

“¿Acaso pensó alguien que nació en el barrio de Jesús María que estaba preparado para liderar una nación?” Así, más o menos, describió Andrés Reynaldo, “la coima” de Alejandro Armengol en el Nuevo Herald, la fe y la entrega de José Martí ante la independencia de Cuba. De eso hace rato y esa intención no es antiexilio; sino mas baja y peligrosa.

“Pacatería criolla” es el último disparo de Alejandro Armengol a través del Nuevo Herald contra Cuba, porque este individuo y Reynaldo no son “antiexilio”, son anticubanos, que es otra cosa, y la pretensión sospechosa que encubren debe ser la de ganar lectores anticubanos, mayormente de otras nacionalidades; mas algún que otro criollo disfrazado que también los hay.

Huelen a antiexilio: anti Pérez Roura, anti Ninoska, anti Ángel de Fana…pero apestan a anexionistas algunas variantes; en todas las otras, a odio mezquino, acomplejado y enfermizo contra Cuba.

Da la impresión de que Armengol se siente incómodo por ser cubano; los cubanos nos sentimos abochornados de que semejante “elementajo” haya nacido en la tierra del Mayor, al que ni reconoce ni respeta cada vez que se arriesga a escribir alguna barbaridad.

En su último ataque contra la nacionalidad, se recrea en “desmontar” lo que considera una historia sin fundamento acerca de los avances logrados por Cuba hasta 1958; pero para encubrir su objetivo, critica la función de la horda en su intención inversamente proporcional ante lo mismo. Como el narrador omnisciente en la narrativa, que lo sabe todo sin ser nadie, quiere optar por el comportamiento del observador “neutral”, que ni sufre ni padece por el país que pisotea que, lamentablemente, resulta el propio. Desde una colina extraña y fuera de los límites de la ciudadanía cubana, este individuo esgrime el látigo de la leyenda para cruzar azotes a diestra y siniestra, cuando debería autoflagelarse por semejante agresión a la identidad nacional.

Pero es ante la figura de Martí, de su obra literaria y política que se banquetea el plumífero: ni poeta, ni narrador, ni dramaturgo y con errores superiores en el artículo y el ensayo y, políticamente, punto menos que un principiante incapaz de radicalizarse sino a base de contradicciones; porque, según el, “se desprende de Madre América y Nuestra América”, ¿Se ha visto cosa igual?

Yo quiero que alguien me explique cuánto conoce este individuo de literatura, de lingüística, de gramática comparada, de redacción y composición…como para juzgar la obra de Martí en base a 3 en una escala de 1-10. A lo mejor le gustan Julián del Casal y Heredia, porque no de otra forma hubiera sometido la importancia del Apóstol a la zaga de estos otros poetas.

Yo no quiero entrar en detalles que minimicen la poesía del autor del Niágara, ni la de Casal; pero me resulta preocupante que hable así alguien que, por lo que se ve, es incapaz de entender la grandeza martiana a través de los trece poemas del Ismaelillo, si es que los leyó alguna vez; lo que sugiere que tampoco ha leído el Romancero Castellano que, si los leyó, no está en capacidad del análisis literario que la obra trascendental amerita.

José Martí fue precursor del Modernismo en la literatura latinoamericana con el libro de versos dedicado a su hijo, eso está comprobado y, para que no interfieran o creen malentendidos con la labor ante el movimiento de influencia francesa “personalidades oscuras y sucias” tal Armengol, el Ismaelillo se publicó 2 años antes que Azul, de Darío; pero para superar el complejo anticubano de estos señores del Herald, basta la palabra que el bardo nicaragüense utilizó cuando le presentaron al cubano: “MAESTRO”, o las que le dijo a quien le comunicó la noticia de la muerte en combate de nuestro Héroe Nacional: “Maestro, ¿Cómo has hecho esto? Desconociendo fatalmente que para Martí, por encima de la independencia de Cuba, no había fuerza ni divina, mucho menos la literatura, que fue un arma poderosa en función de su actividad patriótica, capaz de hacerlo abandonar su evangelio.

Cuando argumentos como la preocupación de Martí por el campo es tomada como símbolo en una cruzada contra su intención, no se está cuestionando al Apóstol, sino a Cuba. Como revisionista de gradería, Armengol pretende erigirse en el individuo que “desmartianizó” la historia cubana. A mi modo de ver, este tipo le pretende caer en gracia a algunos en el cubil de la Bahía; o, ¡Quién sabe dónde! que odian a muerte al cubano y a Cuba.

Como que Alejandro Armengol odia también a Cuba y al cubano y no es capaz de asumir ni el respeto solemne por el máximo héroe de nuestras luchas libertadoras; como que no puede entender la trascendencia de quién lo puso todo a disposición de la libertad y la independencia de su patria incluyendo su preciosa vida, porque el no debe ser capaz ni de intentar identificarse con semejante gesto, sería bueno dirigirse al director del periódico para que explique cómo se permite que, desde allí, se propagandice el odio taimado y encubierto contra lo cubano con el objetivo de crear un culto de seguidores que, al unírsele y enarbolar esas blasfemias como política racista, podrían perseguir actos algo más oscuros y peligrosos que un pasquín de campana de un político en una república bananera, como lo que acaba de escribir en el Nuevo Herald Alejandro Armengol., contra la obra de un Héroe de América.

Miami, FL., USA
06/21/2010

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