lunes, 21 de junio de 2010

EL MARTIR ORLANDO ZAPATA TAMAYO


LOS PELIGROS DE LA MEDIACION CATOLICA
Por Alberto Muller

La mediación reciente de la Iglesia Católica cubana ante el gobierno de Raúl Castro para frenar el acoso a las Damas de Blanco e interceder por los presos políticos cubanos, es definitivamente un hecho sin precedencia en más de medio siglo del régimen castrista, pero la misma interlocución mediadora conlleva peligros reales.


Nada en Cuba es fácil después de que en el país ha imperado el autoritarismo y el horror de torturas y encarcelamientos contra los ciudadanos que levanten su voz, de corrupción a todos los niveles del aparato administrativo del Estado, y de crímenes abusivos y sucios, como el cometido contra el preso político Orlando Zapata Tamayo.

El tejido social de la nación cubana sigue herido en sus cimientos más básicos, con una familia lamentablemente dividida por el estado opresor, pasando por la limitación de los valores más elementales de la fe religiosa y de la decencia pública, con una juventud decepcionada cuya mirada mayoritaria está fija en el exterior, hasta una desarticulación desastrosa y caótica de la economía del país.

Paradójico que la Iglesia Católica y su cuerpo vivo, que posiblemente sea la institución que más golpes contundentes haya recibido del régimen autoritario castrista en sus cinco décadas de existencia, sea hoy la institución que tenga que cumplir el rol de mediador entre el gobierno y la sociedad civil.

Lo más aconsejable en cualquier mediación es que las partes se sienten juntas a dirimir sus diferencias y conciliarlas con humildad en la mesa de negociación.

Pero puede darse el hecho, como en esta ocasión en Cuba, que la mediación por razones de prepotencia y soberbia de una de las partes, se desarrolla en el marco del tipo ‘ping-pong’, sin todos los actores sentados en la misma mesa y donde el interlocutor salta de un extremo a otro, como recadero confiable de las partes.

No debemos pasar por alto que la mediación actual de la Iglesia Católica en el tema de las Damas de Blanco y los prisioneros políticos tiene sus antecedentes en dos hechos muy puntuales y graves, que debemos precisar:

*El primero antecedente no tuvo respuesta del régimen castrista, y fueron las cinco notas y solicitudes de la Iglesia Católica para visitar al preso político en huelga de hambre, Orlando Zapata Tamayo. Lamentablemente Zapata murió en condiciones deplorables de tortura y abandono. Y el régimen desoyó los pedidos solidarios del catolicismo cubano.

Este asesinato de Zapata Tamayo conmovió la conciencia universal del mundo libre y provocó lo que podríamos denominar el fin de la impunidad del régimen castrista.

A partir de entonces, el régimen castrista se vio profundamente debilitado y fuertemente criticado por todo el espectro del escenario político internacional: izquierdas, derechas, verdes, democristianos, liberales y ciudadanos del mundo libre finalmente se percataron que el castrismo se apoya en mecanismos de terror policial.

*Por eso cuando ocurre el segundo antecedente de la mediación católica, que son los continuos actos deleznables de repudio contra las Damas de Blanco en la Iglesia de Santa Rita – recordemos que el último bandazo cobarde de las turbas oficialistas duró sietes horas – la Iglesia Católica solicitó una aclaración inmediata de los hechos y se produjo entonces la reunión entre el cardenal cubano Jaime Ortega Alamino y el gobernante Raúl Castro, que da inicio la mediación que analizamos.

A este antecedente ya se había sumado la huelga de hambre solidaria del licenciado Guillermo Fariñas, exigiendo la libertad de los presos políticos enfermos.

No podemos negar que algunos han visto con desconfianza la mediación católica, que sólo se explica por el logro de alcanzar objetivos morales superiores y por la maravillosa visión salvífica de la Iglesia que considera a los no creyentes, como parte de su Cuerpo Místico.

Por suerte, estos logros aunque pálidos y minúsculos para ciertos sectores, o primerizos para otros, ya son palpables con la libertad del preso político Ariel Sigler Amaya, el cese de los actos de repudio contra las Damas de Blanco en La Habana y el traslado de doce reclusos a sus provincias de origen.

El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, monseñor Emilio Aranguren, aclaró algunas críticas de exclusión por parte de sectores católicos, con el señalamiento de que los líderes de la Iglesia Católica no se sienten como los únicos para estar presente en este tipo de mediación.

Con la visita a Cuba del arzobispo Dominique Mamberti, para presidir la Semana Social Católica y celebrar los 75 años de las relaciones diplomáticas entre los estados de Cuba y la Santa Sede, el Vaticano insiste en estar presente para suavizar el escenario autoritario y sin libertades ciudadanas en Cuba, y no titubea en apoyar el papel mediador de la Iglesia católica cubana ante el Gobierno de Raúl Castro, cuyo objetivo inmediato es impulsar la liberación de los presos políticos, dando prioridad a los presos enfermos, y garantizar un trato humano a las Damas de Blanco.

La Iglesia Católica no debe olvidar en ningún momento que Cuba vive bajo un régimen opresor de larga duración y su misión mediadora debe ir encaminada a dar voz a los sin voz, libertad a los oprimidos y esperanzas para reducir la crispación en la población cubana, para que todo este evento mediador sirva de preámbulo a una reconciliación nacional y a una transición hacia la democracia en Cuba.

El amor lo puedo todo…

Miami, FL., USA
06/21/2010

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