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¿POR QUÉ, GLORIA Y EMILIO?
Por: Diego Trinidad, PHD.
A escasamente una semana de quizás la más exitosa manifestación en favor de la libertad de Cuba en más de 50 años, sin contenido político, donde todas las corrientes y facciones del exilio cubano, jóvenes y viejos, de antes y de ahora, de todas tonalidades, con opiniones y posiciones tan diferentes, se unieron como nunca antes, ¿por qué anuncian ahora una recepción para recaudar fondos por una causa que definitivamente, ni es justa, ni mucho menos favorece de ninguna manera a la libertad de Cuba? ¿Por qué manchar un gesto tan hermoso con un acto tan bochornoso?
Yo no puedo contestar estas preguntas, y francamente dudo que ustedes se dignen a hacerlo. La tentación para mí, que sí defiendo la libertad de Cuba ante todo, es enorme de calificar lo que planean hacer sin ofenderlos.
Decir la verdad y defender la justicia en este caso, no es fácil sin usar palabras muy severas. Ni puedo darles el beneficio de la duda. Aquí no hay duda alguna. Están abrazando a un hombre que admira secretamente a Fidel Castro y que está tratando por todos los medios de implementar una agenda ultra radical aquí en Estados Unidos, con medidas muy similares a las implantadas en Cuba en 1959. Un hombre que demoró casi dos semanas en condenar, y no muy enérgicamente, la barbarie cometida en Cuba contra las Damas en Blanco a quienes ustedes tan dignamente defendieron. Un hombre que no es amigo de Cuba, ni de su libertad, ni tampoco es amigo de ustedes. Solamente los quiere utilizar para luego descartarlos. No merece lo que planean hacer por él. No es justo ni es digno de ustedes.
Gloria y Emilio, ustedes crecieron y se formaron en el sur de la Florida, disfrutando de la libertad que existe en Estados Unidos. Pero siempre han mantenido su cubanía, con mucho orgullo y a mucha honra. Que yo sepa, nunca antes se han mezclado en la política nacional americana, ni siquiera se han inmiscuido mucho en la política local con excepción del caso de Elián González, cuando sobre todo Gloria defendió la causa del exilio cubano en televisión nacional. Fue casi la única que lo hizo, y la más famosa y conocida. No lo sé, pero sospecho que pagaron un precio alto por su apoyo a nuestra causa y a nuestra comunidad entre sus amigos de la farándula y el mundo del espectáculo.
Sin embargo, ya ustedes están tan bien establecidos no sólo en ese mundo, sino internacionalmente, que pueden darse el lujo de hacer prácticamente lo que quieran. De la misma manera, lo tienen todo en la vida, han logrado alcanzar un éxito indiscutible en todo lo que se han propuesto. Parecen tener una gran relación entre los dos y con sus hijos y son universalmente queridos y admirados en nuestra comunidad. Por eso es tan difícil aceptar lo que se proponen hacer, por eso es tan amargo y tan inexplicable lo que planean. Y por eso es imperdonable. Sobre todo en un momento que estamos peleando desesperadamente por el alma misma de este país.
Claro que cada cual tiene todo el derecho de apoyar a cualquier partido político o a cualquier candidato presidencial. También es un alto honor ser invitados a la Casa Blanca y ser considerados suficientemente importantes para “consultarlos” (pero si creen que sus opiniones valen para algo ante quienes nos gobiernan, nada han aprendido en lo que llevan viviendo en EE.UU.) y para buscar su apoyo. Pero nunca antes le habían brindado abiertamente su apoyo a ningún candidato nacional. Ni siquiera, que yo sepa, durante la campaña presidencial l del 2008, aún cuando el presidente vino a Miami invitado por la Fundación Nacional Cubano-Americana, en un día que esa otrora gran organización se cubrió de vergüenza. De manera que ¿por qué ahora, por qué a este hombre que es quien menos se lo merece? Hay cosas que simplemente no se hacen, que son inaceptables. Y ustedes no necesitan hacer esto. Entonces ¿por qué?
Recuerdo hace varios años, a días de haber sido aprobada la ley Helms-Burton, como resultado directo del asesinato de los aviadores de Hermanos al Rescate, se convocó una extraordinaria reunión de todos los grupos políticos en Miami. Creo que se le llamó al grupo Organización Sombrilla, porque cubría a todas las organizaciones en Miami. Yo asistí en mi capacidad como presidente de la Asociación de Tabacaleros en el Exilio y fue la primera vez que hablé públicamente (como nunca he sido miembro—ni soy—de ninguna organización, y como solo he asistido a dos actos públicos en casi 50 años de exilio, el de Elián González y ahora este hace unos días, no era mi costumbre hablar en público).
La reunión la presidió Ricardo Rafael Sardiña (junto a quien me tocó sentarme), quien sorprendentemente a los pocos minutos de comenzar la sesión propuso enviarle una carta al presidente Clinton felicitándolo por haber firmado la ley Helms-Burton. Fui el primero en pedir la palabra y les dije a todos que me parecía un grave error que esa organización nuestra, que nunca antes se había manifestado a favor de ningún otro presidente, lo hiciera ahora ante uno que no lo merecía de ninguna manera, y que no solo se había opuesto a la ley antes del derribo de los aviones de Hermanos al Rescate, sino que la firmó únicamente obligado por las circunstancias y por el Congreso republicano, que terminó codificando todas las medidas anti-castristas hasta entonces adoptadas y de esa manera, le quitó al presidente el control directo de la política hacia Cuba. Clinton, les dije, no es nuestro amigo.
Al contrario, no quiere la libertad de Cuba, sino un arreglo con la dictadura castrista. Que recuerde, solo Teobaldo Rosell, Gregorio Escagedo, Alberto Begueristain y mi primo Ricardo Solís Trinidad me apoyaron, pero de algo deben haber servido mis palabras ya que la propuesta de Sardiña no fue aprobada y nuestra organización no se manchó enviando la propuesta carta de felicitación a quien no era nuestro enemigo ni merecía nuestro agradecimiento por nada.
En este caso, sé muy bien que mi protesta ante lo que considero, para no ofenderlos, una gran equivocación de parte de los dos al brindar su apoyo y recibir en su propia casa a quien no solo es peor que Clinton para ayudarnos a conseguir la libertad de Cuba, sino que está tratando de destruir la libertad en su propio país, estos Estados Unidos de América donde todos vivimos, el último refugio de la libertad en el mundo, no servirá de nada. Ustedes seguirán adelante con la recepción que planean ofrecer al presidente y estoy seguro recaudarán mucho dinero para él. Y yo quizás no cuente con mucho apoyo en mi protesta.
Pero eso no importa. Nunca me ha importado defender la libertad y la justicia, aunque lo tenga que hacer yo solo. Y así lo hago ahora. Esto es una mancha para nuestra comunidad, para el Exilio Histórico, el cual hace solo días representaban tan honrosamente ustedes. Pero que conste, no he sido yo con mi solitaria protesta quien ha quebrantado la efímera unidad que tuvimos en nuestra comunidad por unos días. Fueron ustedes con ese sorpresivo y funesto anuncio de invitar al presidente a su casa. Así que solo me queda preguntar una vez más ¿por qué, Gloria y Emilio?