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jueves, 5 de agosto de 2010
FUMAR DAÑA SU SALUD, Y LA DE LOS QUE LO RODEAN
PROHIBIDO, PERO POSIBLE
Por Yoani Sánchez
El humo se me pega en el pelo, en la ropa y durante toda la noche llevaré olor a tabaco, aunque soy de esos adultos cubanos que nunca han fumado. El hombre de la mesa de al lado ha consumido caja y media de Hollywood en el breve tiempo que lleva aquí y usa una lata de cerveza vacía como cenicero. En la pared, una señal muestra un cigarro atravesado por una línea roja y el fondo blanco del cartel está manchado de nicotina. No hay remedio, soy una fumadora pasiva aunque desde 2005 en mi país se aprobó un decreto que debería protegerme los pulmones.
Pasé indemne de esa primera “cachada” de complicidad que los muchachos prueban -para demostrar cuánto han crecido- mientras están sentados en círculo. Sin embargo, el 32% de mis compatriotas se quedó enganchado a esa travesura juvenil y hoy gasta una buena parte de sus recursos personales en adquirir Criollos, Populares o H. Upmann. Se trata de una de las cifras más altas de la región, quizás equiparable con los elevados niveles de alcoholismo, estos últimos no declarados oficialmente. Aunque la mitad de los hogares de la Isla están expuestos al humo, en nuestra casa somos un ex fumador, un adolescente que no parece estar interesado todavía y esta servidora que le sumergía las cajetillas en agua a su padre para disuadirlo de dejar el vicio.
La resolución para resguardar a los que no fumamos es estricta y sumamente moderna, pero en la práctica apenas si llegó a funcionar un par de semanas. No conozco a nadie que haya sido multado por infringir la norma antitabaco en un lugar público o en el transporte urbano y cerca de las escuelas primarias y secundarias se siguen vendiendo diferentes marcas de cigarros. No obstante mi abstinencia, hace un par de meses me diagnosticaron un enfisema pulmonar y el médico me hizo un guiño mientras decía “¿Fumas, verdad?”. Tuve deseos de comprarme una docena del más fuerte de los tabacos, darme bocanadas prolongadas y lanzar el humo sobre el papel mojado de una ley que no se cumple, sobre quienes han hecho de estas regulaciones simple letra muerta. Pero no sé, presiento que si lo hiciera recibiría una de las pocas multas que se han emitido en estos cinco años.
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