domingo, 28 de noviembre de 2010

CHANDLER FUE EL 2DO COMISIONADO DE BEISBOL (1941-51). EN EL CARGO CUANDO SE CREO LA CONFEDERACION Y CUANDO CAYO EL MURO RACIAL. MIEMBRO DE COOPERSTOWN


MIENTRAS MAS LEJOS LO CUBANO MEJOR
Por Andrés Pascual

Yo no acabo de entender quién se beneficia con el Salón de la Fama del Béisbol Latino; no sé si es un canal de promoción y apoyo “non profit” para entidades privadas interesadas; o si es un asunto “estrictamente confidencial”, con un par de bolsas individuales abiertas a la espera de que caiga el “diezmo” del feligrés fanático, consagrado a la religión que muchos llaman béisbol. Esto son “decires”, no confirmaciones; pero…

Director, Roberto Weill; responsabilidad en asuntos de asesoría y otros enseres, Rafael Ávila, ambos cubanos; “corazón, hígado y riñón” de la entidad, República Dominicana; por lo tanto, también respirador artificial, porque ese empeño, a pesar del apoyo del Gran Timonel en el barco de la decadencia y los intereses personales del beisbol en general, Major League Baseball, por medio de la “cara fea” del Organismo, Bud Selig, está “prendido con alfileres”: ni ha despertado interés en el público regional como se debe ajeno a las fronteras del país sede, ni es un asunto de obligada incumbencia patriótica por el orgullo de tener un elegido allí; a fin de cuentas, ahí también se cumple al 100 % el onceno mandamiento de “no mezclarás el beisbol con la política” hasta que Chávez descabece, más temprano que tarde, la pelota profesional en Venezuela.

Para premiar al magnate del Béisbol Organizado de mayor cooperación con la contraparte latina, se creó un premio nombrado Tom Lasorda, personaje simpático, miembro de Cooperstown y mejor amigo del exilio cubano que de cualquiera en el área. A Lasorda he tenido la oportunidad de conocerlo, de hablar con él en algunas ocasiones. El zurdo, que una vez jugó para el Almendares y el Marianao en Cuba, transitó de pitcher mediocre a manager malo como estratega del juego cuyo mérito principal fue la motivación de los jugadores y esto, además de dirigir durante 20 años al club de la poderosa franquicia Dodgers, le trillaron el camino al Salón de la Fama.

Para el Tom Lasorda de esta edición se escogió a George Steinbrenner y yo me pregunto si esa selección no obedece más a una ceremonia luctuosa como premio post-morten del dueño de los Yanquis; porque nadie tiene a mano las actividades desarrolladas por todos los elementos vinculados al Beisbol Organizado por las que se puedan conocer las razones del galardón al Jefe en detrimento de otros. Claro, siempre existe la justificación de “queda el año próximo, y el otro…”

Si el nombre que exaltarán en febrero es absolutamente después de fallecido, ¿Cuál es la razón por la que ese premio no lleva el del Comisionado de Grandes Ligas que aprobó las relaciones del beisbol caribeño con el Beisbol Organizado a través de la Confederación, Happy Chandler, en el cargo también cuando se derrumbó la barrera racial? A fin de cuentas, tienen uno nombrado Buck Canel para prensa, radio y televisión.

Hay que aceptar que las relaciones de Cuba con el béisbol americano, que datan de finales del siglo antepasado, fueron el inicio de las relaciones del Caribe también; aunque se demoraran más para establecerlas y para colocar jugadores en este béisbol, porque se utilizaron el éxito cubano y la presencia cubana como puente de referencia. Sin embargo, parece que para alejar el fantasma que representa la Mayor de Las Antillas de cualquier nivel de importancia en lo que nadie puede negar, no se le puso Bobby Maduro tampoco, que fue un magnate del Béisbol Organizado por la vía del circuito Triple A, único hasta hoy, que le dio participación a un grupo notable de hispanos de otras nacionalidades; porque, como cubano, no puede rebasar la mácula que es su nacionalidad para los “padrecitos” de ese recinto.

Miami, FL., USA
11/28/2010

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