domingo, 28 de noviembre de 2010

WILLIAMS Y DIMAGGIO MIDEN BATE


LA TEMPORADA DE 1941 Y EL PREMIO AL JMV
Por Andrés Pascual

Investigar es saludable para los que escribimos sobre béisbol, porque nos ahorra una cantidad considerable de imprecisiones a la hora de comentar sobre hechos históricos: cualquier opinión a la ligera, sin indagación exhaustiva, tiene consecuencias en cuanto a credibilidad…

Por ejemplo, Babe Ruth logró un solo premio al Jugador Más Valioso y se lo otorgaron en la temporada de 1923, cuando produjo para .393, 41 jonrones y 131 carreras empujadas. En las únicas otras que recibió votos fue en la de 1931 (5) y en la de 1932 (6).

Y uno se pregunta, pero ¿Qué pasó con la de 1927 y el récord de 60 cuadrangulares? Sencillamente, que en aquel momento no se veía esa marca como algo estratosférico a partir de que el propio artillero había conectado 59 en 1921 y 54 en 1922, que repitió en 1925; entonces se tuvo en cuenta que valioso, en el sentido de lo más apreciado como jugador por lo que hizo para su equipo, estuviera o no en la Serie Mundial, no se llamó Babe Ruth.

Hay que entender que el asunto de los récordes se ajusta a mientras más años pasen y más relativamente inalcanzables para los bateadores o lanzadores se pongan los guarismos.

Es común escuchar o leer que a Ted Williams le “robaron” el MVP de 1941 porque ese año bateo .406 y con semejante promedio nadie debería ser despojado del galardón; sin embargo, lo ganó Joe Dimaggio, que bateo durante 56 juegos consecutivos de hit y su efectividad con corredores en posición anotadora en momentos decisivos superó el 70 %; además de que fildeó primores en la pradera central del Yanqui Estadio.

Pero, con respecto a Williams, en 1941 batear sobre cuatrocientos no era considerado un fenómeno como número personal: en 1930 Bill Terry, inicialista de los Gigantes, bateó .401 y en la década de los 20’s hubo varios bateadores que se montaron en el dificilísimo potro hasta dos veces, como Roger Hornsby, el camarero de los Cardenales-Ozesnos.

A Dimaggio le dieron el JMV por lo que representó para su club como joya súper apreciada que, además, implantó el que sí es el más difícil récord de bateo: conectar de hit consecutivamente durante 56 partidos. Ni se lo regalaron al Yanqui Clipper ni se lo robaron a Williams, sencillamente, se otorgó con justicia.

Voy a repetir algo: la validez de las marcas es decisiva por su importancia para el deporte en la medida en que pasen los años y más se aleje del alcance de los candidatos a emularlas anualmente en la arena o el estadio; en la medida que eleven a niveles de estratósfera el caudal de fantasías de la leyenda fanática.

Por si interesa este dato: Bill Terry no obtuvo votos para Jugador Más Valioso en 1930, último año de cuatrocientos en el Viejo Circuito, que hace 80 que ninguno de los bateadores que han actuado ahí lo ha podido reeditar.

Miami, FL., USA
11/28/2010

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