jueves, 31 de diciembre de 2009

MIAMI, UNA CIUDAD QUE SANGRA


Miami denota su arrogancia pueblerina, cuando ajena a cualquier impúdico comentario callejero se inclina a pensar y demostrar que su gente se distingue por ser increiblemente feliz. A este Miami , a su sol y su alegría le debo un especial agradecimiento pero, agradecer no significa dejar de reconocer que hay actitudes humanas que nos dejan insatisfechos.

Si la corrupción en nuestra ciudad se adhirió sin contemplación con sólidas raíces a los estratos más altos, también hizo sus estragos en los demás escalones haciendose estos partícipes de tal postura, delinquir se ha extendido como una norma de conducta que sorprende por su condición de actitud. Hay situaciones a nivel social que como ciudadanos nos definen pues nos hacen partícipes pasivos o activos y sus consecuencias deterioran las bases estructurales de una sociedad que intenta avanzar a puro golpe por entre las grietas dejadas por la crisis. Compañias poderosas obstentan una supremacía absoluta no ganada por el buen servicio sino por la falta de competidores, creando una tiranía tan ferrea que desalienta e inmoviliza a los buenos ciudadanos, apoderándose como aves rapaces de las últimas gotas del sustento familiar, prueba irrefutable de ellas es la FPL, cada vez más poderosa y menos social, con servicios que distan mucho de su poderío pero, demuestran que su desmesurada bulimia económica los harán más ricos. Construcciones innecesarias, gastos no pronosticados para soluciones no muy claras son siempre los motivos que defondan los bolsillos de la gran mayoría para irrefutablemente apoderarse de los últimos alientos de las delgadas carteras. Compitiendo con tal magnate eléctrico, también nos electrizan las elevadas tarifas de los seguros, un robo más elegante pues se justifica con las supuestas pérdidas por los imaginados problemas climáticos, mas con ese sexto sentido que a veces nacer donde la palabra no siempre dice lo que representa sino lo que esconde, uno pudiera concluir que tanta revolución con los cambios climáticos llevan una entrelíneas puramente ecónomica, más allá de la realidad no discutible. Los seguro que se autopresentan con límites y se ramifican más allá de lo posible, nos enrolan en su propaganda con la cual necesitaríamos un seguro de salud con variantes múltiples, un seguro de carro, un seguro de casa, un seguro de inquilino, un seguro de licencia de trabajo, un seguro de estar seguros que no estamos asegurados porque cuando llega el momento la batalla se hace agotadora y como parte del mecanismo muchos se detienen a mitad del camino, cayendo este dinero en el bolsillo equivocado.

Este asalto elegante, no es menos delito que el vulgar acto de un delincuente callejero, impúdico emisario de la desgracia de quien ha sido robado, porque esto no implica solamente la pérdida de lo llevado sino lo que supone recuperar los daños y el miedo que nos deja en los dias sucesivos. La policia tiene entre alguna de sus funciones velar por mermar el crimen en nuestras calles, y este trabajo se traduce en disminuir la delicuencia a todos los niveles, me sorprende que en casi la totalidad de los casos sea pobre la participación de un cuerpo que devenga sus salarios de la confianza que el ciudadano común pone en sus manos,me sorprende más que en multiples oportunidades vemos en una esquina a estos respetados señores con dos o tres de sus carros rodeando a un joven que pasó por debajo de una luz amarilla o tiene uno de sus focos fundidos, o quizás aceleró su carro cinco millas por encima de la velocidad requerida, no justifico, ni perdono los incumplimientos de la ley que cometemos todos a diario, pero considero innecesario tanto uso de la intimidación corporal, porque bien es sabido que a casi todos los ciudadanos nos paraliza el uniforme, me enerbo también cuando en una esquina de una concurrida avenida donde a menudo se suceden hechos delictivos que nadie es capaz de observar, por horas un policia se detiene a poner multas a quienes se parquean para tratar de contribuir a la sociedad, pidiendo un empleo. Injustificado y amargo es ver estos casos que nos desalientan, mucho más amargos si la multa viene acompañada de una grua que remolca el carro de estos ciudadanos deseperados y deseosos no por arrebatar lo ajeno sino por sudar sus horas en beneficio de todos. Esperemos y confiemos que el próximo año venga con cambios radicales, pongamos nuestras esperanzas en el afán de algunas campañas políticas que promueven la limpieza, en todos las direcciones, de la corrupción imperante.

Dejemos que el año Viejo se lleve en su morral la grandilocuencia y la prepotencia que la inmunidad delictiva lleva consigo para que el Nuevo año venga avanzando con pasos seguros, no dejemos de denuciar estos delitos que pudieran hacernos menospreciar la labor de quienes se arriesgan a cada momento por nuestra tranquilidad, y hacen que Miami sea una ciudad alegre y despreocupada aunque ocupada en salir adelante con pisadas firmes como caballo de raza, donde elegancia y ritmo siempre los destacan y para que no se detenga el impulso apoyemos con mirada ciudadana, elogiando lo bueno y criticando lo desagradable no para destruir sino para construir con bases sólidas y pensamiento futurista una comunidad comprometida.

Amelia M. Doval
12-31-09

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