jueves, 24 de diciembre de 2009

METROSEXUAL, UNA MODALIDAD QUE DEBE SER MODA


Bastaría hacer un recuento del cubano corriente para dejar traslucir la impecable manera de actuar de un hombre que gustaba del buen vestir, se acicalaba los domingos y el resto de la semana también. Recuerdo que mi abuelo, se cuidaba las manos minuciosamente, aun ciego no dejaba de pensar en su imagen externa, tanto cuidado por la belleza lo combinaba con una colonia impecablemente varonil que le hacía lucir en su combinación una hombría irresistible para las mujeres. Mi padre, un ejemplo de pulcritud extrema, cepilla sus uñas a diario y sus codos son muestra de cuidado, el pañuelo todavía lo acompaña. La elegancia desafió los más terribles momentos de la escasez en Cuba . Mi hermano, ´´mecaniqueba´´ su carracho antes de salir al hospital donde trabajaba como médico y luego lustraba sus uñas como si fuera limpiabotas, la bata debía ser blanca como coco y el pantalón extremadamente planchado, por supuesto perfume y pañuelo no se dejaban abandonados.Cinto y zapatos, si no combinaban por original fabricación un tinte real o inventado le ajustaban color.

Si esto queridos mios es ser metrosexual, mi familia está poblada de ellos, mis amigos se retuercen en el deleite de serlo y los cubanos en su mayoría diríamos que crearon esta especie. Cuando la cultura del abandono se adueñó de las calles, el hombre elegante se sintió despojado de sus más eficiente arma de conquista, pero no dejó de batallar y su poder se hizo notar, porque la miseria externa se tornó aburrida, buscamos donde estaba lo necesario para vivir sin tener que merodear como moscas sobre la basura. Este hombre elegante, cuidadoso y preocupado de su presencia, es por demás un dulce galán que a veces sustituye belleza personal por palabras que endulzan el oido de las mujeres. Su conquista es segura, su cuidado externo en casi la mayoría de los casos lo combina con un eficiente conocimiento del valor de conquistar con mañas.

Metrosexual, el nombre con que se les conoce ahora, quizás deja traslucir un poco la repulsiva costumbre de aceptar lo feo como hábito de vida, la cultura de lo desagradable que llevó a los jóvenes a mostrar parte de su ropa interior como bandera.

La chabacanería, lo odioso, y hasta la presencia de lo sucio, fueron en su momento una respuesta jovenil como prueba de romper con los cánones de épocas pasadas. Como propaganda estuvo acceptable, como patrón de vida deja mucho que decir pues le resta valor a las cosas simples de la vida. Mi madre siempre nos dice, con su irrefutable acento educativo, ¨´el hábito hace al monje¨´, enseñanza que nos quedó para siempre y que debería ser legado de muchos. Levanto la voz por esta nueva especie que se esfuerza en agradar y lucir bien, un punto a su favor para estos que son mejores hombres porque tienen el valor de enfrentarse y conquistar su espacio. Una vez más insisto eduquemos a nuestros hijos en el respeto y la constancia, la elegancia y la delicadeza, aprovechemos estas fiestas que se nos avecinan para en familia mostrarles que la belleza no es un lujo es una necesidad para que la existencia diaria se transforme en un regalo y no un despreciable encuentro.

Amelia M. Doval

12-24-09

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