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martes, 15 de febrero de 2011
UNA BODEGA CUBANA EN LA CUBA DE ANTES
LA BODEGA DE TOMAS EL CHINO
José M. Izquierdo
Antes de la Cuba de los Castros, en Cuba había una pequeña bodega en cada barrio, casi en cada esquina. Muchos de laboriosos asiáticos que llegaban a Cuba en busca de mejor vida. Allí me mandaban mis padres, con una pequeña lista de productos y algunas recomendaciones; Dile a Tomás que me lo apunte ¡ha!, que se acuerde de la ñapa. Era igual en la carnicería, dile al carnicero que me mande una falda, recuérdale que es para mí, él sabe cómo me gusta. Bodegueros, carniceros y todos los comerciantes, podían identificar por sus nombres a sus clientes, reconocer sus gustos y complacerlos con una amable sonrisa.
En Miami existen también los pequeños mercados de barrio, que son aplastados por las grandes cadenas de supermercados, monopolizan precios, productos, mercadeo. Pero les falta el calor humano del comerciante, la personificación del trato, ahora no importa quién tú eres. Aunque veas una sonriente cajera obligada a ser amable y gentil para conservar su posición, ella es una máquina más en todo el andamiaje frío y calculador de las grandes cadenas de supermercados.
Pero estos “Supermercados” han creado también los mecanismos perfectos para engañar a los consumidores conocidos como, “Los especiales” o “Cupones de descuentos”. Yo sé que Tomás el Chino, el carnicero y el lechero hacían sus pequeñas trampas con la mercancía. Quizás tenían una bascula alterada para quitarle una o media onza a la mercancía que despachaban o el lechero le hachaba un poco de agua a la leche, pero eso es insignificante comparado con lo que vemos hoy.
Las cadenas de supermercados han monopolizado todo, han impuesto sus reglas con formas engañosas de atraer al consumidor. Recientemente estuve de compras, comencé mi recorrido con unos cupones de descuentos, pensaba ahorrarme unos dólares, pero no fue así. Descubrí que los productos beneficiados por el descuento de un cupón, le habían aumentado el precio casi lo mismo que el descuento que se ofrecía. Ejemplo.
Experimenté con otra oferta, en otro mercado que ofrecía una bola de carne a un precio razonable, fui a comprarla. Pero para yo poder tener derecho a ese descuento, debía comprar al menos $10.00 en otros productos cárnicos que yo no necesitaba.
El sistema de libre mercado, se fundamenta en la ganancia, pero no en el engaño y el abuso al consumidor que no debe permitirse. Hay instituciones que se encargan de defender y proteger al consumidor de los excesos pero. ¿Dónde están? ¿Qué hacen? ¿Están ciegos y sordos? Cuánto extraño a la bodeguita de Tomás el Chino, me engañaban pero no tanto y al menos me iba contento.
Hialeah, FL., USA
josemizquierdo@hotmail.com
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