sábado, 26 de febrero de 2011

EL ALMA DEL DEPORTE AMATEUR TAL VEZ NO; PERO, LOS CUBANOS LUCHADORES POR LA LIBERTAD DE LA PATRIA, NUNCA LE AGRADECEREMOS LO SUFICIENTE


SAMARANCH, LAS TRASNACIONALES Y EL BEISBOL OLIMPICO
Por Andrés Pascual

Ningún Presidente del Comité Olímpico Internacional cambió tanto la esencia del olimpismo que el catalán Marqués Juan Antonio Samaranch.

El español fue elegido en 1980, bajo la difícil tormenta del boicot de Estados Unidos a los Juegos de Moscú por la invasión a Afganistán; su antecesor, el inglés Lord Killanin, se vio impotente ante otro boicot, el de los países africanos a Montreal-76 por la participación de Suráfrica y, como parte de su difícil periodo, Killanin debió lidiar con el ataque terrorista de Septiembre Negro a la delegación de lucha israelí en Munich-72.

Sin control antidopaje efectivo en Montreal-76, las nadadoras alemanas comunistas se desplazaron bajo el efecto de drogas para mejorar el rendimiento tal reales sirenas y, muchas, han pagado con sus vidas el uso indiscriminado de las sustancias utilizadas, o viven enfermas crónicas.

En 1984, la respuesta de los Países del Pacto de Varsovia más Cuba y Corea del Norte, por lo de Moscú consistió en bloquear a Los Ángeles.

Para no perder el hábito, luego de un entendimiento deportivo basado en el debilitamiento acelerado del bloque comunista, que propició que este acudiera a Seul-88, pues Cuba, esta vez en solidaridad con Corea comunista, mantuvo el bloqueo.

La posición castrocomunista impidió que varios de sus atletas obtuvieran medallas olímpicas, en su mejor momento, como Ana Fidelia Quirot y el boxeador Ángel Espinosa; sin embargo, aplaudieron e hicieron suya la política impuesta, que les sacó de la historia gloriosa del olimpismo internacional por evidentes motivos “políticos”.

Samaranch logró la sede olímpica para Barcelona en 1992, como el belga Henry de Baillet-Latour la de Munich en 1936; claro, solo por el cabildeo incesante.

La medida que comprometió el patrocinio de las transnacionales del consumo a los juegos olímpicos, fue del español; pero las firmas empresariales le exigirían el mejor atleta en el terreno en deportes con profesionalismo, menos el boxeo.

Tal vez pensando en que la aceptación del profesional de estado no tenía nada que ver con él; sino que fue aceptada como una medida de acercamiento de post-guerra por el suizo Johanes Sigfrid Edstrom (1942-1952) y por el americano Avery Brundage (1952-1972), Samaranch concedió la participación de profesionales en ciertos deportes, lo que hoy es rutinario.

La entrada del beisbol a los Juegos Olímpicos se produjo con el visto bueno de Samaranch y, el relativo fortalecimiento de este deporte, tuvo lugar cuando los profesionales salieron al terreno y nivelaron la competencia ante los profesionales de estado, de filosofía antiolímpica, de la Cuba castrista.

Samaranch le cedió la Presidencia al belga Jacques Rouge en el 2001 y se quedó como Presidente de Honor con carácter vitalicio.

A Rouge le tocó sacar al beisbol de los juegos, medida criticada hasta hoy por los países que tienen ese deporte como nacional o de alta demanda; pero, con base en el poco público que lo sigue en el mundo y al historial que se ha creado el profesionalismo beisbolero por asuntos de dopaje.

El mayor logro de Juan Antonio Samaranch con el olimpismo fue el de pisotear el legado de Pierre de Coubertin, al contaminar el aficionismo con el virus profesional que, si bien es una competencia mejor y más organizada, por tanto capaz de crear capital, no se afianza en la idea de la práctica deportiva por “amor al deporte” y esa será la diferencia entre amateur y profesional siempre.

Los cubanos luchadores porque Cuba sea recuperada por el mundo occidental democrático, sin embargo, le agradeceremos eternamente a este español haber contribuido a la debacle castrocomunista, poniendo los puntos sobre las “íes”, con su gestión, a que la dictadura perdiera uno de sus bastiones ideológicos: el juego de pelota.

Miami, FL., USA
02/26/2011

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