sábado, 29 de enero de 2011

PARA BATEAR MAS DE 800 JONRONES JOHN GIBSON HUBIERA NECESITADO 100 AÑOS DE ACUERDO A LA DURACION DE LOS CALENDARIOS DE LIGAS NEGRAS


LAS LIGAS NEGRAS, PITAGORAS Y LA ERA DIGITAL
Por Andrés Pascual

El mito es la exageración de la leyenda. A veces no obedece a lo anterior; sino al reflejo de habilidades individuales o de grupo que no están exentas de engaños folclóricos con tendencia a colocar en plano de héroes, casi fuera del alcance de la mano, a personajes de “carne y hueso”.

La leyenda de la velocidad de Cool Papa Bell la reforzó Satchel Paige con un comentario que siempre lo utilizan, incluso historiadores serios, de forma jocosa; pero, el paso del tiempo pudiera poner en fase de duda la manera como nació y, un día, en la distancia de quién sabe cuanto tiempo, alguien pudiera creer que “Cool Papa” apagaba una luz de su habitación y llegaba a la cama antes de completarse la oscuridad”. Estamos hablando de sectores sociales con tendencia fácil a lo fantástico como el negro, incluso el hispano, negro o no. La santería africana, adaptada al panteón caribeño y suramericano de gran demanda en Cuba, Haití, Brasil o Perú, contiene un 95 % de historias de héroes que no están enmarcados en los cánones humanos; sino en “lo real maravilloso” de la narrativa.

Dos investigadores de los números del beisbol, de las ligas negras y de lo digital pretenden incorporar al sitio baseballreferences.com, manejado mayormente por el SABR (siglas en ingles de la Sociedad Americana de Investigadores del Baseball) “los guarismos” de la pelota sepia y de la Liga Cubana de Beisbol Profesional de Invierno.

Scott Simkus, de 39 años, abogado de Carolina del Norte y a quien trato vía internet y Gary Ashwill, de 42 y editor de libros, se han combinado en un proyecto de 4 años para poner en el prestigioso sitio estadístico el circuito beisbolero negro americano desde 1900 hasta 1948. Lo primero que salta a la vista como dudoso es que cuatro años son muy pocos en la investigación de algo que, muchas veces, no existe en realidad, como los números de las Ligas Negras; aunque, según los dos historiadores, están utilizando “la creciente información disponible…” y, muy pronto, esperan concluir 8 temporadas de las ligas negras, con el período 1916-1922 incluido y el de 1904-1913 de la liga cubana. En el caso de Cuba, son de consideración especial lo que en la Isla se conoció como las Series Americanas, o enfrentamientos entre equipos norteamericanos de grandes ligas o selecciones hechas por peloteros para brindar espectáculo o en fases de training, desde antes de 1929, que incluyeron a Babe Ruth, a Ty Cobb, a Cristy Mathewson…

El caso cubano puede ser el mas fácil, porque, los libro en inglés de Jorge Figueredo, Cuban Profesional Baseball y Who is Who?, recogen toda la estadística disponible sobre la pelota profesional del país y, en especial, desde la primera década del siglo pasado, los enfrentamientos de los cubanos contra novenas de ligas mayores o contra todos estrellas.

Pero los historiadores de nueva edición proponen porcientos de exactitud, algunos increíbles: entre 97-98 para los campeonatos de bateo; 85 para carreras impulsadas u 85-90 para promedios de carreras limpias y yo dudo incluso de estas apreciaciones, de igual forma que se ha dudado siempre de la existencia de la mayoría de esos guarismos de ligas negras.

Con la gastada frase de “es por justicia histórica”, porque, dicen, “usted no puede encontrar los números de Gibson o de Paige como haría con los de Cobb y Ruth”, yo no sé la razón por la que me huele a revancha cualquier movimiento, a pesar de que le agradezco a Sinkus que me tenga fiabilidad en este orden de cosas, que se encubren en lo de “justicia histórica”

Yo creo que a la memoria histórica del beisbol negro se le hace justicia en este país, me arriesgo a decir que exagerada; ahora, no se les puede sacar, como se pretende, del aspecto humano para convertirlos en semidioses del juego, no, ¿Por qué? ¿Qué se pretende al decir a caja destemplada que Paige es el mejor pitcher de la historia o que Gibson bateó más de 800 jonrones, cuando en las ligas negras se jugaban menos de 70 juegos por año, a veces 40, en 17 temporadas de carrera? Lo que nadie sabe es de dónde aparecieron tantos, porque aunque a ese total le suman los que dio en Méjico, en Cuba, en Venezuela o en Dominicana, posiblemente la cantidad real sea inferior a la mitad; se comenta sin réplica de los colosales jonrones de este jugador que nadie vio; incluso, cuando se escribe sobre el pitcher cubano José de la Caridad Méndez, se habla de su gran curva, pero Luque le dijo a Eladio Secades para Bohemia en los 40’s que el Diamante Negro tenía buen control y excelente velocidad, pero apenas curva; sin embargo, repito, el público acepta esas fantasías sin rebelarse y los jugadores sepias de pre ligas negras (porque hay que hacer esa división, como la era de la bola muerta para las grandes ligas y para ellos mismos), tienen acceso al Salón de la Fama e integran el Comité de Veteranos con total autoridad, tanto que se ha filtrado que Orestes Miñoso no ha sido elegido por la gestión de voto negro en bloque en contra, porque el matancero no ha acusado a Estados Unidos como “criminales racistas” jamás, sino que le agradece la oportunidad de haber podido jugar y de vivir aquí, luego de perder su patria. Esos negros resentidos del beisbol americano consideran a Miñoso un Tío Tom de factura modrrna, lo que puede influir también contra Oliva. A Tiant, por sus relaciones con el Partido Demócrata y, en especial con John Kerry, tal vez le esperen resultados menos ingratos antes de concluir el ciclo.

Por mucho que se empuje, no creo que la intervención de Pitágoras arroje una capacidad estadística seria como para colocar a Gibson o a Hilton Smith en basebalreferences.com por encima de Greenberg, Dimaggio, Foxx o Lefty Grove. Nadie tiene razones suficientes, ni mínimas, para hacerlo; ese beisbol está en el mismo nivel que el beisbol cubano de ayer en cuanto a trascendencia para el Beisbol Organizado; todavía el cubano tuvo más importancia porque lo abasteció de jugadores antes de que los Dodgers y Branch Rickey derribaran el llamado muro racial.

El problema, de la forma como se está replanteando, hay que manejarlo con cuidado, no vaya a ser que cualquier día se aparezca algún congresista negro demócrata, un Imán o un “reverendo” y cuente cómo vieron a un individuo de raza negra inventar el juego en una plantación algodonera de Alabama y exija que la Librería del Congreso, en acápite histórico, incluya el descubrimiento como patrimonio exclusivo de ellos.

Miami, FL., USA
01/29/2011

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