sábado, 29 de enero de 2011

LA FPL AUMENTARA SUS TARIFAS OTRA VEZ


EL GOBIERNO TIENE UNA DEUDA CON NOSOTROS
Por Jorge J. Gastón

Millones dan hasta la vida por vivir en los Estados Unidos de América. País faro que alumbra hacia un destino pletórico de felicidad, abundancia y sobretodo de protección a los derechos civiles y humanos de todos sus habitantes, ya sean ciudadanos, residentes o en vías de serlo.

Sin embargo, después que llegamos, nos situamos y comenzamos a ser partes de la vida diaria del país, que sin lugar a dudas ofrece oportunidades como ninguno otro en el mundo, nos damos cuenta que al igual que el sol, con toda su brillantez, también tiene sus manchas, manchas que no esperábamos que existieran, al menos con tanta intensidad.

Sabemos que la perfección absoluta no existe y menos en la dirección política, social y administrativa de un país. Como disfrutamos de un pluralismo político y partidista, a veces pensamos que los problemas que padecemos es una cuestión transicional, dependiendo del partido que esté en el poder. Ya sea el conservador republicano o el liberal demócrata y todos sus matices.

Pero, no es así. En medio de nuestro diario esfuerzo por sobrevivir, fieles cumplidores de las leyes, pagando nuestros impuestos y luchando por hacer de nuestros hijos hombres y mujeres de bien, pasan cosas que nos hacen la vida un yogurt (expresión muy cubana que equivale a tragedia) tanto cuando tenemos a un Carter o un Johnson como cuando tenemos a un Bush o a un Obama.

Entrando en materia: ¿Quién nos protege cuando vemos los precios del combustible y la canasta alimenticia diaria en una loca escalada alcista e imparable; los seguros de salud, de las casas, los autos; los alquileres de las viviendas y en los cada vez más costosos estudios universitarios? Mientras, los ingresos permanecen estáticos y tenemos que hacer filigranas para poder atar cabos y cumplir con nuestras obligaciones. Al tiempo que el país presenta más de un 9% de desempleados.

Nuestro sistema económico diseñado por una Constitución como no hay otra en el mundo, establece el libre comportamiento de los precios de acuerdo con un mercado regido por la ley sagrada del capitalismo: la oferta y la demanda; cuando hay demanda los precios suben y a la inversa cuando no la hay, los precios bajan. Así de simple.

A estas alturas, y después de tantos golpes, estamos convencidos de que por muy práctico y correcto que parezca, eso no funciona, al menos para el ciudadano de a pié, el retirado, el de esa clase media casi en extinción....

A nadie se le ocurrió pensar que parejamente con ese inteligente sistema, instituido para beneficiar sólo a las poderosas industrias de productos y servicios, debieron crear algún tipo de protección al esforzado y honesto trabajador victima de esas locas fluctuaciones de precios que muchas veces han acabado creando crisis inflacionarias de las que el rico siempre ha salido más rico y el pobre, más pobre!

Por una parte, el salario mínimo de $7.25 la hora recientemente implantado cubre escasamente los gastos mínimos de los trabajadores. Para los retirados, después de una vida de luchas y sacrificios lo único que tienen para cubrir sus gastos es un escuálido retiro, que aumenta sólo en un dos o tres por ciento. Y por este año y los dos que vienen, ni siquiera ese pequeño aumento nos será concedido.
La prima del Medicare sube sin fallar todos los años. Amenazan con reducir los beneficios del Medicaid. .Los aprobados planes de salud siguen siendo una incógnita para muchos y de contra los enemigos de Obama ahora quieren derogarlo. Son millones los que carecen de seguros de salud por no poder pagarlos.

Lo de las compañías de seguros de casas es algo verdaderamente bochornoso. Simplemente deciden aumentar las primas basándose en una serie de cálculos de pérdidas e inexplicablemente las autoridades, indefectiblemente, las aprueban o peor aún, cuando deciden unilateralmente suspender la cobertura o negarse a aceptar nuevos clientes.

A la FPL acaban de aprobarle un aumento en las tarifas y la excusa que dan es el aumento en los precios del combustible. ¿Es que esa poderosísima empresa no tiene un fondo de reserva para cubrir situaciones como la que ellos plantean? ¿Es que siempre el consumidor, el humilde trabajador, el ciudadano de a pié es quien termina pagando los platos rotos?

Existen agencias, organismos oficiales y autoridades locales y estatales elegidas por nosotros para supuestamente proteger nuestros intereses, pero todo queda en una cuestión retórica y abstracta.

Hasta tanto las autoridades locales, estatales o federadas no se metan de lleno a salir en defensa del consumidor de una manera efectiva, o sea, controlando precios, fiscalizando los gastos reales de las grandes empresas cuando alegan pérdidas u otras excusas para aumentar las primas, o tarifas como las de energía eléctrica, el precio del combustible y otras de vital necesidad, no podremos sentirnos tranquilos y seguiremos haciendo filigranas económicas para hacerle frente a nuestras necesidades más elementales.

Para los que queremos y creemos en este gran país y la preciosa libertad que disfrutamos, no estamos de acuerdo cuando nos hablan de controles oficiales y coacciones al más mínimo de nuestros derechos constitucionales y de nuestra privacidad.

Pero, si por un lado disfrutamos de esas libertades maravillosas, no es menos cierto, que en lo que se refiere a la economía casera haciéndola más justa y llevadera, queda aún mucho por hacer. En ese aspecto, el sistema ha fallado. Y es el gobierno, a todos sus niveles, el que tiene esa deuda con nosotros.

jgastonsilva@yahoo.com

Miami, FL., USA
01/29/2011

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