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miércoles, 1 de diciembre de 2010
JUICED FUE PARA EL BEISBOL LO QUE LA FILTRACION DE WIKILEAKS HA SIDO PARA LA POLITICA EXTERIOR NORTEAMERICANA
JUICED, WIKILEAKS DEL BEISBOL ORGANIZADO
Por Andrés Pascual
A propósito del revuelo que ha causado el sitio wikileaks por la entrega a varios periódicos y revistas del mundo de una parte importante y comprometedora de la correspondencia diplomática entre embajadas de Estados Unidos con el Departamento de Estado, me pregunto si, en un año más o menos, correrá la suerte del libro Juiced, de José Canseco, del que nadie se acuerda, a pesar de que provocó la pálida investigación sobre esteroides que desembocó en algo que tampoco se tiene muy en cuenta: el Informe Mitchell, aun cuando Major League Baseball, de primera mano, informó que “no habilitaría investigación alguna”.
Juiced se presentó en el 2005 y gozó de la categoría de “best-seller” menos tiempo del que dura “un merengue a la puerta de un colegio”; pero logró el odio sostenido al personaje que cuenta la historia y la permanencia en niveles de rechazo como “libro negro” con la ayuda de la prensa, del Béisbol Organizado y de la fanaticada que siempre odió a Canseco.
Sin embargo, el libro es un elemento digno de considerársele el verdadero y único intento por salvar la moral del juego, específicamente, por uno de los mayores pecadores que no dijo mentiras, ni cuando enlistó a usuarios de químicos para alcanzar categoría sobrehumana, ni cuando se refirió al papel de Major League Baseball ante el asunto.
El “único soplón” popularmente considerado así, que no tiene a su lado como chivo expiatorio por la delación a Andy Pettitte, que ya se sabe a quién culpa Clemens directamente por su desgracia, además de inyectarse, es a Canseco… ¿Por qué?
El Informe Mitchell, un intento por dar la cara ante el problema sin utilidad ni efectividad, se presentó el 13 de diciembre del 2007, previa investigación por lotería de la muerte de los seleccionados para exámenes. El informito es tan cosa de juegos que hay 100 positivos, que han de ser los que faltan en el grupo que ayer conectaron la bola a 450 pies de distancia con frecuencia alarmante y en cantidades peor aún y, hoy, bajaron un poco su producción, lo mismo en cantidad de jonrones que en medidas exageradas de los estacazos. Tal vez usted piense en los que yo pienso…
Ahora, nadie puede pensar que las Grandes Ligas se van a vigilar a sí mismas con el fin de autodestruirse, lo que quiere decir que el rigor para implantar medidas de saneamiento no puede ser responsabilidad de sus oficinas; ni de las del J’ del Sindicato, así que todo este andamiaje que han construido es un fraude mayúsculo.
El único castigo posible lo tiene la prensa con no elegir nunca a Cooperstown a ningún jugador positivo que entre al ciclo de 15 años vía Asociación de Cronistas, con el Comité de Veteranos en la etapa siguiente que ejecute el descarte de cualquier nombre que haya sido comprobado y pase a ese nivel; no obstante, en cinco años más, posiblemente comenzarán a elegirlos sin ningún tipo de respeto por la memoria histórica; sin ningún señalamiento que especifique que a “fulano de tal” le ayudaron a conseguir artificialmente esos números estimulantes químicos prohibidos. Vamos a ver el porciento de votos de Palmeiro y Juan González en su primer año para sacar ciertas conclusiones; en el caso del cubano, tiene la mácula adicional permanente de señalar al jurado federal en televisión para decirles que nunca había usado esteroides; mientras, en las oficinas del periódico que se encarga de vocear esos nombres, ya estaba editada la noticia que lo desmentía absolutamente.
En el 2000 al boricua Ricky Bones le detectaron drogas en su bolso y el ex jugador dijo que eran “recetadas por el médico”, nada sucedió.
Mark McGwire quiso “demandar” a Canseco; Larussa le recomendó que no lo hiciera. El propio manager expresó que José decía que las usaba y él lo confundió con “una broma”.
Major League Baseball dijo hipócritamente que “no se abriría una investigación por el libro”; pero apareció el reporte Mitchell.
A Canseco lo amenazaron de muerte en su website, nunca se ha sabido quién.
En este problema no se tiene en cuenta lo que adecente, si no lo que parezca, que es otra cosa. Son muchas y variadas culpas de muchos y demasiado dinero en juego como para pensar que se va a matar “la gallina de los huevos de oro”.
Con esta experiencia, si Julián Assenge no tiene otro cohete preparado para dentro de 1 año, que se entregue, que en la prisión va a comer mejor que en la calle sin un quilo prieto y, posiblemente, con el problema que originó y wikileaks más olvidados que el nombre del limpiabotas de Napoleón.
Miami, FL., USA
12/01/2010
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