miércoles, 9 de junio de 2010

MIAMI, UNA CIUDAD SIN IGUAL


CUANDO SALGO A CAMINAR CADA MAÑANA
Por Tiberio Castellanos

Cuando salgo a caminar por la mañana, el aire es más fresco,
y también algo menos contaminado que a otras horas del día.

Los árboles parecen más verdes. Y hasta es posible que sus hojas luzcan todavía el brillo que puso sobre ellas el rocío de la noche.

El sol, aunque ya alumbra bien todo el paisaje, tiene aún hacia el Este su cara oculta entre árboles y edificios. Pero, precisamente en esa dirección, ya pueden saludarnos sus destellos.

Saludo y sonrío a aquel que pasa. Como si también saludara y sonriera al nuevo día. Y eso es, precisamente, lo que digo a ambos:
¡Muy buenos días!

Ahora, más que en otra época del año, los pajaritos, posados en los árboles y en el alambrado, chillan jubilosos. Y algunos se dan a esas piruetas o juegos propios de su época de apareamiento.

Me da una gran pena decirlo, pero un buen número de estas avecillas tienen pocos y feos colores (en mi memoria hoy los colores del Colibrí, la Calandria y el Pájaro Bobo).

Si, aquí en Miami hay también Bluebirds, que es un ave de un azul muy bello.
Y también un pájaro Carpintero, con su muy hermosa toca roja. Pero a ambos se les ve por aquí muy de vez en cuando. Las verdes Cotorras, tan alegremente ruidosas, siempre pasan de largo. Aunque a veces, y muy brevemente, con su alegre cotorreo, se detienen por aquí en algún árbol. Y algunas Garzas son visitas ocasionales en esta zona. Pero, aparte de Sinsontes, Gorriones y Palomas, lo que es más frecuente por aquí es ese pájaro feo que he mencionado. De todos modos es un gran gusto para mí sentir su alegre revoloteo en mi mañana.

Salgo... salgo a caminar... y esa es una decisión y un hecho por lo que doy gracias a Dios cada nuevo día. Y agradezco a Dios, al mismo tiempo, mi salud, y mi disciplina. Y, por qué no decirlo, mi coraje.

Hago una caminata de media hora, que termino trotando los últimos tres o cuatro minutos. No más que eso. Tan sólo los metros corridos en esos minutos, son suficientes, eso creo yo, para llevar oxígeno a pulmones, corazón y cerebro, según dicen los del movimiento "aerobic". Mi cuñado Fidias me recomienda no trotar. Por aquello de las pobres rodillas de los viejos. Y, razón no le falta a mi cuñado. Pero yo creo que por algún tiempo más puedo seguir trotando. Al menos, hasta los noventa. Eso espero.

Miami, FL., USA
06/10/2010

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