jueves, 16 de junio de 2011

EL CORAZON ES UN MUSCULO QUE DEBE EJERCITARSE A DIARIO


EL OLVIDADO BANDONEON
Por Tiberio Castellanos

Sí, a veces de tanto conocer las cosas nos olvidamos de ellas. Todos conocemos que Corazón y Pulmones son músculos y al mismo tiempo fuelles. Y sabemos hasta el olvido aquello de que "músculo que no se ejercita se atrofia".

Cada mañana, recuerdo, o me imagino, que ese aire que sale violentamente por mi nariz al final de mi trote, se ha paseado, airosamente, por mis pulmones, luego de arrastrarse o colarse violentamente, por las tuberías y distintos órganos, conectados con los pulmones, y creo que también con el corazón. Y ahora dicen que también, ese esfuerzo, alcanza al cerebro. Y yo no sé si llamarle a todo ese proceso oxigenación.

El regreso de ese aire viajero lo siento en mi nariz, cada mañana, Dios es grande, y siento también, al final de mi trote, un calor en mi cara y en mi pecho, que yo sé que proviene del esfuerzo que acaba de hacer el corazón, mandando sangre, por venas y arterias, renovando sangre, para que el cuerpo aguante el esfuerzo del trote. Y sí, que lo aguanta.

Claro, que esto tiene también sus más y sus menos. Conocemos el caso de nuestro ilustre humanista Pedro Henríquez Ureña quien un día corrió un poco para alcanzar el tren. Y lo alcanzó. Y dentro, un infarto lo mató allí sentado. Es que Don Pedro no hacía ese esfuerzo con frecuencia. Y lo más peligroso para un bandoneón olvidado, debo decir, un corazón descuidado, y mejor dicho, no ejercitado con frecuencia, es cualquier tipo de esfuerzo no acostumbrado. Sea éste físico o emocional.

Y, ahora está de moda lo aeróbico, el aerobismo. Y esto es muy viejo. Tienen los dominicanos en su folklore lo que llaman cantos de hacha. Aquí una estrofa de uno de ellos:

"Tan buen piquero (pausa para respirar) como era yo, (pausa para respirar) y ahora no puedo, (pausa para respirar) ni alzar la voz". Como puede verse, el canto sigue el ritmo del obrero que trabaja con el hacha, manejando su instrumento... y respirando. Ese es un aeróbico.

Mi abuela Bélica (se llamaba Isabel de Vargas) ordeñaba vacas en el traspatio de su casa, cada mañana. ¿Usted ha ordeñado vacas? El ordeñador se agacha junto a la ubre de la vaca, toma una teta y la va presionando de arriba a abajo, y sale la leche que va cayendo en un cubo. Cuando ha ordeñado las cuatro tetas de la vaca, usted se endereza y respira. Eso es un aeróbico. Mi abuelita tendría entonces largo más de 70 años.

Pero, por supuesto, no hay que ir tan lejos para saber qué es un aeróbico. Suba por la escalera de su edificio cinco o seis pisos, y allá arriba descanse y respire. Eso es un aeróbico.

Y pienso que usted descubrirá que hay muchos más aeróbicos a su alcance.

Y yo, con toda la humildad del mundo, me atrevo a decir, que si en su vida hay un aeróbico diario, usted no tendrá nunca un infarto.

Miami, FL., USA
06/16/2011

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