domingo, 20 de febrero de 2011

FIANZA DE UN MILLON DE DOLARES PARA EL FUMIGADOR JORGE BARAHONA


Recopilación de María Argelia Vizcaíno, con servicios de cables combinados.

www.mariaargeliavizcaino.com

Un exterminador de plagas del suroeste del condado Miami-Dade fue hallado el lunes a un lado de la carretera Interestatal 95, con su hijo adoptivo en el asiento delantero de su vehículo ambos inconscientes debido a vapores tóxicos. El fumigador confesó a la policía que colocó a su hija muerta en una bolsa plástica empapada de ácido en la cama de la camioneta y se dirigió al Condado de Palm Beach para cumplir sus planes de suicidarse.

Un exterminador de plagas del suroeste del condado Miami-Dade fue hallado el lunes a un lado de la carretera Interestatal 95, con su hijo adoptivo en el asiento delantero de su vehículo ambos inconscientes debido a vapores tóxicos. El fumigador confesó a la policía que colocó a su hija muerta en una bolsa plástica empapada de ácido en la cama de la camioneta y se dirigió al Condado de Palm Beach para cumplir sus planes de suicidarse.

El cuerpo sin vida que fue hallado por las autoridades el lunes 14 de febrero de 2011, dentro de una bolsa en la parte trasera de la camioneta de fumigación estacionada en la I-95 en el condado Palm Beach, pertenece a una niña de 10 años. El padre adoptivo y el hermano gemelo de la menor también estaban dentro del vehículo, inconscientes pero con vida.

El menor fue identificado como Víctor Doctor y la identidad de su hermana, la menor muerta era Nubia. Las autoridades confirman que el Departamento de Niños y Familias recibió una llamada 4 días antes del hallazgo, de una maestra de los menores indicando que a los niños los ataban de pies y manos con cinta adhesiva y que solo los liberaban para comer.

Jorge Barahona, que nació en Nicaragua el 21 de mayo de 1957, era el dueño junto a su esposa Carmen de un negocio de fumigación llamado Cj’s Pest Exterminator, Inc. localizado en su residencia del 11501 SW 47th Ter Miami, FL 33165.

La policía de la ciudad de West Palm Beach lo acusó primeramente de abuso infantil con agravantes. “Esperamos imponerle otros cargos”, afirmó el portavoz policial Chase Scott.

Fuentes afirmaron que el pequeño Víctor fue hospitalizado en el centro de traumas del Saint Mary Hospital de West Palm Beach, en estado crítico, para el miércoles trasladarlo al centro especial de quemados del Jackson Memorial Hospital de Miami, donde lucha por su vida por quemaduras con químicos en el cuerpo que los médicos se sentían confundidos ante la imposibilidad de identificar dichos productos.

El doctor Walter Lambert, que dirige el Equipo de Protección Infantil del estado en Miami, dijo que las quemaduras químicas en el cuerpo de Víctor estaban “progresando’’, y que los médicos estaban viendo señales de que los riñones del niños pueden estar fallando. Al comparecer el miércoles por la tarde ante una jueza de bienestar infantil, Lambert dijo que el niño estaba perdiendo y recuperando la conciencia alternativamente.

La policía también dijo que Barahona fue transportado al Columbia Hospital de West Palm Beach con lesiones leves y fue interrogado el martes por la noche.

El portavoz Scott declaró que las sustancias halladas en el cuerpo de Víctor son tan tóxicas que un policía que se acercó al niño fue afectado por dolores de cabeza y en el pecho. Hasta el momento las autoridades no saben exactamente qué sustancias había en la cabina de la camioneta.

Jorge Barahona, declaró a la policía que se había sentido tan “perturbado’’ por la muerte de Nubia, que había tratado de matarse cuando se sentó dentro de la camioneta en una cuneta pegada a la cerca con vegetación de la I-95, sin aclarar cómo, cuándo o dónde murió Nubia.

Supuestamente “le dio a Víctor un puñado de píldoras para dormir, y le dijo que se las tomara para que pudiera dormir’’, indica el reporte de la policía. Barahona le dijo a la policía que se echó gasolina sobre la cabeza y que se proponía prenderse fuego, pero que cambió de opinión porque la cabeza de Víctor estaba reposando sobre su regazo.

La policía de West Palm Beach agregó que los médicos descubrieron horrores adicionales al tratar a Víctor. Su cuerpo mostraba señales de heridas anteriores, incluyendo una clavícula y un brazo fracturados, escaras en los glúteos y cicatrices en el bajo vientre, y marcas de ataduras en ambas muñecas de algún tipo de cuerda o soga, además de las quemaduras recientes en sus muslos y estómago.

Barahona, después de dado de alta del hospital fue llevado a la cárcel del condado Palm Beach, pero al cierre de esta edición el jueves, estaba hospitalizado en el Wellington Regional Medical Center, al tratar por segunda vez de autolesionarse lanzándose contra un lavamanos al parecer con la intención de quedarse inconsciente para evitar ir esa mañana a la audiencia de acusación A pesar de que Barahona no estaba físicamente, se celebró dicha audiencia con un abogado defensor público, y el juez Ted Booras ordenó una fianza de 1 millón de dólares y una evaluación mental, por abusos con agravantes contra un menor de edad, porque consideraba que Barahona era un peligro tanto para sí mismo como para la comunidad y que podría tratar de escapar si quedaba en libertad.

Breve historia de las víctimas

Víctor y su hermana melliza Nubia fueron adoptados cuando los problemas de alcohol y drogas de su madre biológica la llevaron a una negligencia persistente. Fueron enviados a vivir con Jorge Barahona, de 53 años, y su esposa Carmen, de 60, que trabajaba con un pediatra, posteriormente los Barahona adoptaron a los mellizos, después que en la sala del tribunal de la jueza Valerie Manno-Schurr los dos niños dijeron en privado que querían que la pareja los adoptara.

Los Barahona parecían ser padres tradicionales que vivían en los suburbios de Miami. Tenían dos cachorros de dachshund, una cotorra y eran padres adoptivos desde hace una década.

Pero inexplicablemente antes de la adopción los Barahona fueron objeto de tres denuncias de abuso infantil al teléfono de emergencia, dijo Riordan, quien declinó especificar las alegaciones. Una fuente indicó que la niña iba a la escuela sucia y otro informe alegó que los dos niños tenían hematomas. Las denuncias no afectaron la adopción ni aplicaron ninguna medida contra los Barahona.

El matrimonio también tenía la custodia de otros dos niños adoptados al estado. Una niña de 7 años y un varón de entre 11 y 12, y muchas veces cuidaban a un nieto de 6 años en su casa.

El lunes, durante la hora pico del tráfico por la mañana, un rescatistas vial encontró a Barahona y a su hijo adoptivo en la camioneta, que tiene un letrero que dice CJ Pest y un número telefónico de Miami-Dade, junto a la I-95, entre Palm Beach Lakes Boulevard y la 45 St. de la ciudad de West Palm Beach.

Barahona estaba desplomado sobre el volante. El niño, Víctor, intentaba salir de la camioneta en medio de una convulsión y sufriendo de lo que parecía una quemadura de una sustancia química.

Las autoridades llamaron al DCF, que rápidamente se percató de que estaban investigando un reporte de hace cuatro días. Entonces despacharon investigadores a la casa de Barahona en Westchester, donde notaron que la hermana de Víctor no estaba por ninguna parte.

Aproximadamente a las 5 p.m. del lunes, equipos de manejo de sustancias tóxicas regresaron a la camioneta. Un empleado del Departamento de Protección Ambiental halló el cadáver de la niña en la cama de la camioneta. La policía dijo el martes por la noche que el cuerpo estaba parcialmente descompuesto e informó a los reporteros que la camioneta fue trasladada a un lugar donde el FBI la examinará.

El 10 de febrero, cuando se recibió la denuncia sobre Víctor y su hermana por parte de la maestra, los otros niños adoptados no fueron sacados de la casa, ni siquiera el lunes, después de notificarse esta tragedia, porque Carmen Barahona le dijo a los investigadores que ella y Jorge se habían separado y que ella tenía la custodia de los otros dos menores, no de Víctor y su hermana. Sin embargo, en un informe que se entregó después se sugirió que Carmen Barahona estaba “implicada’’ en la desaparición de Nubia. Se le dijo a un investigador que Carmen sabía el paradero de Jorge y los niños.

El DCF (Departament of Children and Familie) no investigó este caso como se debía

Los gemelos llamaron la atención del DCF en junio de 2010, cuando la línea directa de abuso de la agencia recibió un informe de que Nubia había estado portándose de una manera inapropiada que sugería que estaba experimentando dificultades en casa.

Según el informe, Nubia había estado sufriendo de un hambre “incontrolable’’ y había estado robando comida. La niña, descrita como “nerviosa’’ e “intranquila’’, había adelgazado mucho y estaba perdiendo el cabello.

Pero nada hicieron en el DCF al respecto. Era evidente que sus padres adoptivos no le daban alimentos, y que sufrían por lo abusos.

Aunque Nubia padecía una enfermedad no aclarada—algunas fuentes han dicho que la niña sufría de un problema hormonal— no hay ninguna documentación en el archivo de la niña donde constara que había sido vista por un médico debido a las observaciones que se hicieron en junio, dijo una fuente.

Fuentes familiarizadas con el caso no saben si el DCF tomó o no algún tipo de medida como respuesta al informe, que fue clasificado en el sistema computarizado de la agencia como un reporte de “condiciones especiales’’, a diferencia de un caso de abuso o de negligencia infantil. Por lo general, los reportes de condiciones especiales no conducen a que el menor se quite del cuidado y supervisión de sus padres.

Mal trabajo del Departamento de Niños y Familias (DCF)

La nieta de la pareja sospechosa de abuso infantil Alessandra Pérez, de seis años de edad, —que se quedaba con la pareja después de terminado el horario escolar— una vez en la casa de sus abuelos después de la escuela, vio a los dos niños adoptivos que vivían allí encerrados en un baño, y la cortina de la ducha pegada con cinta a las paredes para no dejarlos salir de la bañera.

Otras veces, vio a los niños obligados a estar de pie dentro de contenedores de basura.

A Alessandra se le dijo que mantuviera en secreto lo que había visto. Pero no pudo esconderlo por más tiempo al confesarlo a un terapista lo que vio, dio inicio a una investigación de bienestar infantil de corta duración.

La pequeña niña agregó a la terapeuta que quería abrir su “cochinito’’ para así poder tener dinero para rescatar a los dos mellizos.

Según las alegaciones, la abuela, Carmen, dijo que los presuntos abusos eran “un secreto de familia’’ que debía quedarse “nada más que entre nosotros’’.

Hasta el miércoles, dos días después de descubierto el cuerpo de Nubia y su hermanito herido, es que separaron a los otros dos hijos menores de la Sra. Barahona. El sistema de protección para nuestros niños tuvieron que esperar que la jueza de circuito Cindy Lederman ordenara legalmente que otros dos hijos adoptivos —una niña de 7 años y un niño de 11— fueran sacados formalmente del hogar de los Barahona y llevados a un centro terapéutico bajo custodia estatal.

La vagancia de una empleada contribuyó a la negligencia de las autoridades para evitar este crimen

La jueza interrogó a la investigadora del DCF Andrea Fleary, quien había sido asignada a estudiar informes de que Víctor y Nubia estaban siendo víctimas de abusos.

“¿Cómo es posible que usted reciba una llamada en la línea directa el 10 de febrero, y que la niña esté muerta el 14 de febrero?’’, preguntó Lederman.

Fleary dijo que cuando ella visitó la casa de los Barahona en West Miami-Dade, se le acercó el hijo de 11 años que sufre de autismo. Pero Carmen Barahona le dijo que el niño tenía “autismo severo’’ y no tenía nada importante qué decir.

Carmen Barahona le dijo al niño que fuera a jugar con su computadora, dijo Fleary.

Durante una visita posterior, dijo Fleary, el niño trató de nuevo de hablar con ella, pero Carmen “lo miró, le dijo que se callara, y él se fue de nuevo’’, dijo Fleary.

“¿No le pareció eso sospechoso, como que algo estaba pasando?’’, preguntó Lederman.

Fleary dijo que ella terminó su investigación abruptamente a eso de las 9 p.m. del viernes, porque “nosotros no investigamos los fines de semana’’, una afirmación que sus jefes negaron.

Esther Jacobo, la principal abogada de bienestar infantil de DCF en Miami, dijo a la jueza Lederman que la investigación se vio obstruida por la negativa de Carmen Barahona por no decir dónde estaban su esposo o los niños. Carmen Barahona ocultó a los niños y mintió a los investigadores, dijo Jacobo.

Después de la audiencia, Colyer y Riordan insistieron en que los investigadores continuaran la búsqueda de los gemelos durante el fin de semana.

Conclusión

Se precisa una investigación más a fondo del trabajo de los empleados y directores del DCF en Miami-Dade, ya que éste no es un caso aislado de lo mal que están laborando en dicho departamento desde hace años, de esta forma poder prevenir más víctimas inocentes. Esperamos que el peso de la ley se cumpla a cabalidad sin dilación y excesivos gastos de nuestros impuestos, haciendo justicia no solo contra los padres-sustitutos, sino con todos los responsables. En lo adelante todos los hogares sustitutos deben ser revisados minuciosamente porque se ha convertido en un negocio lucrativo.

Información recopilada del: Palm Beach Post; Palm Beach Sheriff Office; Radio Caracol; El Nuevo Herald.

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