domingo, 23 de enero de 2011

SIN REMOTAMENTE EL DINERO QUE SE HAN LLEVADO OTROS, RENTERIA HA SIDO GENUINO HEROE DE SERIE MUNDIAL DOS VECES


YA NADIE SABE COMO SE GANA EN GRANDES LIGAS
Por Andrés Pascual

Es muy difícil que una plantilla de astros, con billeteras repletas, caiga más abajo del segundo lugar en el balompié; en España, esas características las tienen Barcelona y Real Madrid; en Alemania, al Bayern Munich no lo despegan ni con candela “como al macao”; en Holanda, en Francia…dos por dos siempre es cuatro, como en la gran “matemática del bodeguero”.

Una sorpresa puede ser, pero “una y por un ojo”: la repetición del acontecimiento del club pobretón, que no tiene ni para pagar la lavandería de sus jugadores concluyendo al frente en la tabla de posiciones, no lo perdona el fanatismo extremista que desborda su pasión con heridos, incendios y hasta muerto en Europa.

El beisbol de Grandes Ligas se ha convertido en un espécimen raro como deporte en el que las “sorpresas” están a la orden día; a pesar de la supuesta línea divisoria e imaginaria, bien entendible por todo el mundo, que la dicta el monto financiero de cada club: los equipos de mercado grande y los de mercado pequeño son esperanza, decepción, sorpresa y titular desde diciembre hasta que concluyen los campos de entrenamiento: dinero y posibilidad; o pobreza y frustración, no hay otra alternativa. Sin embargo…

Hay un cachumbambé como designio de la pelota de hoy que se inició ayer, cuando se determinó expandir la pelota al Oeste del país: muchos clubes, poca clase, no por muchos; sino porque, esos pocos, si no tienen dinero, tampoco tendrán posibilidades de adquisiciones ni decentes en un mercado cada día más caro, con el agravante de que, si adivinan en el sorteo una figura de proyección estelar, ahí está, a los 5 años, el mercenario del beisbol o agente libre, que nace sin alma máter; porque ya ningún joven ve la pelota al estilo antiguo y romántico, que incluía el soñar jugar para los Yanquis, los Cardenales o el Detroit desde su infancia…Hoy, desde “la cuna”, el padre, la madre o el tutor no ven un logotipo de club, sino el signo de dólares frente al draft. Bueno o malo, de acuerdo a los tiempos, es lo que tenemos.

Ninguna temporada es exitosa para un club como los Yanquis si no se llevaron a su estadio el trofeo de campeones del Clásico de Octubre; aunque la prensa se empeñe en manipular la opinión fanática con: hace tantos años que están en postemporada. No, la única postemporada posible para clubes tan caros y que derrochan tanto es ganar la Serie Mundial, si no lo hacen; o, por lo menos, asisten, es un fracaso sonado. Porque clasificar, llegar segundo, es bueno para el mediocre o para el eléctrico que, en estos últimos 15 años, ha estado ahí como desestabilizadores del nivel de confianza y credibilidad de las grandes ligas de hoy.

Alex Rodríguez cuesta un club de pelota moderno y todo el Beisbol Organizado, incluyendo los circuitos menores y ambas ligas mayores, en 1949. Más allá del récord, de ser agradable al fanático que lo tiene solo por el casi morbo de “tenemos al mejor”, en blanco y negro, es un fracaso; porque no ha podido hacerse cargo de representar al club más grande de la historia con la responsabilidad, la influencia y la clase profesional decisiva que requiere el empeño. Y el pelotero que no ponga números mayores en asistencia a Series Mundiales, incluso en ganadas, por encima de sus propios guarismos en Nueva York, puede batear mil jonrones; pero nunca será un yanqui tradicional, competente y destacable al lado de los que sí lo hicieron y les pagaron una miseria.

Este año se colaron los Gigantes contra todo pronóstico, si bien tenían un gran pitcheo encabezado por uno de los tres mejores lanzadores de hoy, Lincecum, no es menos cierto que no tenían equipo ni para llegar ni para ganar la Serie Mundial.

Porque ocurrió con los Marlins 2 veces, como San Diego, que llegó una vez al Clásico aunque no ganó, este beisbol tiene un tono extraño que se lo da el dinero y contribuye a que se pierda el favoritismo prometedor pretemporada.

Cuando eso sucede, no se puede aceptar que el “equilibrio competitivo” justifique el problema; sencillamente, lo que se genera es un grado de decepción y frustración tan grande que, donde se refleja con mas exactitud, es en la perdida de sintonía televisiva que, anualmente, hunde más al pasatiempo en cuanto a aceptación masiva.

Miami, FL., USA
01/23/2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario