martes, 18 de enero de 2011

CADA PALABRA ESCRITA DE ELOGIO A MARQUETTI Y EL DESVERGONZADO JUEGO DE HOMENAJE ES UNA PROVOCACION AL EXILIO


NI HUMILDE, NI LEGENDARIO, NI GLORIA DE CUBA
Por Andrés Pascual

Por más que busqué la reseña del beneficio al Miliciano #40 del cuartel deportivo de Castro en el Nuevo Herald, cuyos cronistas demostraron un preocupante y exagerado desborde de simpatías por el “niño mimado” de Ramiro Valdés, no lo encontré.

En los últimos días se rompió el récord en la utilización de epítetos por los escritores del periódico en cuanto a exceso de “entusiasmo y fervor revolucionario” por el “babalao”, que jugaba la primera base sin la clase defensiva que han dicho algunos.

Sin embargo, hoy hubo mutis absoluto (veremos qué pasa mañana), sobre el resultado del juego que preparó otro que bien baila, Omar Claro. Pudiera ser que alguien razonable haya analizado lo bochornoso (y peligroso), la magnitud real del hecho, imponiendo la razón y el orden al desenfreno apasionado. Todo lo que dije no es más que el peligroso y temido “entredicho” del periodismo; pero…

Que a un juego en “homenaje” a Agustín Marquetti inviten y asistan Escobar o el Duque, bien; el primero no salió de Cuba sino a jugar pelota. Que yo sepa, jamás ha contribuido en algo o con algo a la lucha contra la dictadura. El hermano de Liván, que también vino a jugar beisbol; aunque parezca lo contrario, no ha podido sacudirse el polvo del camino y nunca lo hará.

Lo lamentable fue que entre los invitados contaban con Jackie Hernández y con Paulino Casanova, buenas personas, decentes; pero que forman parte del grupo de ex jugadores profesionales cubanos que piensan como Escobar y cía, que, si un día están reunidos en el Versalles, con la más absoluta discreción, pudieran hablar alguna bobería contra la tiranía, pero, por regla general, son apáticos y sobreprotectores de sus conductas.

Hace algún tiempo, buscando material para hacer una crónica sobre los Cubans, contacté por teléfono a Borrego Álvarez, que también es una persona excelente. Quería que me respondiera una pregunta inocente, sin política y lo rechazó con “…no, porque en diciembre voy a Cuba y me puede hacer daño…” ¿Cómo se llama semejante posición? Falta de lo que usted sabe y yo no voy a escribir, tanto que ni algo sin argumentos políticos quiso responder. ¿Hizo bien? Puede que sí, para él, para otros y a su modo. Al mío y al de muchos más, no.

Por cierto, Borrego Álvarez metió el último gran jonrón que deberían recordar todos los cubanos como de factura patriótica, al desaparecerle la bola al entonces big leaguer Humberto Robinson en el Istmo para dejar al campo, en el final del noveno, a Panamá 6-4, que llegó hasta ese inning con ventaja 4-2, en la Serie del Caribe # 12 de la primera etapa, ganada por los Sureños de Guille Alonso y Cucho Rodríguez en representación real y genuina de Cuba.

Un día debería proscribirse en Cuba el jonrón de Marquetti contra Estados Unidos en Nicaragua, porque no fue defendiendo los colores del país, sino de la ideología castrocomunista. Igual que la victoria de relevo de Vinent en ese juego y cualesquiera otros jugadores y otras victorias.

Patriótico fue el pitcheo de Camilo Pascual en su despedida de las Series del Caribe en 1960, en uniforme del Cienfuegos, al dejar al Caguas en un hit y cero carreras con solo 88 envíos, 65 de ellos strikes, que le puso el récord, inigualable hasta hoy, en 6-0 en ese tipo de evento.

Lo que hubo con la fanfarria por Marquetti en estos días fue una falta de respeto aberrante: ni es legendario, porque no le dio la gana de probarse en el profesionalismo, prefirió una pelota floja, compañera y corrupta, en la cual se brilla con el menor esfuerzo posible; ni fue nunca humilde desde su posición de elemento del MININT; ni, mucho menos, querido por un pueblo que está dividido a la fuerza por culpa de los que él siempre tuvo como suyos, ideológica, emocional y materialmente.

Quién sabe si algunos de estos individuos de la prensa que trataron de imponer a Marquetti aquí como una figura popular, querida y merecedora del agasajo impropio, no se equivocaron; sino hicieron lo convenido con quién sabe quiénes: PROVOCAR OTRA VEZ AL EXILIO.

Miami, FL., USA
01/18/2011

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