domingo, 24 de octubre de 2010

CASTRO Y LOS PELOTEROS, ¿UNICO ESTIMULO EL DEDO ACUSADOR O EL ABRAZO DE LA BESTIA?


CUANDO UN SEGUNDO LUGAR MÀS QUE MALO ES PELIGROSO
Por Andrés Pascual

“El nombre del juego es ganar”, ¿Es realista, juiciosa y justa la frase? Depende del club, en cuanto al béisbol, que se refiera.

La sentencia la acuñó George Steimbrenner para definir e imponer su posición ante los resultados de los Yanquis de Nueva York cada vez que la novena ha decepcionado a todo el mundo con rutina más que alarmante, peligrosa, durante los últimos 38 años bajo su control.

Y es que por ciertas y conocidas circunstancias, si hay un equipo para el que no existe otra celebración en Grandes Ligas que no sea llevarse a sus oficinas el trofeo de campeón de la Serie Mundial, son los inquilinos del Bronx, por las inversiones salvajes que lo identifican, tan altas que mantienen como welfare contribuyente a franquicias de presupuesto más que bajo ridículos como los Marlins, a través de multas por exceder el tope; los Yanquis de Nueva York no pueden considerar bueno ningún lugar que no sea el primero; asi lo ve todo el mundo y, con incidencia permante, su emperador, Mr. George Steimbrenner…Imagine unos Yanquis derrotados en playoff, eliminados sin poder asistir a esos; o perdiendo la Serie Mundial con una plantilla en la que no cabe un dólar más…Sí, para los Yanquis, sobre todo de la era de The Boss y en específico estos, el nombre del juego tiene que ser, obligatoriamente, ganar.

Cuba acaba de perder un campeonato amateur de esos en que acostumbraba imponerse de forma casi sempiterna. No vamos a confundir sacrílegamente a esos jugadores de Castro con los Yanquis, no existe el mínimo punto de comparación.

Pero, como que desde 1969 hicieron casi un vicio de la victoria sin oposición y sobre esa base construyó el gobierno de Castro su castillo de mentiras, suficientemente frágil como para caer ante cualquier oposición medianamente aceptable; pues todo los cubanos que se han dejado influir, dejando olvidado el razonamiento propio ante el hecho, creyeron que primero se caía el cielo antes que el equipo castrista pudiera perder. Nadie se detuvo a pensar que el cambio en los tiempos pondría al COI a los pies de las transnacionales del consumo y la exigencia primordial fue “que vengan los profesionales”, ¿Por qué? Porque todo el mundo sabe que el verdadero espectáculo deportivo, de clase y de brillo, solo lo pueden brindar los profesionales, aunque no sean los mejores del mundo por especialidad…

Todavía, para hundir más las esperanzas de continuar con la cantaleta de que el castrista es el mejor béisbol del mundo, pasaron de milagro el primer round cuando debieron ser eliminados en el mal llamado Primer Clásico: con Panamá como homeclub, con bases llenas en el noveno y después, el mediocre Rubén Rivera salió corriendo ante un par de lanzamientos increíblemente mal pitcheados demasiado adentro y la bola pasó, en vez de dejarse golpear con cualquiera de ellos, lo que habría concluido el trabajo a favor de Panamá y Cuba en plano de no haber pasado la primera ronda. El resultado fue la eliminación de los itsmeños y el equipo del tirano presente en una indebida discusión del primer lugar. Pero se han producido una serie de fracasos del equipo castrista en los últimos años que alarman…a sus incondicionales allá y aquí.

Steimbrenner no le llega a Castro ni a los talones en cuanto a ningún tipo de decisión sobre los peloteros de los clubes de quienes son propietarios: el tirano cubano tiene poder sobre la vida y la muerte de sus súbditos; decide el destino de cualquiera en el país en base a la consideración “no persona”.

Porque puede hacerlo como dueño absoluto del erario, ha invertido bastante dinero en mantener un equipo de pelota para una categoría de ninguna clase ni trascendencia: los amateurs; pero ha convertido a sus peloteros en esclavos, sin decisiones personales y a tiempo completo como jugadores de pelota, resultando en la vieja categoría heredada del grupo de países ex miembros del desaparecido Pacto de Varsovia conocida como “profesionales de estado”, porque solo juegan pelota sin pertenecer a una plantilla salarial que lo justifique materialmente.

Ahora, la dictadura cubana no se imaginó que los profesionales asaltarían el olimpismo y sí sabía que más nunca estarían ni en igualdad de condiciones con ningún país que incluyera profesionales aun de ligas menores; lo sabían, siempre lo han sabido; o, ¿Es que ese pasado desaparecido a la fuerza no tenía como único objetivo evitar conclusiones sobre la inferioridad de su béisbol con el de antes de 1961?…pero el fanático cubano, para continuar la confusión, porque no le han dicho la verdad durante 47, se dejaba engatusar con aquello de: “la mejor pelota del mundo” y la mayoría, increíblemente hipnotizados por el graznido de un aura, lo creyeron y lo repitieron y, lo peor, lo defendieron aun aquí.

Ahora hay un gran problema, ya no se podrá ganar más y, cada día, habrá menos peloteros y menos público en los medio vacíos estadios del país, ¿Lo sabría la dictadura? Desde el primer día, que esa ha sido la polìtica contra la pelota una vez que no es útil como arma de penetración ridícula e ineficiente ideológicamente: debilitarla, reducir los calendarios de juegos y liquidarla, ¿Para que sirve un deporte que ya convirtió al sistema en un hazmerreír? ¡Qué a nadie se le ocurra pensar que esa es una actividad pensada para el disfrute popular allá!, No, eso tuvo un objetivo político bien definido y, si ya no sirve para eso, pues no sirve para nada…

Todavía algunos por aquí defienden el segundo lugar en un torneo de ninguna clase ni trascendencia como buscando en el fondo de un abismo un poco de apoyo moral. No he leído un solo material escrito en Cuba referido a considerar buena esa posición; porque, con lo que se invierte allá en pelota; con el hecho de pagarles salarios ridículos como empleados imaginarios de otros más imaginarios empleos paralelos solo para que jueguen por intereses ajenos y decadentes a sus jugadores, ningún lugar, como no sea el primero, es aceptable y eso lo saben Castro, su hermano y su hijo…hasta el gato Pancho, si es justo, lo sabe.

Entonces, a nadie le quedó mejor la frase que inventó Steimbrenner para los Yanquis que al equipo de pelota castrista, para los que, de verdad, “el nombre del juego sí tiene que ser ganar”; o hay problemas gordos. Sobre todo para el pasatiempo.

A esta alturas ningún plumífero acaba de decir la verdad: “No es la mejor del mundo; acaso ni la sexta…” y con la desvergüenza de siempre, “maten al director, al comisionado, a 4 jugadores y a la CIA en pleno”, pero nunca a los que realmente hay que quitar del medio, no solo por el bien de la pelota.

Miami, FL., USA
10/24/2010

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