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sábado, 10 de julio de 2010
GUILLERMO FARIÑAS (FOTO DE ARCHIVO)
FARIÑAS AL NOBEL DE LA PAZ
Por Alberto Muller
Si algún triunfador existe, por supuesto a costa de poner su vida en peligro de muerte para siempre, en esta puja heroica contra el despotismo del régimen comunista cubano por la liberación de los presos políticos enfermos, se llama Guillermo Fariñas.
Nada podrá ser igual en Cuba después que la tríada de Orlando Zapata Tamayo, que ofrendara su vida exigiendo respeto a los derecho humanos, las Damas de Blanco, que resistieron humildemente y con estoicismo singular las arremetidas salvajes de las turbas castristas, y el licenciado Guillermo Fariñas, que puso su vida muy cerca de la muerte en solidaridad humana maravillosa a favor de los presos políticos enfermos.
Los tres elementos de esta tríada humana se merecen ser nominados para el Nobel de la Paz, porque el sacrificio pacífico que ejercieron juntos ante la arrogancia y la terquedad de un autoritarismo enfermo de soberbia, como el que personifica el régimen castrista, ya está grabado en la historia cubano con trazos de mucha dignidad.
Guillermo Fariñas acaba de abandonar su huelga de hambre de 135 días de ayuno ante la anunciada liberación por la Iglesia Católica Cubana de los 52 presos políticos cubanos que permanecían injustamente en las cárceles cubanas desde la redada de la Primavera Negra del 2003.
En esta puja de Fariñas contra el régimen castrista, no cabe duda que el gobierno de Raúl Castro ha mostrado todas sus contradicciones y debilidades.
Algunos observadores del quehacer cubano consideran que la liberación de los presos políticos y la huelga de Fariñas abren en la historia cubana un punto de no retorno a la impunidad con que el castrismo manejo sus atropellos durante cinco décadas.
Esto no quiere decir que el régimen cese en sus latigazos contra la disidencia pacífica, porque todavía quedan látigos en manos de los esbirros de la dictadura.
Pero el hecho sí significa que con el fin de la impunidad, ahora cualquier atropello en la isla quedará inmediatamente al conocimiento de todos, por la fuerza informática desde Cuba de Twitter, Facebook, YouTube y el resto de la blogs de los bloggers cubanos.
Los cinco presos políticos que encabezan la liberación de los 52, de acuerdo al anuncio de la Iglesia Católica, son Antonio Villarreal Acosta, Lester González Pentón, Luís Milián Fernández, José Luís García Paneque y Pablo Pacheco Ávila.
Resulta esperanzador y significativo que fue el propio cardenal Jaime Ortega en persona quien les llamó a prisión para comunicarles que serían liberados en las próximas horas y que podrían salir hacia España junto a sus familias, si lo deseaban.
El Arzobispado de La Habana también informó el nombre de los seis presos políticos que serán trasladados a centros penitenciarios de sus provincias de residencia, como parte de los gestos humanitarios concedidos por el régimen a la Iglesia Católica.
Estos son: Nelson Molinet, que cumplía su sanción en la prisión de Pinar del Río y ahora será trasladado a Ciudad de La Habana; Claro Sánchez Altarriba (de Camagüey a Santiago de Cuba); José Daniel Ferrer García (de Las Tunas a Santiago de Cuba) y Marcelo Manuel Cano Rodríguez (de Cienfuegos a Ciudad de La Habana); además, Ángel Juan Moya Acosta (de La Habana a Matanzas) y Luis Enrique Ferrer García (de Santiago de Cuba a Las Tunas).
En una declaración, para algunos atrevida, el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se mostró convencido, tras su entrevista con el presidente Raúl Casto y el cardenal Jaime Ortega, de que en los próximos tres o cuatro meses quedará “definitivamente zanjado el problema de los prisioneros de conciencia”. Es decir, que “no sólo serán liberados los 52, sino todos los presos políticos”.
La última cifra facilitada por Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, da como resultado que existen 167 presos políticos en cárceles cubanas.
E Arzobispado de La Habana aclaró que los presos políticos liberados “podrán salir” del país, pero que no están obligados a hacerlo.
Con independencia de los detalles finales de las liberaciones de presos políticos y de la presencia de la Iglesia Católica en la mediación con el gobierno de Raúl Castro, no sería una mala idea proponer a Orlando Zapata Tamayo, las Damas de Blanco y Guillermo Fariñas para el Nobel de la Paz.
Los tres son merecedores del galardón por la paz.
Miami, FL., USA
07/10/2010
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