jueves, 15 de abril de 2010

AÑORANZAS DE MI CUBA


MIS DOS CUBAS
Por: Fernando J. Milanés MD

Todo empezó, con las epístolas de Carlos Alberto Montaner y Silvio Rodríguez. Donde muchos ven una esperanza, otros ven un engaño y desilusión. Porque, me pregunto, me siento de acuerdo con todos? Porque yo tengo dos Cubas. La que viví y la de ahora. Pasé un tercio de mi vida en un país precioso, que conocí desde el bellísimo pueblo de San Juan y Martínez en Pinar del Rio, hasta la indomable provincia de mis antepasados, Oriente. Viñales, Varadero, Yumirí, las cuevas de Bellamar, Mayahigua, los tinajones de Camagüey, y mi Habana donde gocé de vida de clubs, cabarets como Montmatre, San Souci, y el inolvidable Tropicana. Algunas responsabilidades, mayormente en estudios, se mezclaban con los carnavales, Nochebuena, la familia llena de cariño y unidad, los amigos y amigas, los amores y desengaños...

Todo se perdió. Traté primero con las armas, después con las palabras, pero fue en balde. Mi vida pasada se convirtió en la presente. Un país extraño se convirtió en mío, de mi esposa e hijos. Tengo el doble de años aquí, que allá. Mis antiguas realidades se convirtieron en recuerdos, mi presente me confrontó con realidades nuevas. Mi Cuba desapareció, y se convirtió en otra. Como comparar. Mi Cuba antigua, mezcla de vivencias y fantasía se transformó en mi mente, en un paraíso donde rigen solamente las imágenes bellas y con el tiempo desaparecieron la pobreza, el racismo, los políticos corruptos, el gansterismo, las cárceles y las víctimas, donde no existía el calor, ni los mosquitos, y jejenes, la suciedad, ni nada que pudiera ser negativo.

Mi segunda Cuba, la actual no la conozco, ni me interesa por el momento conocer. Es un país regido por tiranos donde impera la falta de libertad, la pobreza y donde existen, no viven, una mayoría disímil en su totalidad con el pueblo de mi memoria. Mi Cuba no existirá jamás. Ni guerras, ni comunicaciones entre las distintas ideologías la regresaran. La Cuba nueva tendrá que cambiar de acuerdo a la voluntad de los cubanos de allá, que no son los míos. Los ayudaré por compartir la tierra de nacimiento y el odio personal a las tiranías. Los ayudaré con la esperanza que mis hijos y/o nietos la conozcan un día y evoquen las historias que su familia contó.

Si creen en diálogos, que así sea, si en guerra, suerte les deseo.
Ni los Castro, ni los voceros estridentes del radio y televisión, ni los fidelistas que reían de los infortunios ajenos y acá lloran los suyos, ni nadie, me quitarán mis nostalgias, mis fantasías. Aunque fallezca en otra tierra, moriré en mi Cuba, en mi casa de Ramón Mendoza, con mi familia, mis amistades, mi Biltmore, Mi Ruston Academy, mi Escuela de Medicina, mi Tropicana, mi arena fina y mi precioso mar de Varadero, en mi única y exclusiva Cuba

Miami, FL., USA
03/15/2010

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