martes, 9 de febrero de 2010


EL DESORDEN DE LA DEMOCRACIA (Parte II)
Por: Fernándo J. Milanés MD

No soy académico, y mucho menos intelectual. Para poder entender los problemas, siempre empiezo simplificándolos a la mínima expresión y después elaborando. Quizá esta habilidad, sea mi mejor facultad de razonamiento. Anoche, un joven miembro de la UCP, recién llegado a un país considerado el mejor ejemplo de un sistema democrático, y habiendo experimentado toda su vida uno de los más totalitarios, se quejaba del desorden de nuestro sistema. Otro asistente expresó la idea de que existiera un sistema que combinara el orden con la libertad. ¿Es esto posible? ¿El desorden será parte de los beneficios existentes en una democracia?

Todo comienza en un ser humano. Nos creamos con una fuerza inexorable hacia el placer, la ausencia del dolor, y la realización que esta fuerza sin control nos lleva a la destrucción. Como el placer es la base primaria de la existencia, en los milenios hasta el presente, nos organizamos logrando crear fuerzas externas que apoyen los controles, léase religiones, creencias, gobiernos, y formas de lograr placer sublimando, cambiando, los instintos básicos en actuaciones beneficiosas y tolerables para la mayoría. Durante este proceso se crearon distintas civilizaciones y formas de gobierno. Ha habido, no obstante, dos reglas que se repiten cíclicamente. La primera es que cada nueva sociedad organizada es más sofisticada que la anterior y que el ser humano aumenta su capacidad intelectual, sublimando sus instintos en formas cada vez mas distantes e irreconocibles del instinto primario. La segunda es que, desgraciadamente, hasta el momento, todo adelanto termina en una forma de auto-destrucción, donde el placer y la vida hedonista predominan. Esto lleva en consecuencia a épocas "negras" donde los controles evitan y retrasan el desarrollo del ser, hasta que una rebelión comienza el ciclo o "iluminamiento" de nuevo.

Concluyo, por ende, que el ser humano es por naturaleza "desordenado" y que en su más sencilla definición un gobierno de la mayoría funciona en base de y no a pesar del desorden. Por años en nuestra democracia han existido dos impulsos políticos razonados pero contradictorios. En un extremo, el movimiento "progresista" comenzando en su primera expresión por Woodrow Wilson y su mensaje económico por John Keynes. Básicamente esta teoría consiste en la idea que una democracia consistente en la voluntad de la mayoría no funciona por la simple razón, que ésta es apática o no entiende las soluciones a los problemas, por lo tanto la minoría intelectualmente preparada y educada tiene la necesidad y el deber de gobernar e imponer las soluciones, según ellos la ven, utilizando todo tipo de metodología. En el otro los conservadores extremistas y los libertarios que creen que el poder de un gobierno debe ser sumamente limitado y que una sociedad dejada a la fuerza de una mayoría, siempre sufre de momentos caóticos cuya resolución sin ayuda, forma parte fundamental del crecimiento de una población. Unos creen en un control excesivo y otros en un sistema cuasi-anárquico.

El "desorden" del que se platicó anoche es consecuencia de la lucha constante en este pais de las dos tendencias extremistas y los frecuentes cambios de gobierno de izquierda o derecha radical con gobiernos moderados y la continuada falta de solución inmediata a los problemas, pero que nos ha llevado hacia un lento e inevitable progreso. Es sencillamente el reflejo de nuestra sociedad y parte del éxito y belleza de nuestra democracia.

Miami, Fl., USA
02/08/2010

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