sábado, 5 de febrero de 2011

EN EGIPTO TAL VEZ SE ESTAN TIRANDO LA SOGA AL CUELLO; EN CUBA SE LA SIGUEN APRETANDO CON APATIA, DESGANO O MILITANCIA CONVENCIDA


A MUBARAK, QUE SE VAYA; A RAUL, QUE DURE MIL AÑOS
Por Andrés Pascual

Obama le sugirió a Hosni Mubarak “que escuche al pueblo”; mientras, Hilaria predice “la tormenta perfecta” para el África musulmana, sobre todo, la colindante con el Mediterráneo…

A los Castro se les desea “gloria y vida eterna” con un frustrante likeo diplomático de Wiki, que predice 1,000 años de dictadura tiránica en la ex Isla Bella, al desacreditar cualquier influencia de los malos tiempos como capaz de influir en la deposición del régimen. Incluso, consideran que el mayor peligro para su estabilidad, fue el momento en que perdieron los millonarios subsidios de la Unión Soviética…

Ahora, entre Egipto y Cuba hay diferencias: en el país de la más importante cultura del Mundo Antiguo, hay millones en la calle, en varias ciudades, contra una dictadura a cualquier riesgo; en La Habana y en un par de ciudades más del interior, grupos pequeños son apaleados por turbas superiores, apoyadas por la dictadura y con el 90 % de miembros de Tropas Especiales y, desde la acera, los ciudadanos “de a pie”, de brazos cruzados, que cualquier canal extranjero filma quejándose por lo sombrío del presente y lo negro del futuro, disfrutando del “progromo” de nueva-vieja factura.

¿Quién creen allá que les va a arreglar el potaje? Tal vez la pregunta no sea correcta y, en su lugar, proceda la afirmación de “allá no quieren que les cambien el frijol, solo que le echen un poco más de agua y “un tin de sal”.

Los americanos ni hacen ni harán algo que tenga que ver con la caída de la dictadura; porque es muy difícil suponer que ese pueblo rechaza a esa ideología convertida en gobierno cada vez que, 52 años después, se concentran medio millón de “gente entusiasmada y fervorosa” de apoyo al sistema; o cada vez que un grupo de artistas, comisarios políticos de la izquierda liberal o del comunismo regional, con total y absoluto conocimiento de sus actividades por parte de la juventud nacional, también reúnen en la Plaza Cívica lo que no pudieron ni los Beatles, en ningún lado, en su momento de mayor esplendor y demanda.

Y nadie cree ni lo de la asistencia obligatoria bajo consecuencias represivas si no… ni lo del reparto (que es venta) de cerveza o chucherías medio podridas.

En Egipto hay muertos y heridos, ¿A qué más que a eso se le puede temer en Cuba para generalizar una protesta definitiva y definitoria de su status? Tampoco se cree ya en la necesidad de la coordinación por la vía de la inexistente comunicación, que la espontaneidad es la mejor forma de explotar socialmente. Dicen que una protesta, en una ciudad de un país del antiguo Pacto de Varsovia, a mediados de los 50’s, la produjo la carrera desenfrenada de un individuo; después fue Rumania a fines de los 80’s y… La verdad es que el cubano no tiene ningún miedo, lo que pasa es que nadie atenta contra lo que quiere y Castro y su legado es lo que el pueblo de Cuba quiere.

La dictadura castrocomunista se empeñó en convertir a Cuba, material y moralmente, en una mezcla de Haití (después del terremoto) con Guatemala y México, acaso peor y lo logró con la anuencia absoluta de la población desde el inicio; le sacó el oportunista, el vago, el delator, el envidioso y la baja pasión a un pueblo que, aparentemente, no tenía muy enraizadas esas “virtudes revolucionarias”, de una parte, de la otra, que siempre supo más de todo que de lo que realmente debía y ese es el precio, especie de diezmo eterno, por semejante yerro.

A fin de cuentas, le abrió la puerta al piso de tierra, mierda ciudadana que, no lo dude nadie, siempre es más y, en eventos de este tipo, engulle y contamina la perspectiva contraria: un día en el poder de estos elementos, basta para que se infecte la población presente y para que se vea afectada de mil formas la futura; entonces, el problema es no dejarlos llegar, si lo hicieron, “a joderse o no haber nacido”.

Detrás del lío de Egipto, como parte de su velada posición antiisraelí, debe de estar “nuestro presidente musulmán de color” y no hay fuerza humana que me convenza de lo contrario.

Por intereses político-económicos con respecto a Cuba, posiblemente esté también la batería demócrata y una buena parte republicana de Builderberger. Sin embargo, hay otra razón: los americanos están sugiriendo con esos cables de Wikileaks, que el pueblo de Cuba simpatiza con su gobierno, porque, en el caso de la mayoritaria población negra, ya saben que les interesa más la fuerza moral (Patente de Corso a su comportamiento), que desayuno, almuerzo y comida con regularidad. Yo también lo creo.

En cualquier momento se para un americano en los jardines de la Casa Blanca, o en otro lugar y suelta, directo y sin cortapisas que, “el caso cubano no requiere arreglos, porque sería desoír a un pueblo que quiere a ese régimen en el poder”.

No por gusto, desde 1969, Richard Nixon ordenó, indudablemente que para Cuba, la aplicación de la Política de Pragmatismo Realista, ratificada en la reunión de cancilleres de Méjico en 1975, cuyo objetivo es la “convivencia pacifica” con gobiernos en el poder en Latinoamérica, de ideologías contrarias a la americana, sin intentos de removerlo por semejante opción.

Miami, FL., USA
02/05/2011

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