miércoles, 12 de enero de 2011

EL PERIODISTA CUBANO JOSE L. MARTEL


LALIBERTAD DE EXPRESION Y EL CULTO A LA PERSONALIDAD
Por José (Pepe) Martel.

Sin complicarnos en términos filosóficos y solo situados en el punto de vista de persona común y normal la libertad de expresión es solo decir, escribir y opinar lo que cada cual quiera, piense y desee atendiendo a sus conocimientos, capacidad e intención dentro del marco de la profesionalidad. Por medio de la expresión se puede manipular multitudes aprovechando la ocasión o momento propicio. Nadie tiene el derecho de frenar ni condenar su forma de expresar sus ideas y conceptos. Todos somos libres para actuar de acuerdo a la ética, derechos y deberes. Guardando la compostura y el respeto a todo lo que sea ajeno.

Una nación donde se respete la libertad de prensa es una señal que sus ciudadanos respiran aire puro y gozan de esos principios que adornan a los pueblos democráticamente realizados. Estados Unidos es un ejemplo, aunque a veces algunos sectores toman el camino equivocado pero si lugar a dudas es un país de leyes con un cuerpo de justicia suprema y demás poderes funcionando independientemente (ejecutivo y legislativo). Queda un poco de racismo y algo de discriminación pero las nuevas generaciones serán las encargadas de su extinción, no todo es perfecto.

Lo que sí repudiamos dentro de los principios y virtudes que tenemos todos los que vivimos en democracia y en plena libertad de expresión es alguno u otro personaje que se sobrepasa y al convertirse en un autosuficiente se quiere proclamar leyenda de actitudes y legendario en mandatos. Esa gente que vive el mundo de la soberbia vana y la superestima acelerada sufren de decepciones y fracasos. Gente que en edad de retiro, retirados y pensionados, quieren continuar en ese ego de ser supremos, monárquicos en posiciones y virtuosos en imposición de ideas, criterios y opiniones. Y pobre de aquellos que juiciosamente les recuerda que épocas pasadas fueron buenas pero las actuales siempre tienen que ser mejores. La luz del progreso y el desarrollo de la humanidad es imparable ya que todo nace y todo muere.

La libre expresión es como el aceite que satura ensaladas y condimenta alimentos. El culto a la personalidad es opuesto, se parece al vinagre que también condimenta pero nos degusta el paladar si excede su composición.

Miami, Florida, USA
joselmartel@yahoo.com

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