domingo, 11 de abril de 2010

VISITA DE OBAMA A LOS ESTEFAN PROVOCA REACCIONES EN EL EXILIO CUBANO


¿POR QUÉ, GLORIA Y EMILIO?
Por: Diego Trinidad, PHD.

A escasamente una semana de quizás la más exitosa manifestación en favor de la libertad de Cuba en más de 50 años, sin contenido político, donde todas las corrientes y facciones del exilio cubano, jóvenes y viejos, de antes y de ahora, de todas tonalidades, con opiniones y posiciones tan diferentes, se unieron como nunca antes, ¿por qué anuncian ahora una recepción para recaudar fondos por una causa que definitivamente, ni es justa, ni mucho menos favorece de ninguna manera a la libertad de Cuba? ¿Por qué manchar un gesto tan hermoso con un acto tan bochornoso?
Yo no puedo contestar estas preguntas, y francamente dudo que ustedes se dignen a hacerlo. La tentación para mí, que sí defiendo la libertad de Cuba ante todo, es enorme de calificar lo que planean hacer sin ofenderlos.

Decir la verdad y defender la justicia en este caso, no es fácil sin usar palabras muy severas. Ni puedo darles el beneficio de la duda. Aquí no hay duda alguna. Están abrazando a un hombre que admira secretamente a Fidel Castro y que está tratando por todos los medios de implementar una agenda ultra radical aquí en Estados Unidos, con medidas muy similares a las implantadas en Cuba en 1959. Un hombre que demoró casi dos semanas en condenar, y no muy enérgicamente, la barbarie cometida en Cuba contra las Damas en Blanco a quienes ustedes tan dignamente defendieron. Un hombre que no es amigo de Cuba, ni de su libertad, ni tampoco es amigo de ustedes. Solamente los quiere utilizar para luego descartarlos. No merece lo que planean hacer por él. No es justo ni es digno de ustedes.

Gloria y Emilio, ustedes crecieron y se formaron en el sur de la Florida, disfrutando de la libertad que existe en Estados Unidos. Pero siempre han mantenido su cubanía, con mucho orgullo y a mucha honra. Que yo sepa, nunca antes se han mezclado en la política nacional americana, ni siquiera se han inmiscuido mucho en la política local con excepción del caso de Elián González, cuando sobre todo Gloria defendió la causa del exilio cubano en televisión nacional. Fue casi la única que lo hizo, y la más famosa y conocida. No lo sé, pero sospecho que pagaron un precio alto por su apoyo a nuestra causa y a nuestra comunidad entre sus amigos de la farándula y el mundo del espectáculo.

Sin embargo, ya ustedes están tan bien establecidos no sólo en ese mundo, sino internacionalmente, que pueden darse el lujo de hacer prácticamente lo que quieran. De la misma manera, lo tienen todo en la vida, han logrado alcanzar un éxito indiscutible en todo lo que se han propuesto. Parecen tener una gran relación entre los dos y con sus hijos y son universalmente queridos y admirados en nuestra comunidad. Por eso es tan difícil aceptar lo que se proponen hacer, por eso es tan amargo y tan inexplicable lo que planean. Y por eso es imperdonable. Sobre todo en un momento que estamos peleando desesperadamente por el alma misma de este país.

Claro que cada cual tiene todo el derecho de apoyar a cualquier partido político o a cualquier candidato presidencial. También es un alto honor ser invitados a la Casa Blanca y ser considerados suficientemente importantes para “consultarlos” (pero si creen que sus opiniones valen para algo ante quienes nos gobiernan, nada han aprendido en lo que llevan viviendo en EE.UU.) y para buscar su apoyo. Pero nunca antes le habían brindado abiertamente su apoyo a ningún candidato nacional. Ni siquiera, que yo sepa, durante la campaña presidencial l del 2008, aún cuando el presidente vino a Miami invitado por la Fundación Nacional Cubano-Americana, en un día que esa otrora gran organización se cubrió de vergüenza. De manera que ¿por qué ahora, por qué a este hombre que es quien menos se lo merece? Hay cosas que simplemente no se hacen, que son inaceptables. Y ustedes no necesitan hacer esto. Entonces ¿por qué?

Recuerdo hace varios años, a días de haber sido aprobada la ley Helms-Burton, como resultado directo del asesinato de los aviadores de Hermanos al Rescate, se convocó una extraordinaria reunión de todos los grupos políticos en Miami. Creo que se le llamó al grupo Organización Sombrilla, porque cubría a todas las organizaciones en Miami. Yo asistí en mi capacidad como presidente de la Asociación de Tabacaleros en el Exilio y fue la primera vez que hablé públicamente (como nunca he sido miembro—ni soy—de ninguna organización, y como solo he asistido a dos actos públicos en casi 50 años de exilio, el de Elián González y ahora este hace unos días, no era mi costumbre hablar en público).

La reunión la presidió Ricardo Rafael Sardiña (junto a quien me tocó sentarme), quien sorprendentemente a los pocos minutos de comenzar la sesión propuso enviarle una carta al presidente Clinton felicitándolo por haber firmado la ley Helms-Burton. Fui el primero en pedir la palabra y les dije a todos que me parecía un grave error que esa organización nuestra, que nunca antes se había manifestado a favor de ningún otro presidente, lo hiciera ahora ante uno que no lo merecía de ninguna manera, y que no solo se había opuesto a la ley antes del derribo de los aviones de Hermanos al Rescate, sino que la firmó únicamente obligado por las circunstancias y por el Congreso republicano, que terminó codificando todas las medidas anti-castristas hasta entonces adoptadas y de esa manera, le quitó al presidente el control directo de la política hacia Cuba. Clinton, les dije, no es nuestro amigo.

Al contrario, no quiere la libertad de Cuba, sino un arreglo con la dictadura castrista. Que recuerde, solo Teobaldo Rosell, Gregorio Escagedo, Alberto Begueristain y mi primo Ricardo Solís Trinidad me apoyaron, pero de algo deben haber servido mis palabras ya que la propuesta de Sardiña no fue aprobada y nuestra organización no se manchó enviando la propuesta carta de felicitación a quien no era nuestro enemigo ni merecía nuestro agradecimiento por nada.

En este caso, sé muy bien que mi protesta ante lo que considero, para no ofenderlos, una gran equivocación de parte de los dos al brindar su apoyo y recibir en su propia casa a quien no solo es peor que Clinton para ayudarnos a conseguir la libertad de Cuba, sino que está tratando de destruir la libertad en su propio país, estos Estados Unidos de América donde todos vivimos, el último refugio de la libertad en el mundo, no servirá de nada. Ustedes seguirán adelante con la recepción que planean ofrecer al presidente y estoy seguro recaudarán mucho dinero para él. Y yo quizás no cuente con mucho apoyo en mi protesta.

Pero eso no importa. Nunca me ha importado defender la libertad y la justicia, aunque lo tenga que hacer yo solo. Y así lo hago ahora. Esto es una mancha para nuestra comunidad, para el Exilio Histórico, el cual hace solo días representaban tan honrosamente ustedes. Pero que conste, no he sido yo con mi solitaria protesta quien ha quebrantado la efímera unidad que tuvimos en nuestra comunidad por unos días. Fueron ustedes con ese sorpresivo y funesto anuncio de invitar al presidente a su casa. Así que solo me queda preguntar una vez más ¿por qué, Gloria y Emilio?

2 comentarios:

  1. Creo que después de leer este trabajo publicado y con el respeto que toda persona tiene a manifestar su punto de vista, libre y democraticamente solo me resta manifestar en término generales que cada persona es libre, capaz y tiene toda la derecho a invitar a su casa a quien desee y quiera en el momento que entienda conveniente. Envidio a Emilio y a Gloria por invitar a un presidente de Estados Unidos a una cena en su casa. Es un privilegio que todo ciudadano de este país tendría en su vida.
    Espero que ellos disfruten la presencia del presidente Barack Obama, como presidente actual de esta gran nación de democracia y libertad.

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  2. No encuentro nada mal en que alguien exprese sus dudas o afirmaciones políticas, pues estamos en un país todavía libre, de acuerdo con el mismo autor. La falta cae en la opinión que un cubano siempre tiene que caminar una línea estrecha política. Lo que encuentro injusto es esperar que el cubano siempre camine una línea estrecha política. No es consistente con la libertad que pregona el Doctor. Aunque tantas veces las voces más fuertes que salen del exilio son esas derechistas en todo, la realidad es que el pueblo cubano en este país es un popurrí lleno de opiniones diversas en asuntos de política, socio-economía y religión. No hablamos ya de una gente homogénea como el que llegó en los años sesenta y setenta, valientemente huyendo una vida bajo un mando totalitario y buscando tierra firmemente democrática. En el curso de la vida aquí, los exilados tuvieron experiencias distintas que eventualmente diversificaron elementos dentro de nuestra opinión colectiva. Y no olvidemos los cubanos que llegaron en décadas más recientes, cuyos sentimientos cuentan tanto como los de la primera ola. Es entonces natural que nuestra comunidad, diversa entre si, tenga individuos conservadores y liberales, partidarios e independientes. Es inicuo que la pluralidad de opinión hacia asuntos políticos domésticos se interprete como traición contra nuestro deseo común de una Cuba libre. ¿Quién firmó mi nombre, el de Estefan y los de la comunidad entera en este pacto inventado con un partido conservador? ¿Somos tan sencillos que no podemos pensar por nuestra cuenta aquí y todavía querer lo mismo para nuestra gente allá? Aquí cae el daño que causan estos argumentos anticuados. Nos meten a los cubano-americanos en una esquina en los ojos de los oficiales en EE.UU. como una población monolítica, con republicanos pensando que siempre pueden contar con nosotros en elecciones y subsecuentemente haciendo poco esfuerzo para explorar opciones innovadoras con respecto a la isla – que ha hecho por la isla la supuesta codificación de medidas anticastristas de los republicanos en los 90 – y con demócratas esperando nuestro repudio electoral, descartando la posibilidad de nuestra influencia en administraciones de ese partido.

    Nos perjudican de tres maneras. 1) Denigran a miembros de la comunidad, aislándolos del discurso importante de cómo solucionar o mejorar el problema en Cuba, 2) oprimen el espíritu de lo que es ser cubano en este país libre, y 3) deterioran la manera en que nos interpreta el resto del país en que vivimos, pintándonos como una mini-dictadura étnica. Si vamos a hablar de justicia, ¿es justo que nos sintamos esclavos si la esclavitud es lo que fugamos? Han pasado ya demasiados años de intimidación dentro de esta comunidad. Me alegro que para muchos ya no es suficiente calificarlos “comunistas” o “traidores” para reprimir sus sentimientos – se expuso este fenómeno en las últimas elecciones. Que orgullo ver a Gloria Estefan organizar una marcha contra los actos despreciables de Fidel Castro y poco después expresar su voluntad política, enfrentándose involuntariamente al contingente que conserva el manto falso de portavoz del exilio. Es hora de entender lo que es ser buen cubano en la democracia: uno que respeta la opinión contraria, motivado por razón, no pasión. En el actual clima político estadounidense, caracterizado por ofensas gratuitas, puede ser nuestro pueblo que ayuda iniciar la restauración de una democracia cordial, como la que ha dominado la historia americana. Pero la historia nuestra en el exilio nos demuestra escasa oportunidad para esperar mejor de nuestros líderes auto-elegidos. Veamos por ejemplo las acusaciones hacia el mismo Presidente Obama – palabras que otros disputarán. Por ahora me dedico solamente al problema entre cubano-americanos y al derecho de los Estefan organizar cualquier fiesta para cualquier figura que les plazca sin tener que defender su identidad como patriotas interesados en el bien de su tierra natal. Así que como respuesta a esta carta, termino igual con una pregunta. ¿Por qué, no?

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