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domingo, 12 de diciembre de 2010
ALBERT PUJOL HACIENDOLE SWING A LA BOLA
EL GRAN ROBO DEL MVP EN LA CAMPANA DEL 2003
Por Andrés Pascual
La elección a Cooperstown no es la única forma extraña e injusta de elección que tienen que soportar los fanáticos y los atletas envueltos en esa especie de lotería desvergonzada.
El problema es que nadie sabe los patrones reales y poco objetivos que deciden la entrada al Templo de los Inmortales; como tampoco convencen a nadie, muchísimas veces, al decidir de qué lado caerá el premio al Jugador Más Valioso de su club.
Se supone que en la selección del ganador del MVP pese lo suficiente el esfuerzo del jugador en colocar a su equipo en la Serie Mundial; pero no…y ahí es donde se traba el balín; porque, a veces, benefician a algunos tan parcialmente, nadie sabe por qué, que defraudan.
En 1941 Ted Williams se convirtió en el último bateador de cuatrocientos en Grandes Ligas cuando concluyó con .406 y no le otorgaron el codiciado galardón.
El MVP del año de la famosa Serie Mundial de la marfilada del cátcher del Brooklin, Mickey Owens, fue a la vitrina de Joe Dimaggio, el Yanqui Clipper de los Bombarderos del Bronx… ¿Habría hecho méritos el inmortal # 5 de la Fila de los Asesinos de la Liga Americana para merecerlo por encima de un bateador de cuatrocientos? Sí, en primer lugar, fue la razón fundamental del triunfo de los de la franela rayada en la temporada y en la Serie Mundial; en segundo, fue el año de su racha increíble de 56 juegos seguidos produciendo por lo menos un hit, que lleva la misma cantidad de años que batear cuatrocientos sin igualarse en la Liga Americana, 69 y, factor importante, en 1941 hacia sólo 10 años que no se bateaba sobre el guarismo fantástico, porque Bill Terry, manager-jugador de los Gigantes de Nueva York, lo había conseguido (.401) en 1931; es decir, no se veía como el casi imposible que, a la distancia enorme desde la última vez, se ve hoy.
Sin embargo, en la contienda del 2003, Barry Bonds fue obsequiado con un MVP inmerecido, y pudiera decirse que del rosario de premios al Jugador Mas Valioso que ostenta, acaso el ahijado de Willie Mays haya sido merecedor de dos solamente…
La temporada del 2003 Barry Bonds solo encabezo los departamentos de slugging con .749; bases por bolas recibidas con 148 e intencionales con 61; además, bateó para .341; con 47 jonrones y 110 carreras impulsadas y 11l anotadas. Jugó 148 juegos y compareció 390 veces a la caja de bateo.
Barry Bonds no fue un gran productor de carreras, con su cantidad de jonrones y su slugging, debería pasar de 2100; sin embargo, no alcanzó las 2000 y es curioso que las carreras importantes, las que empatan y deciden juegos, estuvieron mayormente fuera del alcance de la producción del jugador; eso, por ejemplo, durante su etapa con los Gigantes, le correspondió a Jeff Kent, que acusó a Bonds de apático cuando en realidad era un problema de personalidad, tanto como que no era bueno a la hora cero.
El enfrentamiento entre Bonds y Kent, con algún empujón ante las cámaras; además de la pésima actuación del manager Dusty Baker, que hizo un asunto de trascendencia racial tomando para sí el problema, provocó que el valioso intermedista, casi seguro Hall of Famer, decidiera que ese sería su último año con la novena de San Francisco.
Como en casi todas las temporadas desde que comenzó en Grandes Ligas, en el 2003 el fenomenal Al Pujol tuvo una temporada de MVP con los Cardenales de San Luis; sin embargo, fue robado.
En esa campaña el artillero de la Pandilla del Gasómetro encabezó las carreras anotadas con 137, los hits con 212, los dobles con 51, el total de bases recorridas con 394 y, para remachar, obtuvo el campeonato de bateadores con promedio de .359; además, bateó 43 jonrones y empujo 124 anotaciones, su slugging fue de .667…Si con estos números de Pujol alguien puede creer que Bonds merecía el MVP de la Liga Nacional, entonces padece la misma enfermedad que los que se lo regalaron al ahijado de Willie Mays, que no es más que un enamoramiento excesivo para el caso del fanático; o algo turbio en el caso de los responsables y acreditados para otorgarlo…no hay otra posibilidad.
Bonds fue un consentido de toda la mafia que dirige el juego hasta que la evidencia los abrumó; no solo le regalaron más de 3 premios MVP, sino que hasta escondieron que diera positivo a más de una prueba de sustancias prohibidas…
Pujol es mejor bateador que Bonds, aunque los pitchers no lo caminen tanto; además, su paciencia en el home no es la célebre del bíblico Job: se para ahí no a “esperar la de él”, lo que le colocaría en primera por pasaporte; pero que puede dejar huérfano al club en cuanto al avance de los corredores o a su posible anotación incluso por un fly de sacrificio y, sobre todo, le mantendrá los números con buena salud.
El toletero de los Cardenales es un bateador activo que, aunque pone números de consagrados, su objetivo es ayudar al club; Bonds no, este individuo es un bateador pasivo que se contenta con que lo caminen con base por bolas antes que tirarle a un lanzamiento fuera de zona, pero bateable, por lo menos para avanzar corredores; lo único que le interesó fue “superar el récord de Babe Ruth” por una condición extraña de su personalidad lindante con el resentimiento.
Cuando dio el jonrón 715, todavía necesitaba 31 más para superar el record vigente que, da la casulalidad que Bonds no recordó en el momento de la chocante declaración, eran los 755 de Hank Aaron. Y nadie sabe la razón por la que, alguna vez, Major League protegió tanto a este individuo revanchista cuyo concepto del capítulo heroico, socialmente hablando, lo puede barrer de bajo que lo tiene…Ojalá no regrese más a un deporte que no hizo nada por ennoblecerlo…el béisbol y la decencia pública no lo necesitan.
Miami, FL., USA
12/12/2010
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