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miércoles, 24 de noviembre de 2010
PEDRO RAMOS Y CAMILO PASCUAL
LOS YANQUIS COMO GUILLE ALONSO BERMUDEZ
Por Andrés Pascual
Jeff Passan, del Buro Elías, a quien le publica ESPN, comentó recientemente que “los Yanquis están en capacidad de conducir las conversaciones con Jeter y Mariano…” en realidad lo anterior significa imponer sus condiciones.
Nostálgicamente, por lo que representan para esa franquicia; porque son lo único y lo último equivalente a los momentos de grandeza de un club que es el símbolo del pasatiempo en todos lados, se supone que debería existir un mínimo de respeto, que no sería regalarles el dinero, en las que, con seguridad, serán las últimas conversaciones sobre contratos como jugadores de los dos inmortales.
Regalarle el dinero a Alex Rodríguez, que puede batear lo que desee; pero que no juega como se supone que debe hacerlo un miembro de esa franquicia en el terreno, porque escasea del carácter y la personalidad que se exige para jugar con los Bombarderos del Bronx y, sin pensarlo dos veces, le rehicieron la cantidad que no merecen ni él ni nadie.
A Jeter y a Mariano deberían ofrecerle un contrato por 4 años y una estatua gigantesca en el parqueo del nuevo estadio que, como su gerencia y el propio club, son un fraude mayúsculo con nombre en letras bajas y demasiado claras para poder identificarlo.
Cuando Camilo Pascual ganó el premio al mejor pitcher de la Liga Cubana por su promedio de .750 con récord de 15-5 en la campaña 1956-57, también se adueñó del liderazgo de juegos completos (16), ganados (15), entradas lanzadas (176.2), ponches (153) y promedio de clpj (2.04); ese año, el estelar derecho de los Elefantes del Cienfuegos, por su tremendísima actuación que contribuyó al triunfo del equipo en la temporada regular en Cuba y en la Serie del Caribe, pretendía un aumento de salario.
Sin embargo, el equipo ya no estaba en las manos de Bobby Maduro, sino de los “benjamines” del circuito como propietarios, Guille Alonso Bermúdez y Cucho Rodríguez Gali. Bueno, “benjamines” por aquello de los dueños más jóvenes por su edad; pero inigualables a su favor en picardía y en “vista larga” por ninguno de sus colegas.
Entonces Guille, que sospechaba que el serpentinero “iba a pedir”, lo invitó a almorzar a su residencia para conversar. En aquella mansión la servidumbre tenía que disfrazarse con uniformes acordes con su función.
Sin hablar sobre el asunto que provocó la invitación; sin cruzarse una palabra sobre dinero ni contrato, aquella empleomanía de lujo procedió a servir el banquete de plebeyo excomulgado del siglo XVII, que consistió en un suculento arroz blanco con picadillo sin aperitivos ni bebidas como no fuera agua y con brillo total por su ausencia del postre obligado.
Cuando terminó de almorzar, el ídolo de la Virgen del Camino se levantó y le dijo a Guille, con su modestia habitual, “Dame lo del año pasado otra vez…) y el magnate, sin intención de invitarlo a una charla de sobremesa, le respondió “Yo sabía que ibas a ayudarme, por algo ustedes son los que son caray…”
Camilo y Pedro Ramos alternaban un salario base de 1,750 mensuales y una regalía (por debajo del tapete); Orestes Miñoso recibía 2,500 y tal vez alguna regalía; pero el Marianao era propiedad del Doctor Alfredo Pequeño, a quien el apellido le quedaba chico.
A la distancia y con diferencias conceptuales, tal vez el nuevo “Boss” necesite que Jeter y Mariano le den una “ayudita”, porque los peloteros saben que solo los Yanquis pueden pagarles y, por qué no, atenidos al sentimiento de fidelidad que por vergüenza y amor por el uniforme a destiempo todavía ata a algunos jugadores a estos dueños ridículos e insensibles ante la grandeza sublime; además, lo que le faltó a Jeff Passan, esos “patrones” conocen que pueden conducir el carro del irrespeto por el pelotero glorioso hacia el lugar que deseen.
Miami, FL., USA
11/24/2010
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