martes, 12 de octubre de 2010

SE REPARAN ZAPATOS ROTOS Y MUCHAS COSAS MAS...


COLA LOCA
Por Yoani Sánchez

Se gritan de balcón a balcón y en un primer momento pienso que se insultan, pero no. La del edificio de la esquina le dice a la otra señora que han sacado “cola loca” en la tiendecita de Boyeros y Tulipán. Ambas abren los ojos, gesticulan, “es que estaba perdida”, “no había en ninguna parte”, afirman. Me río entre dientes mientras miro la punta de mi zapato, necesitada también de ese pegamento instantáneo que las vecinas anuncian como si hubiera venido carne de res por la libreta. Si llego a tiempo para alcanzar un tubo de la mágica cola, podría pegar la tecla de la computadora que anda dando vueltas por ahí y el timbre de la puerta, que apenas lo escuchamos cuando alguien toca.

En medio de mi enumeración de cosas rotas, me da por preguntarme si habrá estadísticas de cuánta cola loca se consume al año en esta Isla. No es un producto básico, pero intuyo que hay una relación entre la necesidad de reparar nuestras pertenencias y el grado de crisis económica que vive el país. Si no, por qué todo el mundo está corriendo detrás de un adhesivo que se anuncia como capaz de recomponerlo todo. Frecuentemente, tengo trozos de goma en los codos o sobre la ropa después de hacer uno de esos arreglos a los que la cotidianidad me obliga. La última vez que me dediqué a esas faenas se me quedaron pegados el índice y el pulgar, hasta que con agua caliente logré separarlos perdiendo un trozo de piel en el intento.

En muchas tiendas, cuando abastecen con ese “cemento de contacto” tal pareciera que hay rebaja de productos. La gente compra decenas de tubos, como si su gran poder adherente pudiera pegar una realidad resquebrajada por la frustración. No somos un pueblo excesivamente austero que no quiere desechar lo inservible, sino que entre nosotros es difícil hacerle caso a la fecha de caducidad que ponen los fabricantes. Cuando se rompe algo rara vez tiene sustituto. Por eso, dejo este post aquí y me voy a comprar mi porción de cola loca, mi necesaria dosis de instantáneo remiendo. Quizás unas gotas me sirvan para juntar los trozos de ese futuro que se nos ha caído al piso, regando añicos por todos lados.

La Habana, Cuba
12/10/2010

1 comentario:

  1. Aunque el tema de este articulo de Yoani es sobre una triste realidad que estan viviendo los Cubanos en la isla, me hizo reir la manera en que ella lo escribio. No veo que haya nada malo en querer reparar un par de zapatos -- yo tengo un par de zapatos que son mis favoritos que lo repare dos veces -- pero los Cubanos en la isla no lo hacen por la misma razon, sino porque no tienen otra opcion. Aqui esta la diferencia entre nuestros paises. Yo admiro mucho lo ingeniosos que son los Cubanos en la isla, no solo reparan sus cosas pero yo tambien vi un senor que preparaba pintura - la que se usa para pintar las paredes de la casa. Esto para mi fue algo asombroso porque al haber nacido en EEUU yo estoy acostumbrada a comprar la pintura en latas en las ferreterias. Tambien vi como reparan y mantienen sus carros (los que son afortunados en tenerlos). Cuando yo viajaba a Cuba, yo les llevaba cuchillas de sierra, destornilladores, pinzas, etc. para este mismo proposito. Ya yo no tengo que viajar a Cuba como antes, pero, de acuerdo a Yoani, no estaria mal si los familiares aqui les mandan unos paqueticos de "cola loca" a los familiares alla.

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