domingo, 25 de julio de 2010

UNA LLAMADA DEL CARDENAL JAIME ORTEGA CAMBIO LAS VIDAS DE ESTOS HOMBRES


EX PRESOS CUBANOS LUCHAN POR SOBREVIVIR EN ESPAÑA
Por FABIOLA SANTIAGO
fsantiago@MiamiHerald.com

Antes que sus vidas cambiaran tras una llamada telefónica del cardenal Jaime Ortega, estos hombre pasaban sus días luchando por sobrevivir las condiciones, notoriamente duras, de las cárceles cubanas, concentrados en ganar la guerra psicológica con sus carceleros y sólo armados con la esperanza de que algún día pudieran salir.

Ahora que están libres pero exiliados, luchan por otro tipo de supervivencia: ajustarse a una nueva vida en un país extranjero y tomar decisiones difíciles para ellos y sus familiares.

"En la cárcel el día es muy largo, y aquí es muy corto'', afirmó Ricardo González Alfonso, un conocido periodista independiente condenado a 20 años tras su arresto en la Primavera Negra del 2003 y liberado la semana pasada bajo un acuerdo entre el gobierno cubano, el español y la Iglesia Católica.

González, de 60 años, y los primeros 10 presos políticos liberados la semana pasada han capturado los titulares de medios en España con la historia de su vida en prisión y la angustia de que los exiliaron en España sin tiempo para reflexionar sobre sus opciones.

Pero ahora ha llegado el momento de decidir si aceptan la reubicación en otras partes de España, como quiere el gobierno, o luchar por quedarse en Madrid, un tema en el que están divididos.

Aunque todos están decidido a seguir la batalla por la democracia en Cuba, algunos están ansiosos por buscar oportunidades de empleo y vivienda en otras partes. Otros quieren permanecer cerca de la comunidad cubana exiliada y de Madrid, el epicentro político del país.

"Estoy listo para empezar una nueva era en mi vida, así sea barriendo calles'', le dijo Pablo Pacheco, de 40 años, al Miami Herald durante una emotiva despedida de sus compañeros y familiares en el Hostal Welcome, donde los cubanos viven desde su llegada.

Junto con su esposa, Oleydis García, que es médico, y Jimmy, su hijo de 12 años, Jimmy Pacheco montaba en un furgoneta blanca de la Cruz Roja para ir a la estación de trenes con boletos de ida en la mano.

Fue el primero en aceptar la reubicación el lunes por la tarde y, en el transcurso de la semana, lo siguieron otros: dos más a Málaga, otros al pueblo playero de Cullera, en Valencia, a Gijón en Asturias y a la pequeña aldea medieval de Sigüenza en el centro del país.

Pero otros tres se han negado a irse de Madrid.

"No voy a ir a Alicante'', afirmó Julio César Gálvez, de 66 años. "Me quedo en Madrid... Tendrán que usar la Guardia Civil para sacarme de aquí. No pedí venir a España. El gobierno español contrajo compromisos con nosotros [en La Habana] y ahora nos sentimos abandonados''.

Gálvez le mostró al Herald el documento que representantes del gobierno español entregaron a los presos en La Habana prometiéndoles un estipendio, que todavía no han recibido, además de atención médica y vivienda. En ninguna parte se dice que los cubanos tienen que aceptar la reubicación para recibir beneficios.

"Nos dicen que no han terminado los proyectos de vivienda donde nos hubieran podido albergar en Madrid, pero eso no es cierto'', declaró Gálvez, cuyas denuncias sobre las condiciones de las cárceles cubanas han llegado a todos los periódicos y cadenas de televisión tanto de España como de otros países. "Quieren dividirnos, mantenernos alejados de los medios. Pero nosotros vamos a seguir hablando hasta que todos los presos políticos sean liberados y hasta que haya democracia en Cuba''.

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