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lunes, 28 de junio de 2010
UN AGRICULTOR CUBANO
CUBA NECESITA LIBERTAD Y RIQUEZAS
Por Alberto Muller
La solución de la crisis cubana pasa por un proceso de liberalización y de estímulos a la iniciativa privada sin precedentes en todos los niveles de la vida nacional.
El gobierno cubano se ha encerrado en su ‘bunker’ y ha perdido la iniciativa estratégica en realizar las reformas de fondo que necesita el régimen comunista para sobrevirir a su crisis interna, según el pensador marxista Heinz Dieterich.
Los elementos desencadenantes de esa crisis cubana se precisan en la paralización productiva en la isla y la errática política de precios, que se unen a la falta de una sucesión política generacional y a la demora en la realización de las reformas del sistema que requiere la situación caótica en Cuba.
Ante este escenario con características desintegrantes, el gobierno de Raúl Castro sólo reacciona a las presiones externas.
Y esto impulsa y estimula, de acuerdo a la lectura analítica del marxista Dieterich, la estrategia agresiva de Estados Unidos, Europa y el Vaticano, que apoyados en la disidencia interna en la isla, configuran el ataque final al proceso revolucionario de 1959 con el objetivo de lograr una transición hacia la democracia en Cuba y el respeto de los derechos humanos a todos los sectores de la sociedad cubana.
Concluye Dieterich su análisis sobre la ofensiva imperialista contra las circunstancias caóticas de la revolución cubana, con la inclusión de la ‘Carta de los 74’, que con el apoyo de una parte de la disidencia cubana y de los cubanos del exterior, solicitan que los norteamericanos puedan viajar a la isla.
Y esto, dice el teórico marxista, es la prueba concluyente de todo este engranaje político de grandes alianzas que se forman actualmente para destruir a la Revolución cubana.
Debemos añadir que lo que sugiere este pensador marxista, en cuanto a reformas para la isla, es sumamente limitado precisamente por su prisma clasista, pues sólo prioriza liberalizar el agro, con entrega de tierras improductivas en usufructo a los campesinos, reformar el sistema centralista actual de precios, que resulta caótico, dando participación a las leyes de la oferta y la demanda, y permitir dentro del ‘sistema socialista unipartidista’ que emerjan las generaciones jóvenes para que reemplacen al gobierno de viejos encabezado por Raúl Castro.
La equivocación de Dieterich es muy fácil de precisar, pues realmente a lo que aspira el agricultor cubano, no es a un pedazo de tierra improductiva en usufructo, cuyo dueño seguiría siendo el Estado protector y explotador, que no produce y que sepultó la iniciativa privada en el país del engranaje social en la isla.
Esta ausencia de iniciativas privadas en el país fue la que derrumbó los niveles de productividad a niveles insospechados y desencadenó que la creación de empleos sean tan bajos.
Los agricultores cubanos aspiran a adquirir o mantener las tierras en propiedad, porque saben que la economía cubana no es sostenible sin la producción doméstica, que es la que crea riquezas fluidas.
En esta misma dirección, también los agricultores y las cooperativas aspiran a obtener créditos de organizaciones no gubernamentales, para poder comprar sus insumos y sus maquinarias en el mercado libre.
Y los más importante de todo, esta fuerza productiva del agro cubano exige que sus productos se vendan en mercados agrícolas abiertos, no controlados por el Estado, que se rijan por las leyes de la oferta y la demanda.
En su sectarismo ideológico marxista, a Dieterich le resulta muy complicado comprender, que la juventud y todos los sectores pujantes de la vida nacional cubana, están hartos de consignas y autoritarismos centralistas, que al final de cuentas son los responsables del sello estalinista de la represión, la tortura y la censura que han imperado en Cuba durante más de medio siglo.
Tampoco Dieterich estaría de acuerdo, para seguir debilitando con justicia el control del Estado sobre todos los resortes de la sociedad, que se entreguen títulos de propiedad a los individuos que están viviendo legalmente las viviendas.
Esto implicaría la facilidad de compra y venta de propiedades, con bancos hipotecarios que ofrezcan créditos a los propietarios de las viviendas, siempre manteniendo un registro adecuado ante cualquier reclamación judicial de los dueños originales del inmueble.
La solución de la crisis cubana pasa por un proceso de liberalización y de estímulos a la iniciativa privada sin precedentes en todos los niveles de la vida nacional, que impulsarían el ansiado proceso de reconciliación nacional, de creación de riquezas y de transición ordenada y pacífica hacia la democracia, que ni los paños tibios del reformismo marxista de Heinz Dieterich ni la dureza represiva del estalinismo castrista son capaces de entender.
Miami, FL., USA
06/28/2010
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