sábado, 23 de enero de 2010


LA MACORINA: UNA CELEBRIDAD MUSICAL CUBANA.
Por: José L. Martel.

Las memorias y recuerdos de Cuba nunca irán al rincón del olvido ya que son inolvidables y a cada momento nos viene a la mente personajes que escribieron páginas de recuerdos imborrables y hoy quisiera hablar sobre “La Macorina”. Para los que vivieron esa época, los que la conocimos por nuestros padres y abuelos; y muchos de los que bailamos ese célebre danzón que cantaba Abelardo Barroso, acompañado por la Orquesta Sensación no olvidaremos a “ La Macorina”.

La original fue la primera mujer cubana en obtener una licencia de conducción en La Habana, Cuba. Su nombre, María Calvo Nodarse, nacida en un pueblecito de esa época, Guanajay en 1892. De familia muy pobre y humilde, a los quince años se trasladó a vivir a la capital. Sus aspiraciones de mujer emprendedora ser una persona conocida y famosa. Un tiempo viviendo en un pequeño cuarto alquilado en una accesoria de la Habana Vieja la hicieron escoger su vida futura. Era una mujer bonita y de elegante silueta que comenzó a frecuentar lugares selectos dentro de la sociedad habanera de aquellos tiempos. Conoció personalidades con las cuales convivió, según declaraciones del periodista, Guillermo Vilaronda, que escribía para la revista Bohemia el 26 de octubre de 1958. Resultó ser la primera “chofera” cubana en licenciarse como operadora de vehículo automotor y al mismo tiempo repudiada por aquella sociedad, especialmente por su mismo sexo. Muy a pesar de esa publicidad adversa vivió muy holgadamente de (1917-1934). Propietaria de lujosas mansiones y de esas, las más suntuosas localizadas en Calzada y B, Vedado y otra regia residencia en la calle San Miguel entre Belascoaín y Gervasio, zonas céntricas de la capital.

Sus gastos se calculaban en unos $2,000 pesos ( igual al dólar american)al mes. Con los cúales también ayudaba económicamente a su numerosa familia. Vivía como una mujer rica en toda esa década del 20. Siempre adornada y cubierta de finas pieles, joyas y cortejaba por muy buenos amigos millonarios. La Macorina comenzó a tener su ocaso en los finales de 1934 cuando la situación económica del país comenzó a ser menos próspera, ya para esa fecha ella tenía 42 años. Fue perdiendo sus prósperos y acaudalados amigos comenzando a vender sus propiedades, sus automóviles y demás valiosas pertenencias y término en la absoluta pobreza. Acabó su vida en el mismo lugar de donde renació, en un solitario cuarto de vecindad de la Habana Vieja.

Ahora su nombre nunca se olvida, en ese apodo de La Macorina, el cual siempre le disgustó. Viajó Latinoamérica y su mundo farandulero. La famosa cantante mejicana de los 60, Chavela Vargas, la popularizó también en México. Y como dijimos anteriormente la bailaron siempre en Cuba, con esa producción discográfica de Abelardo Barroso y esa típica orquesta Sensación. Nadie olvidará a La Macorina con su letra y estribillo de : “Pon me la mano aquí, Macorina,… Pon me la mano aquí”, pero no solo esto, sino que fue un danzón de un apego en toda su composición que sería justo recordar, cuando dice así:


Estribillo:
Pon me la mano aquí,
… Macorina,
Pon me la mano aquí.

Tus pies dejaba la estera…
y se escapaba tu saya,
buscando la guardarraya…
qué al ver tu talle tan fino,
las cañas azucareras…
se echaban por el camino,
para que tú las molieras…
como sí fuera un molino.

Tus senos, carne de anon…
tu boca una bendición,
de guanábana madura…
y era tu fina cintura,
la mísma que con sazón…
calienta siempre el danzón.

Después el amanecer…
que de mis brazos te lleva,
y yo sin saber que hacer…
de aquel olor de mujer,
a mango y a caña nueva…
con que me llenaste el son,
caliente de aquel danzón.

Según aquellos que la conocieron y disfrutaron de sus encantos la describen como una mujer sensual que por esta canción podemos simplifican y con el deleite de nuestras frutas naturales de Cuba dió inspiración a este danzón que inmortaliza el arte y cultura de nuestro suelo. La Macorina encarnada en su genial María Calvo Nodarse, nunca será olvidada dentro de la historia de la música cubana. Y se conoce que murió en La Habana, un 15 de junio de 1977 pobre, abandonada y olvidada, pero recordada siempre con esa música que todavía se “tararea”, se canta y muchos bailan al compás de La Macorina.

Miami, Florida, USA.
joselmartel@hotmail.com

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