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FANATISMO ASESINO
Por Amelia M. Doval
dovalamela@yahoo.com
Globalizar la economía y la cultura es menos dañino que hiperbolizar ideas o conceptos, generalizar tomando la parte por el todo. Introducir bajo un mismo nombre a héroes y asesinos; mártires y tiranos; víctimas y victimarios es demostrar que los sentimientos se sustentan por una fina línea de incultura y carente raciocinio.
Extremistas y fanáticos son todos aquellos que transforman un lineamiento de vida en una aberrante vía para asesinar y amordazar la verdad, sus absurdas teorías monopolizan pensamientos mientras asesinan cuerpos y dominan mentes hasta que pierden la capacidad de autovalorarse.
La cinta Osama, es la historia de un pueblo musulmán, invadido por la muerte y el miedo disfrazados con un mismo nombre: talibanes. Si el filme de Anne Frank, es una devastadora historia de una niña judía escondida huyendo de los nazis; Osama es la historia de una niña árabe que para salvar su vida, la de su madre y su abuela ha de esconder su sexualidad por el día, debajo de los vestidos de un hombre y en la noche detrás de la indomable burka.
Ambas historias son aterradoras, el miedo está tan cerca que nos hace temblar: nazis- talibanes, judíos musulmanes; no importan los nombres ni los rostros sino el odio de algunos que se comportan como elegidos, invasores de la integridad humana.
Calificar a todos por igual es favorecer y engrandecer su odio y su carente ideología. No conocer no es un delito, pero repetir golpeando con la palabra a inocentes, estigmatizando a los humanos es un crimen. La prisión para la joven Osama es su liberación, la burka su refugio. Cada extremista que habite la tierra es un asesino en potencia y escapar de ellos es enfrentar a un torturador que desconoce la clemencia.
Guerrilleros en Colombia, narcotraficantes en México, pandilleros del Salvador, talibanes, nazis, ejércitos criminales, gobernantes en Cuba; todos caminan por la misma línea: destruir sin piedad, asesinar a voluntad, exterminar y dominar las mentes débiles, menospreciar las mujeres.
Paredones, juicios sin testigos y sin causas, turbas incitadas a gritar y violentar, niños y jóvenes que suman a su ejército. ¿Recuerda algo estas imágenes? Miseria, destrucción, himnos, consignas. Cambian los nombres no los instintos.
Cuando generalizamos poco ayudamos a las víctimas porque engrandecemos su ego y su ejército. Sobrevalorar sus fuerzas es atemorizar inocentes es perder la batalla. Basta de contribuir a expandir el miedo y sectarizar naciones, los invito a conocer la causa y el sufrimiento de cada pueblo. Osama puede ser un buen comienzo.
Miami, FL., USA
05/11/2011
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