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lunes, 28 de febrero de 2011
SOLO UNA GERENCIA MEDIOCRE DEJA CESANTE EN LOS METS AL CUBANO LIVAN HERNANDEZ
A LIVAN HERNANDEZ LE SOBRA LO QUE ESCASEA EN LOS METS
Por Andrés Pascual
Los Mets cesantearon al cubano Liván Hernández. El héroe de los playoffs de la temporada 1997 con los Marlins, es enviado al asueto con 7-8 y 5.47 de promedio de carreras limpias. Una decisión rara de acuerdo a la personalidad del cubano y a la respuesta general del club ante la forma como esta resolviéndose el compromiso diario en el terreno de juego.
Lo que molesta de esa cesantía es que el “release” se lo da un club que necesita, más que ningún otro en la Liga Nacional, de un elemento que se trae desde la cuna y no lo amparan ni la velocidad supersónica ni las curvas que pongan en vilo a toda la concurrencia y es el coraje, el valor personal ante el reto por difícil que sea…y, este factor, un sello tradicional del pitcheo cubano históricamente, tanto a Liván como al Duque Hernández, les sobra.
Hay personalidades que, por razones que nadie sabe, le transmiten a un club sus “discapacidades” y, de un año para otro, le pueden cambiar la fisonomía al equipo que no hay forma humana que se le pueda reconocer, en concordancia con su nombre y actuación histórica. En el caso de los Mets de Nueva York, posiblemente ese elemento sea el dominicano Omar Minaya…
En los últimos años, Nueva York ha tenido una serie continuada de fracasos con sus dos clubes; pero no se ha visto que tomen el sartén por el mango ante cada paso, catastrófico más que errático, con la destitución de sus Administradores Generales…y Brian Cashman y Omar Minaya siguen ahí, botando dinero y sin hacer nada en pro de la causa, como no sea, en el caso del dominicano, creándose una auréola de genio operativo al que hay que entrecomillarle “del desastre y la derrota”.
A Minaya no le gustan los cubanos: hace 4 años leí un artículo que escribió para Fox Sports, cuyo título era “Se acabó la mística del pelotero cubano”, en el que destiló envidia y bajas pasiones en cantidades increíbles. En aquel momento, yo hice un articulo en el Diario las Américas contra esa infamia encubierta en sentencia docta que titulé, “Tragedia, no curiosidad, el caso del jugador cubano de hoy en Grandes Ligas”, en el cual aludí a la poca posibilidad de desarrollar sus habilidades y relaciones por la barrera del idioma, porque llegan a veces a una edad en que el aprendizaje es difícil y a que, a pesar de provenir de un béisbol sin clase por el estancamiento general, todavía eran muy buenos. Los últimos tiempos, con el éxito de Alexei Ramírez y la consolidación evidente de Kendry Morales, acaso justifiquen a los que nunca perdieron la fé en el pelotero cubano, que no he sido yo uno de esos casualmente; pero entendí, con la firma y el desarrollo de Alexei Ramírez, que ningún país del Caribe puede probar un jugador directo, de una liga como la cubana, en el nivel de Grandes Ligas y que se desempeñe como el pinareño; a quien no le ha hecho efecto el tan cacareado “JINX” del segundo año tampoco.
Minaya se “encaprichó” en latinizar a los Mets de Nueva York, como parte de ese complejo de inferioridad de muchos hispanos, que quieren aplicar rasantes de superioridad sobre el americano en el deporte para, extraña forma de hacerlo, demostrar igualdad en otros áreas ajenos al terreno de juego.
Y el jugador latino es muy bueno, pero con filosofía diferente al americano, por lo que la derrota afecta su juego mas profundamente y la capacidad de reaccionar a ese problema es lenta si no nula, comparada con los estadounidenses o canadienses...
Sin embargo, en el Caribe hay un jugador que aún, a pesar del esfuerzo increíble de Castro por borrar su comportamiento histórico, basado en la tradición gloriosa, no se le ha podido quitar ni su entusiasmo ni su inteligencia, ni su pimienta ni su valor para jugar a la pelota y ese es el jugador cubano.
Los peloteros como Alexei Ramírez, como el Duque Hernández o como Liván, provienen del seno de una Madre Patria que, todavía, hace de las suyas cuando le firman como jugadores de primer año a peloteros que, por su edad, ya deberían colgar el traje y los montos de esas firmas son millonarios; el caso del Duque, convertido en estrella a una edad en que ya muchos están retirándose; o la tremendísima actuación, sin experiencia de liga menor de Ramírez, algo dicen de la diferencia del cubano. Cualquiera puede negarlo por las circunstancias que quiera, ahora, el americano, el dueño del pasatiempo, el que más sabe de pelota en el mundo y más interés tiene en su béisbol, ese es el primero que nunca ha dejado de reconocer la clase y la competitividad criolla, por encima de los instintos malignos del castrismo. Tal vez los americanos sepan que Cuba, sin Castro, con estímulo profesional, no necesite mucho tiempo para desplazar al 50 % del jugador hispano que, de forma oportunista y continuada, se apropió de un mercado que no le pertenece ante la historia, máxime cuando la patria de Martí iba rumbo a una franquicia de Liga Grande con todas las de la ley…o, ¿Sí?
El pelotero cubano era diferente al del resto del área; todavía es diferente al de la región y que se equivoquen y normalicen su acceso al Béisbol Organizado, que recreen de nuevo el profesionalismo dentro de Cuba, que el cuento lo haríamos poco después…
A fin de cuentas, la personalidad de los Mets de Nueva York está indisolublemente ligada a la de Minaya, el considerado “Artífice en la creación de estos Mets” y es verdad, nunca hubo más verdad que en eso que dicen los articulistas dominicanos, boricuas…de ESPN Deportes y otros medios hispanos sobre Minaya y estos novísimos y extraños Mets, que son el retrato de la cobardía y el poco empuje, a pesar de las lesiones, en el terreno.
La adquisición de Santana se puede considerar un rotundo fracaso, por lo menos este año, y, la escasez de coraje, se refleja directamente en el pitcher zurdo, que lanza un juego regular, uno malo y otro peor; porque, cuando se pierde la confianza en la novena, se viene abajo toda la estructura. Santana, uno de los mejores pitchers de Grandes Ligas, ha perdido hasta la capacidad de ponchar, signo evidente de la pérdida del férreo dominio de otras temporadas con un club, por lo menos en la plantilla, supuestamente inferior al neoyorquino, como Minnesotta.
Revise todos los staffs de pitcheo de abridores de ambas liga y verá que, más del 30 % de los serpentineros, tienen records inferiores al de Liván Hernández y que no solo están cogiendo palos desde los tres últimos juegos que han abierto; sino que los matan desde que arrancó el calendario.
Con este elemento en la mano, hay que llegar a la conclusión que no hubo la mínima consideración con Liván, sobre todo cuando Jerry Manuel, al estilo de cualquier político en campaña, cacareó, día tras día, que el cubano no perdería su puesto; circunstancia que yo esperaba, porque, cuando repiten tanto algo, es porque harán lo contrario.
Resulta increíble que ese club se haya desprendido del cubano, en vez de buscar una solución centrada en que, alargando un poco cada salida del derecho, le ayudaran a recuperar la poca velocidad que realmente tiene el criollo, para que pudiera concluir la temporada con fuerza similar a la de los primeros tres meses.
Pero por lo más increíble que resulta es porque, Liván Hernández y el Duque, son monumentos al coraje desde el box y, por extensión, en la vida misma…parece que ni Minaya ni nadie en la gerencia de los Mets entiende que, lo primero que tiene ese club, es una historia de cobardía de fecha que, este año, rompió el récord, porque arrancó desde el primer mes.
El mejor experimento que puedan hacer en la Gran Manzana es evitar “una maldición” publicitada que, parece, que ya los agobia.
Lo bueno para el club es que está completamente reconocido el lugar donde se enterró la brujería: en las oficinas de la gerencia general y, el nombre del “daño”, es Omar Minaya.
Miami, FL., USA
02/28/2011
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