martes, 7 de diciembre de 2010

ELIZABETH EDWARDS (61) E.P.D.


MUERE DE CANCER A LOS 61 AÑOS ELIZABETH EDWARDS

WASHINGTON (EFE)

Elizabeth Edwards volvió a saltar a la palestra nacional este lunes, sólo unas horas antes de su muerte, cuando se anunció que los médicos le habían aconsejado dejar de tratarse el cáncer que padecía, porque ya no había nada que hacer.

El cáncer de mama con el que sorprendió al país en noviembre de 2004 justo cuando su esposo, John Edwards, candidato a la vicepresidencia demócrata con John Kerry, acababa de aceptar su derrota frente a George W. Bush, acabó con su vida hoy, siete de diciembre, apenas seis años después.

Entre entonces y ahora, Elizabeth Edwards dio un gran ejemplo de dignidad ante las dificultades, de coraje y, sobre todo, de fortaleza ante el adulterio de su marido, el dos veces aspirante a la candidatura presidencial demócrata, John Edwards.

El engaño puso punto final a la "gran historia de amor" de la que ambos presumieron siempre y que empezó en un Wendys.

Y es que, cuando ambos eran estudiantes de derecho en Carolina del Norte, eran pobres y, ante la falta de medios, se comprometieron en este restaurante de comida rápida donde ella recibió un anillo de once dólares.

Desde entonces, durante más de 30 años, volvieron cada año a celebrar su aniversario en este restaurante que hace competencia a los McDonalds en EE.UU.

Juntos sobrevivieron el duro trance de la muerte en accidente de tráfico de su hijo Wade, a los 16 años y juntos decidieron tener posteriormente a sus dos pequeños, para recuperar la alegría en su hogar.

Ella se sometió a brutales tratamientos de fertilización artificial y llegó Emma Claire, que tiene 12 años y nació cuando su madre tenía 48. El benjamín, Jack, llegó dos años después.

Su vida, al menos de cara a la galería, fue perfecta y Elizabeth, con su apariencia hogareña, su mente aguda y analítica y su gran sentido común, se convirtió en uno de los grandes activos políticos de su marido.

Se definía a sí misma como una mujer "anti Barbie": bajita, regordeta y con cara de vecina amable. Cultivaba sin esfuerzo una imagen de persona accesible, cálida y optimista.

Hija de militar, se crió en parte en Estados Unidos y en Japón antes de ingresar en la Universidad de Carolina del Norte para estudiar Literatura, que acabó dejando por la Facultad de Derecho, una carrera por la que se inclinaban ...

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