LO QUE TEMIAMOS SUCEDIO
Por Marelys Leyva
No es recomendable llenarse de júbilo y euforia por hechos impredecibles como el repentino cambio anunciado por el dictador Fidel Castro. Es cierto que muchos soñamos y fantaseamos con la idea de que el anciano líder a un paso del umbral de la muerte decida poner un remiendo a su bien ganada reputación como destructor de sueños y vidas de más de una generación en un país. Pero de ahí a que nuestros sueños se hagan realidad es como pedirle peras a un olmo seco.
Pero bien no es que del todo este anuncio no sea cierto. La reacción del comandante un día después de sus declaraciones no es del todo contradictoria pues era de esperarse que así sucediera. El enorme revuelo que debió causar en el país y dentro de la cúpula debe haber sido estruendoso, con los pertinentes reproches por parte de los más cercanos al tirano. Este en un arranque senil de remordimiento; habló al periodista todo lo que su amordazada conciencia le había estado gritando por años.
El dolor de un pueblo entero vulnerado en todos sus derechos, la sangre de los mártires que han luchado por la libertad ofrendando sus vidas y poniéndolas como pedestal para que una sociedad justa sea erigida han actuado como mensaje subliminal directo al despótico líder que debido a su decrepitud no ha podido refrenar su lengua haciendo pública una verdad ya conocida.
Imaginamos todos los reproches que recibió el contumaz dictador y conociendo la desproporcionada magnitud de su ego era de esperarse que reaccionara de esta manera poniéndose como burlador de la prensa y de la opinión pública, demostrando una vez más su irrespeto por todo y todos.
De todas maneras no perdemos la esperanza de que algún día el pueblo cubano pueda llenar sus pulmones con aires de libertad y erigir su sociedad sobre las bases de igualdad y respeto a los derechos humanos.
Al comandante le decimos: Lo siento lo dicho, dicho está.
Punta Gorda, FL., USA
09/12/2010
Buenisimo alalisis ..lo dicho dicho esta saludos de Ernesto
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