miércoles, 30 de junio de 2010

UN HOMELESS PIDE AYUDA EN UNA CALLE DE MIAMI


UN PEAJE AL VICIO
Lic. Amelia M. Doval.

Trabajar no es un delito, ganarse la vida sabia y sanamente es gratificante. La vagancia es un acto de crueldad social, de abuso. Cuando al recorrer las calles de Miami encontramos la nueva modalidad del mendigo callejero que se anuncia con carteles a los cuales le imprime en el texto gracia y relativa sinceridad se pudiera cuestionar el sentido de pedir. De un lado de la carretera a otro compiten hombres honestos.

Se vende de todo bajo el sol mientras los cuerpos sufren del sofocante calor sumado a los riesgos de encontrar un chofer despreocupado. Del otro lado hombres fuertes, capaces de enfrentar el mundo, si tuvieran un poco de cordura para sostener a raya sus vicios, dedican las horas a rogar una limosna.

Es denigrante la imagen apostólica que asumen estos individuos. Cigarro en mano, botella al pie, cartel sostenido, sonrisa en los labios, paso lento. Cuestionarse cómo un ser puede llegar a perder el sentido de respeto hacia sí mismo no es el tema.

Lo más preocupante es ver la depauperación del ser humano. Dirigiendo la vista hacia delante se pueden ver rostros jóvenes que asumen el diario. No todo está perdido, la juventud se enfrenta a los años venideros con el deber de aprender ahora, cuando es su momento, su tiempo.

Es justo o no entregar dinero para el vicio, sería loable descubrir en esto un trabajo. Al menos no es un robo a punto de pistola, no asaltan, piden. Es lógico entregarse a la caridad pública cuando la abundancia física y la salud no justifican esta imagen de desamparo. Son demasiadas preguntas, considerar que recurrir a la lástima es una manera sana de ganarse la vida, deja sin palabras al sacrificio.

La persona trabajadora, cansada de entregarse desde la mañana a una jornada de esfuerzos siente vergüenza y colabora con este crimen al respeto ajeno. No son visitantes ocasionales han encontrado en pasear bajo el sol con su pancarta una buena fuente de ganancia. Si usted necesita pasar cada día dos veces por el mismo lugar, estaría pagando el peaje al vicio.

Cada ser humano debe ser autónomo en el momento de escoger su futuro. El libre albedrío es una opción, un requerimiento para sostener la línea de vida. La mentalidad de crisis económica abre las puertas al pensamiento debilitado por el vicio de obtener lo deseado sin esfuerzo propio.

Sería justo preguntar si el sacrificio de salir a pedir, no es similar al de trabajar o es simplemente que de esta manera se evaden las reglas sociales. No hay jefes, no hay normas, no es necesario reprimir los gustos excesivos porque justamente estos son los que procuran el dinero para sostenerlos.

Desgracia, enfermedad, vicio, irresponsabilidad social y personal. ¿Merecen estos hombres un mundo mejor? ¿Realmente ellos están buscándolo o se conforman? Facilismo moral o abandono social. Culpar al gobierno es escoger la línea equivocada.

Entregarse al dominio de los placeres dañinos puede ser una debilidad personal o psíquica. No es justo trazar una línea y cuestionar sin medida. Aunque tampoco se puede omitir que el ser humano trabajador mantiene doblemente el vicio desmesurado de quienes lo practican.

Cuando se contribuye con dinero del salario a sostener a los más necesitados y cuando éstos no hacen el menor esfuerzo por romper el ciclo, saliendo a la calle con el firme propósito de provocar en usted el deseo de ayudar.

No sentir vergüenza ante una mano que pide cuando forma parte de un cuerpo menos cansado que el suyo, no es delito, es respetarse como ciudadano que aporta a la vida ofreciendo sus mayores esfuerzos.

Miami, FL., USA
Columnista Ciudadanos-Cuba.

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