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jueves, 6 de mayo de 2010
GUSTAVO DUDAMEL, MAESTRO DE MAESTROS
¿ES DUDAMEL UN TRAIDOR?
Por Roberto Carlo Olivares
En un país radicalizado y con opiniones antagónicas tan marcadas, es pertinente hacerse esa interrogante y muchas más. Hace algunos días discutí con dos familiares que apoyan a capa y espada a Dudamel, con todo y que saben que el genio musical venezolano ha permitido la politización de su imagen, de su música, y lo peor de todo, de las generaciones de relevo juveniles en las escuelas musicales dirigidas por él y el Maestro Abreu.
Mi posición está bien definida: No acepto que una persona pública que hoy en día es considerada un fenómeno artístico a nivel mundial, y es llamado por muchos de los conocedores en la materia y críticos musicales “El Maestro de Maestros”, se haya prestado para esas vagabunderías ideológicas que dejan mucho que pensar y desear de su persona.
Asimismo, le expliqué a mis familiares, que algunos hijos de los botados de PDVSA durante el paro petrolero nacional, fueron expulsados de las academias por venganza o retaliación política, y actualmente no se les permite a los jóvenes de padres opositores firmantes, entrar a las escuelas del maestro Abreu y Dudamel. Escuelas que por cierto, pertenecen a todos los venezolanos y subsisten con nuestros impuestos.
Igualmente, expuse que el gobierno le ha prohibido a las sinfónicas juveniles de la nación, interpretar canciones muy puntuales que el dictador y su harén delincuencial, consideran capitalistas o representativas de la cuarta república. Desde mi punto de vista esa posición es inaceptable, bochornosa y sumisa.
Lamentablemente Dudamel y el Maestro Abreu, han permitido que se politice el arte y la música.
Mis familiares me decían que Dudamel y el Maestro Abreu lo hacían porque no tenían opción, y querían seguir ayudando a los niños humildes de la patria. Sí en realidad es así, entonces creo que los dos genios musicales de Venezuela, le deben al país una disculpa y una explicación apropiada, después de que Chávez sea derrocado y las interrogantes empiecen a ser esclarecidas para el bien común de la nación.
No sería venganza ni persecución, sencillamente serían respuestas necesarias que ayudarían a recomponer el tejido social de la patria. No podemos titubear, nuestra lucha es entre la democracia y el totalitarismo castro-chavista criminal. Dios y el diablo no son compatibles.
El ser colaborar y coparticipe de un régimen dictatorial comunistoide, es algo muy grave que a la larga traerá consecuencias peligrosas. Dado el grado de fama actual que posee Dudamel, de repente las consecuencias nunca serán económicas, pero sí serán morales y espirituales. Creo que el Maestro Abreu y Dudamel han debido darle un parado al régimen desde el principio, actuando con la frente en alto y explicando las razones de sus renuncias irrevocables de manera pública y notoria.
De repente el equivocado soy yo. Pero si hay algo que he podido observar y aprender en los libros, documentales y películas de historia, relacionadas con regímenes totalitarios, es que los académicos, artistas e intelectuales, siempre han tratado de caminar entre dos aguas disimiles e incompatibles, siendo al final del camino devorados por el mismo sistema autocrático que ayudaron a conservar en nombre del arte y la cultura.
Recuerdo el caso del Embajador Milos Alcalay, representante de Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hace algunos años atrás. El embajador renunció a su plaza diplomática en medio de protestas callejeras estudiantiles y una represión brutal por parte del gobierno venezolano.
Alcalay fue muy enfático al afirmar ante la comunidad internacional y el país entero, que no podía seguir siendo parte de un régimen opresor que violentaba los derechos humanos y asesinaba a estudiantes pacíficos y desarmados, utilizando bandas paramilitares financiadas por el propio gobierno. Esa fue su decisión irrevocable y hasta el día de hoy se la reconozco admirablemente.
Al final de cada jornada los seres humanos colocamos nuestra cabeza en la almohada, y es en ese preciso instante que la conciencia nos recrimina, o en su defecto, nos enaltece. Tal vez no deberíamos juzgar a nadie, otorguémosle a Dudamel y al Maestro Abreu el beneficio de la duda y que sean juzgados por su propia conciencia en el momento apropiado. ¡Venezuela será libre!
“Nunca he podido concebir como un ser racional podría perseguir la felicidad ejerciendo el poder sobre otros”, Thomas Jefferson.
¡Patria, Democracia y Libertad!
robertocarlo14@hotmail.com
04/26/2010
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