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lunes, 16 de agosto de 2010
MAYA ES UN CASO RARO Y SOSPECHOSO
NI DESERTORES NI EXILIADOS; ENTONCES, ¿QUE?
Por Andrés Pascual
“El grito en el cielo”, ese debería ser el nombre del sainete que está montando cierta prensa de Miami ultra ofendida porque la mayoría de la crónica deportiva no cubana trata como “desertores” a los atletas que escapan de la Isla buscando… ¿Qué? Billetes, pero de forma tan extraña que la impresión de muchísima gente es que la anuencia de la tiranía esta detrás. Si no comparte esta idea, recuerde que el pitcher Maya, recién firmado por los Nacionales de Washington, fue detenido un día como hoy en Pinar del Rio por intento de salida ilegal y, al siguiente, se le pudo ir a un sistema de seguridad que involucra a por lo menos 18 de 20 en cada cuadra vía CDR; vamos, que no se escribe para muchachos ni para idiotas, hay que tener un poco de pudor para tergiversar estos detalles. O el caso Chapman o ¿Alexis Ramírez? Por favor, “mas respeto al respetable”…yo me quedo con Arocha, el Duque, Liván, Arrojo y Osvaldo Fernández, el blanco y con Kendry y Betancourt, fuera de estos, ¡Que Dios me encuentre confesado!
Como que los cronistas protectores de estos jugadores cubanos o boxeadores del recién creado “ejército de ilegales” de la Mayor de las Antillas evitan ser radicales en sus análisis, pues no se le puede exigir a alguien ajeno que diga lo que le venga en gana.
Nadie que salga de Cuba desautorizado por el régimen está supuesto a ser tratado como un similar de los hispanos que abandonan sus países rumbo norte; para establecer esa diferencia, se le da carácter de refugiado político si llega a Estados Unidos como primera parada en la fuga a quienes, en más del 85 % de los casos durante los últimos 20 años, no lo merecen. Sin embargo, tiene dos opciones: o se acoge al refugio; o suaviza el compromiso consigo mismo y con la libertad de Cuba a través del pernicioso Ajuste Cubano que, desde hace más de dos décadas, sobra y es un instrumento de la dictadura y de los gobiernos americanos que buscan, a como de lugar, la destrucción del exilio. Si bien el concepto de refugiado establece la imposibilidad moral del viaje a Cuba por concepto “seguridad individual” y porque es indigno regresar al punto del cual se tuvo que salir por “persecución” y para lograrlo se le mintió a las autoridades americanas de Inmigración, el Ajuste contempla intrínsecamente los casos con sospechosa benevolencia y desecha de su compromiso el caso de la visita, la que convierte en “humanitaria”, así como el desangre económico de la ciudad por la vía de la remesa; luego, opcionalmente, el 99.9 % del cubano que llega aquí se declara “ajustado”… Pero estos atletas de hoy; o se van o son enviados a terceros países (preferentemente República Dominicana donde una mafia quien sabe dirigida desde donde se encarga de ellos en todo) para evitarles la declaración política con el rechazo a la invitación a hablar en Radio Mambí y en Martí Radio-Televisión; aunque lo justifican con lograr el supercontrato, inmerecido la mayoría de las veces, que nunca podría ser si se someten al sorteo amateur americano en el caso del béisbol o del baloncesto.
Los atletas cubanos del castrocomunismo sí son propiedad exclusiva del tirano y esos atletas, mientras están rumbo a la consecución de su sueno que es integrar uno de los equipos que representan al dictador, se sienten cómodos en el papel de propiedad o marionetas del sistema y durante una etapa larga más que prudencial como miembros. Durante ese tiempo aplauden, bendicen y le dedican las victorias al tirano; atacan como miembros de brigadas progromistas lo mismo a un disidente que a uno que “se quería ir”; o suben a una grada en Méjico o en Canadá a golpear a compatriotas, lo mismo hombre que mujer, luchadores por la libertad de los agresores más que por otros, como “apoyo al compromiso de la ESPA con nuestro Cdte. en Jefe” y nunca se capacitan para responderse a si mismos con decencia que ese “me quería probar en un béisbol superior” ni se acepta, ni se cree por nadie.
Gavilán fue batistiano y Johnny Sarduy anti; pero a ninguno de los dos les fue vedado el ganarse la vida boxeando como profesionales por una u otra preferencia política; ni fueron obligados a permanecer como aficionados para repletar el morbo indecente de una ideología política que lo destruyo todo y que se constituyó en imperio deportivo de mentiras con aceptación, primero que todo, del atleta-esclavo por voluntad propia. O, ¿Acaso no lee o escucha a boxeadores y entrenadores hablar sin pena lo de “la mejor escuela de boxeo del mundo”?
Julián de la Torre, ex jugador de cuadro y ex reservista del Habana, fue miembro del movimiento 26-7 del tirano y nadie en la Liga Cubana le creó problemas por eso en cuanto a su trabajo; ni en las Ligas Menores de Estados Unidos, tan lejos fue que se quedo allá y, como un vulgar criminal, represor del G-2, murió hace poco.
No, el atleta que huye del comunismo (a veces, otras lo mandan a huir) no es como aquellos “de antes”, porque no tiene idea de que es la libertad; ni de la vida con la decencia de la soberanía individual y, entre los viajes a Cuba, las remesas, Obama, los Van Van en Miami y Silvio en Orlando sazonado con la perforación del exilio, nunca lo llegan a entender ni a interesarle, para esta gente “todos los tiempos” en Cuba es un solo tiempo: el de ellos 1962-presente y que “siga la timba, timbero”
Yo confieso que jamás he llamado a estos atletas “desertores”; pero solo porque no he querido, porque el compromiso que establecen con el régimen va mucho más allá del carácter deportivo y, que nadie lo dude y se lo escupen a la cara, lo aceptan y lo manejan a su favor cada vez que los abanderan ante el mundo cuando los tratan como “ejércitos de nuevo tipo” en una lucha sui generis con peso ideológico, que no por gusto cuando Marquetti decidió para Cuba con jonrón en Nicaragua en 1972 contra Estados Unidos, la dedicación fue “para Fidel” y su esposa había dado a luz pocas horas antes…Tampoco se debe obviar el concepto desfachatado, ignorante y amoral con que Omar Linares, Sigfredo Barros y un largo etcétera le reprochan la actitud a estos “desertores” al considerarlos malagradecidos, porque “son lo que son gracias a la Revolución y todo lo que saben se lo deben agradecer”, cuando la realidad es que a Castro tienen que culpar por lo que no son y por lo que no saben; o ¿Acaso Oliva, Tiant, Miñoso, Luque…eran de la luna? ¿Qué le tiene que agradecer Preston Gómez a Castro?
Bien, que Peter Gammons o Enrique Rojas no los vuelvan a llamar “desertores”, Okey; pero yo ni de juego me atrevo a considerarlos “exiliados” y, posiblemente, ellos se sientan cómodos con la separación… Entonces, ¿En que carril van a colocar ese vagón? porque utilizar “salieron de Cuba buscando mejoras económicas para el y para su familia y para ser dueños de sus destinos”, como proponen algunos, es insípido, feo y demasiado largo para tenerlo en cuenta de acuerdo a los espacios reducidos de la prensa de hoy.
La convocatoria debería ser no al survey basado en si les deben llamar o no “desertores” que, como este país es libre, el que lo desee lo seguirá haciendo; si no en la proposición a la búsqueda del nombre que los identifique como bien separados del objetivo supremo: patria y libertad. Para mi ninguno mejor que “oportunistas por carambola” o “Soldados de nuevo tipo” de acuerdo al caso y pare de contar.
Miami, FL., USA
08/16/2010
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