jueves, 14 de enero de 2010

LA CRISIS, UNA JUSTIFICACION SIN SENTIDO


Agradecer es un acto innato después de asumirlo como parte de un pensamiento adherido más que adquirido. En estos tiempos deberiamos agradecer hasta lo malo y lo digo por experiencia porque cada paso en la vida, cada etapa es un punto de partida para el siguiente escalón. Voltear la cabeza y desenterdernos sería un pecado mortal pues a todos nos salpica o nos salpicó la mala interpretación que sobre términos ecónomicos se le dio al despilfarro y la corrupción que impúdicos dirigentes llevaron y llevan a cabo para, cargando sobre los hombros de los más humildes mortales, engrandecer su peculio personal. Esta vanal manera de vivir pensando sin pensar que siempre el maná llenaría la mesa , dejó sin fondos lo que un día se creyó insondable. El país está en una crisis que nos alienta por minutos y nos desalienta por día, el pesimismo se hace dueño de las mentes que dependen de su trabajo para avanzar a paso lento pero comprensible.

Me resisto a vivir de esa manera, creo y confío que siempre una puerta se abre si podemos empujarla con la fuerza de conseguir lo deseado. Si bien es cierto que la avaricia y el derroche nos llevaron al desconcierto, continuar sobre esos rieles nos pueden conducir con extremada rápidez a descarrilarnos sin esperar consecuencias menores.

Lo que ciertamente me preocupa más no son las causas, esas por desgracia solo con el remedio del castigo se podrán detener, lo que realmente me inquieta son las consecuencias, porque en esto todos hemos sido culpables, la piramide de la vida no exonera del castigo a los que sostienen el delito, pues como el circo si los que reciben el aplauso son los de arriba, solo la maestría de los que están en la base les permite la seguridad de levantar los brazos en señal de victoria y como en esta avalancha todo se viene abajo arrastrando lo que a su paso hay, también se viene abajo la moral de muchos, la autoestima de otros. He podido comprobar que el sistema de sobreprotección a los poderosos que ha adoptado el gobierno no ha sido suficiente para darle el necesario empujón al país, no estoy refiriéndome a lo que las estadísticas económicas declaran estoy haciendo hincapié a la práctica diaria, al comprobar la cantidad de personas que están sin empleo y recibiendo un subsidio económico que apenas le alcanza o para aquellos que están deseperados por no encontrar un sustento estable pero, en medio de todo he tenido la insatisfacción de tropezarme y ha diario, con personas que se han acostumbrado a vivir sin trabajar, personas que están contaminadas con el virus de la ley del Mercado (la oferta y la demanda) a la inversa pues la informalidad, baja calidad de los servicios, malos tratos y demás inconvenientes que estamos adquiriendo como costumbre hacen del diario una batalla cuesta abajo, no ponerle freno a este desorden nos haría acostumbrarnos a pedir de favor en vez de exigir un buen trato. No quisiera valorar yo el todo por la parte mas me desconcierta y quizás porque vengo de un lugar donde lo malo se hizo costumbre reniego de recibir una pésima atención cuando voy a pagar por ello.

Sería lógico pensar que la competencia llevaría al mejor servicio y a los mejores precios, pero no es lo que está ocurriendo. Tomemos conciencia que seguirle el ritmo a este loco baile nos puede conducir sin retroceso a un túnel sin salida. Es la conga del desorden, se sigue el paso sustentados unos en los otros. Sería más lógico si los gobiernos lucharan por enfrentar la decadencia hereditaria abriendo posibilidades de desarrollar las economías creando una infraestructura básica. Permitir el robo y la mentira despiadada no establece un sostén con pronósticos de futuro para una sociedad que se vislumbra con ansias de crecer.Desarrollar pequeños negocios, promover el avance turístico desde una campaña no con la idea preconcebida del acomodo sino con los deseos reales y palpables de acometer una tarea con el triunfo garantizado. Es cierto que Miami se promueve porque es una imagen de ciudad de ensueño que se vende como sitio paradisiaco, por su clima y su belleza, por lo tanto somos una urbe de servicio que solo florece con calidad y con la cantidad necesaria para que la competencia fructifique. Una actitud intransigente hoy nos garantiza mejores resultados en el futuro. Crisis necesariamente no es sinónimo de deterioro, pudiera por el contrario homologarse con la abundancia de nuevas ideas y nuevos caminos si como bandera izamos la perseverancia y la meta no dejarnos vencer. Agradecimiento y sacrificio son las dos palabras que el orgullo y la prepotencia desacreditan con más empecinamiento, sin tener en cuenta que su poder no trasciende cuando la obstinada petulancia no toma conciencia de su moribunda fuerza.


Amelia M.Doval
Miami, Fl., USA
01-13-10

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