martes, 22 de febrero de 2011

CAMIONETA DONDE FUE HAYADO EL CADAVER DE LA NIÑA DE 10 AÑOS, NUBIA DOCTOR


EL PECADO DE OMISION
Por Martha Pardiño

La vida se ensañó con los gemelos Nubia y Víctor Doctor. Primero su madre, alcohólica y drogadicta, no se ocupaba de ellos. Al padre tampoco le importaron sus hijos. Me imagino la niñez tan infeliz que habrán tenido Nubia y Víctor con una madre negligente y embriagada, y pienso que hasta hambre deben de haber pasado cuando pequeñitos. Y descuidos, y llantos no consolados, y caricias y besos que nunca llegaron. Los abusos son reportados al DNF.

Es entonces que el Departamento de Niños y Familias se los quitan a sus padres biológicos y los dan en adopción nada menos que a los Barahona, esta pareja infernal que los ataba y los metía en la bañera para que no molestaran. Las maestras se daban cuenta de que los niños iban al colegio sucios, mal nutridos y desaliñados, y muchas veces con moretones. Había quejas telefónicas en el DNF que informaban sobre el aspecto de los niños. Hasta una maestra informó que Nubia últimamente estaba muy nerviosa y atemorizada y que robaba comida de la escuela.

El Departamento envió a una empleada a visitar a los Barahona y averiguar sobre estas llamadas pero la entrevista fue pirateada por Carmen Barahona quien no dejó a su hijo, que al parecer quería contar algo, aduciendo que era autista y enviándolo a su cuarto. La visitadora se fue y no hizo más averiguaciones a pesar de que el caso estaba lleno de dudas y de importantes pistas sobre las malas condiciones de vida y el trato que en casa de los Barahona recibían los niños, y que hasta tal vez hasta sus vidas estaban en peligro. Pero la visitadora no le dio un pensamiento más al caso.

El pecado de omisión es uno de los pecados más terribles que existen. Cuando no se quiere hablar por no involucrarse. Cuando prefiere uno no atreverse a decir la verdad por miedo al qué dirán. Cuando la indolencia pone un stop a nuestra conciencia. Cuando como en este caso, se hubiera podido salvar a Nubia de una muerte espantosa y a su hermano de un doloroso martirio, y nadie ha hecho nada, es entonces cuando uno se pregunta ¿cómo se pueden cerrar los ojos a tanta perversidad, negligencia e indiferencia?

Solamente una niña, un ángel de alma pura, que a su corta edad pudo darse cuenta de la tortura a que los gemelos estaban siendo sometidos, habló y denunció. La pequeña Alessandra Pérez, a pesar de que su madre le había advertido que callara, denunció la maldad de sus abuelos.

Se están haciendo investigaciones y pronto se sabrá quién tuvo más culpa: ¿el Departamento de Niños y Familias; la visitadora que no se tomó más tiempo en averiguar y que no vio más allá de la maldad y la hipocresía de Carmen Barahona; los padres biológicos que nunca se ocuparon de sus hijos? Para mí todos son culpables.

Descanse en paz Nubia y que en el cielo encuentre el amor y la ternura que nunca recibió en la tierra.

gloriaalejandra@bellsouth.net

Miami, FL., USA
02/22/2011

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