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sábado, 25 de diciembre de 2010
¿COMO SE PUEDE HACER AQUI LA POLITICA GENERADA EN LAS OFICINAS DEL DOR DEL PARTIDO EN CUBA Y DESPUES HACERLE CREER A ALGUIEN QUE ES POR EL PUEBLO?
LO BIEN HECHO NO PUEDE ELIMINARSE PORQUE ALGUNOS NO LO ENTIENDAN
Por Andrés Pascual
Castro no necesitó las divisiones del Ejército Rojo para imponer la represión y el hambre en Cuba a través del absolutismo dictatorial más brutal conocido en América, para llevar a cabo la ocupación del país hasta hoy, se apoyó en tres elementos que aún lo sostienen: el pueblo de Cuba (por lo menos una parte importante y sustancial todavía), la poderosa reacción liberal antiamericana de ambos partidos (ahora más que nunca) y el recurso de emplear como garantes y suministros a las clases vivas del país (varios magnates cubanos del exilio apoyan políticas encubiertas favorables al dictador y representan muchos negocios camuflados de la familia Castro y de otras de la Nomenclatura antillana hasta en Estados Unidos).
El embargo a Castro, que no se impuso como abusó contra un inocente; sino como castigo a un ladrón, no era parte de la política de apoyo a los luchadores por la libertad de Cuba en su inicio; ni fue un elemento concebido por su utilidad al intercambio acondicionado al respeto de los derechos humanos. No, esto resultó del robo sin indemnización de las inversiones americanas en Cuba; pero el tiempo nos dio la bola como un segunda base se la da al shortstop para concluir la doblematanza en el beisbol: sin apoyo americano a la lucha armada por la libertad; creando una atmósfera muy ajena a lo que se supone sean los ideales de la nación americana contra el patriota cubano y los casos de Eduardo Arocena y Luis Posada Carriles ilustran mejor que un mural gigante de Diego Rivera; abriéndole de par en par las puertas al cubano para que saliera en carácter exiliado en igual medida que aquellos que no tienen un ripio de principios patrióticos y bajo ninguna circunstancia se les puede considerar exiliados… ¿Cual era la contribución única, en contra de su voluntad evidentemente a estas alturas por la parte americana, que favoreciera al luchador cubano; sino la política del embargo acondicionada a supuestos intereses de apoyo a la democracia en Cuba?
Más que la justificación por la miseria material y moral que impuso en Cuba, el embargo lo ha entendido el tirano durante los últimos 30 años como el principal elemento de división entre la población cubana, lo mismo dentro de la isla que fuera de ella y entre las dos orillas a la vez.
¿Cómo logró convertir la dictadura el principal, tal vez único arma de los luchadores anticastristas contra aquella, en un boomerang favorable a la campaña de propaganda castrocomunista?
Ya quedan pocos cubanos en condiciones ni de hacer el cuento de una Cuba republicana; por lo que las generaciones actuales no ven como “su problema” ni los robos de propiedades ni, mucho menos, es problema de ellos las enormes cantidades de luchadores alzados en armas presos con cantidades increíbles de años de sanción y muchísimas de estas cumplidas; ni los muertos en combate; ni los fusilamientos…la idea del cubano de hoy no va más allá, por desgano, por apatía, por miedo o por lo que sea que lo que reflejó “En Silencio ha tenido que ser” o “Julito el pescador” en la lucha más desequilibrada de la historia de América, pero acaso más ferviente, desinteresada, apasionada y larga de esa historia.
Con una oposición que incluye el tratamiento de “disidencia”, que ha sido un altar al pacifismo en los últimos 20 años, dentro de la que existen muchos que deben ser tan patriotas como los de cualquier época y otros infiltrados como fichas de disuasión y confusión del quórum necesario, pues Castro ha logrado imponer sus “ordenanzas” de control de grupo empleando posiblemente a “su burguesía” nacional aquí a lo Carlos Saladrigas con, quizás, algún amanuense allá.
De tal forma va mal encaminada la confrontación por la parte supuestamente anticastrista, que nació aquella Carta de los 74 en la que pidieron que autorizaran a los americanos a “turistear” en la Isla sin arrancar el derecho a igual placer por su propio pueblo.
La disidencia cubana refleja como nadie el postulado de Arthur Koesler de que “después, la lucha continuará entre comunistas”, porque, tal vez acertadamente; aunque yo no concuerdo con eso, sino con la búsqueda de quienes no estén contaminados por el castrismo, los rostros dirigentes de la supuesta oposición de hoy de mayor promoción propagandística proceden del oficialismo, algunos solo de acuerdo con “cambios o maquillaje”; otros, elementos del DSE y el resto, que nadie sabe cuántos ni quiénes son, patriotas desconocidos. En resumen, un frente contra Castro promocionado por antiguos elementos del tirano, muchos por la política del “callo pisado”, no va a lograr nunca entre el pueblo la conciencia, el respeto y la confianza que se necesita, porque les desprecian y les temen.
Por razones conocidas y evidentes, pocos en esos grupos hablan de demoler la estructura tiránica; sino de cambios, de conversaciones que ayuden a…desconociéndose que el ghandismo pacifista está en desuso hace rato por inoperante e inefectivo y más para un pueblo que guarda en su interior el odio más salvaje concebible de unos contra otros.
La lucha en Cuba necesita obligatoriamente una exigencia que no puede ser “cambia esto…”, sino “sal de ahí ya y paga por lo que hiciste…” que supone la única lucha posible: la violenta, en las protestas callejeras que, se sabe, cuestan sangre, pero no hay otra alternativa.
Cuando el canciller español Miguel A. Moratinos estuvo varias veces en La Habana durante la huelga, no fue con la intención humanitaria de salvarle la vida a Guillermo Fariñas, a ese señor no le importaba la vida del individuo en grave estado, ni de 10 millones como él; sino para normalizar la situación crítica de la tiranía con Europa y continuar con lo de “la posición común” favorable al régimen, que sí había que salvarlo a cualquier precio; para que no hicieran más y mayores efectos las denuncias por los crímenes que, en silencio, realmente hace 50 años que cometen en espiral, sobre todo en un momento en que este mundo tan sucio y corrupto acababa de premiarla con un puesto de interés en cuanto a derechos humanos en la ONU.
Castro siempre apostó para calmar el rugido reclamante por sus crímenes al efecto del golpe, que “hoy se hincha y duele; mañana se baja y a otra cosa…” Parece que esta política esta en la agenda del hermano, por eso usa a la iglesia, que no la manipula, sino que la posee; porque es su iglesia, a imagen y semejanza de todos los grupos que los apoyan en el mundo financiados por la propia Habana y por otras fuentes, incluso que todos los grupos religiosos en la Isla como, recientemente, los judíos. Todavía hay quienes creen en la buena voluntad de un templo autónomo e independiente inexistente en Cuba y confiaron en la Iglesia, como Carmelo Mesa Lagos que, como otros, ve señales al final del túnel; entonces les manipulan su nombre y su prestigio, con el respeto del economista, desde luego.
A pesar de la división que genera y contra esta, el embargo se debe apoyar por moral de lucha y porque no se puede permitir que un desliz le abra las puertas de par en par al capital americano y criollo en el exterior; para que no sea posible que conozcamos cuántos autos Maserati puedan comprarse libremente unos cuantos allá con ayuda financiera del liberal de aquí; o cuántas mansiones más adquirieron posiblemente aquí también; no, todo eso, si lo hacen, que continúe subrepticiamente en fase de delincuentes, ellos, y quienes les provean las condiciones.
Con la avalancha de cubanos hacia allá autorizados por Obama, con lo que lleven y a cualquier hora de cualquier día, nadie necesita del americano para saber lo mal que están ellos y lo bien que pudiéramos estar nosotros: el cubano promedio llegado en los últimos 20 años entiende esto como llevar 10,000 dólares a Cuba para construir o comprar una casa que pondrá a nombre de una hermana y, cuando termine, después que logre 10000 más por cualquier vía, regresar a vivir como un rico de una clase rara y repudiable; o enviar a un hijo menor para que pase un mes, dos o tres de vacaciones a la Isla con todos los gastos, los del niño y los de la familia, cubiertos desde aquí sin atender en lo mínimo al adoctrinamiento a que lo someten; justificado en el desafinado sonsonete “porque allá puede jugar en la calle a cualquier hora” y, después, quejarse de la escasez de trabajo en el capitalismo como diferencia favorable al comunismo castrista, sin antes analizar que esos miles de millones que se envían son parte de esa crisis laboral que se sufre aquí por la fuga de capital que se destina sin ningún tipo de objetivo de crecimiento por inversión, a pesar del novísimo cuentapropismo de reciente y engañosa factura.
Mientras, la dictadura duerme “a pata suelta”, sin temor al golpe militar de un ejército que les pertenece; sin instigaciones serias que conduzcan a la juventud sobre todo a luchar y a tomar la calle y con algunos “correveidiles” como curas y cancilleres haciendo todo lo posible por salvar a la tiranía dictatorial aunque se muera media Cuba.
Y en breve, cuando concluya la excarcelación de presos, minúsculo para la cantidad real no contabilizada por oscuros intereses, el cardenal Ortega quedará en el plano de Schlinder, que salvó un número considerable de judíos durante la 2da. Guerra Mundial.
Porque ese régimen no puede prescindir ni del preso político ni de la oposición, dejará en reserva civil o en las prisiones por conversión a lo común causas políticas evidentes, una cantidad sustancialmente grande como rehenes para reiniciar el problema cuando lo crean pertinente; porque los regímenes que no tienen ni voluntad ni capacidad para administrar en paz, han de vivir de la agitación patriotera, de la oposición fabricada incluso y del preso. Todo eso en Cuba significa la confrontación necesaria que le tome el pelo al pueblo y al que quiera dejarse confundir. Así fue, así es y así será mientras esos salvajes sigan como propietarios hasta del aire que se respira.
No soy nadie para exigirle a esa gente como deben manejar esos asuntos; pero puedo estar de acuerdo con ellos o no ante ciertas alternativas; porque, en realidad, ni son los únicos ni los primeros en la lucha…si pudiera enmendar algo, luego de unirlos a todos en un frente único comprometiéndolos solo con la Patria solemne; evitando cualquier forma de confrontación en carácter de liderazgo por circunstancias de protagonismo vicioso y perjudicial, lo primero que haría fuera exigir que la acción opositora pasara a considerarse anticomunista, ni disidente ni ningún nombrecito de esos que el cubano de a pie pueda confundir con “arrepentidos solo por algunas cosas” o con utensilios de cocina de los fidelistas.
¡Ah, antes de que se me olvide! que los slogans no se deslicen por la confusa y peligrosa ladera de la montaña bajo exigencias de “no al embargo, a las restricciones de viajes o al envío de remesas masivas” que la moral individual y de grupo solo reclame la libertad más absoluta para la patria con el grito de “ABAJO CASTRO; ABAJO EL CASTROCOMUNISMO”, pero de raíz; o nos tendremos que resignar a otros 50 años de tiranía que, me parece, ya fueron demasiado como para esa amenaza.
Miami, FL., USA
12/25/2010
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