jueves, 12 de agosto de 2010

RACHEL DIAZ NO SABE LO QUE DICE


LA “MEJICANIZACION” DEL ALMA DE RACHEL DIAZ
Por Andrés Pascual

Levántate y Despierta América son programas de supuesta competencia en horario matutino; el primero, de Telemundo; el otro, de Univisión; sin embargo, en algún punto, como corrientes cruzadas, las une un solo objetivo: todo por Méjico y de Méjico.

El programa de Telemundo se está televisando desde Puerto Rico y consta de tres animadores fijos, una de las cuales es Rachel Díaz, ex modelo de Sábado Gigante; de Rachel se podría decir que padece, como la boricua María Elvira Salazar, del “mal de Sabito”, no por lo que sabe, que no es pecado, si no por lo que cree que sabe, que es otra cosa y, entre interrupciones y “meteduras de pata”, invade el estado superior del sacrilegio: la blasfemia de la inteligencia por acción propia casi involuntaria de temperamento volátil e incontrolable.

Rachel no habla como los mejicanos; peor, piensa como ellos, porque si hablara, que es desagradable; pero…si a la desanimadora le practicaran una vivisección espiritual, la mitad y más estuviera arrastrándose a los pies del fantasma de María Félix con el Vargas de Tecalitlán entonando “Me he de comer esa tuna” en el Zócalo, la plaza que la Doña llamó mi “feudo”.

Lo peor de esta cubano-mejicana por filosofía impuesta, son los yerros garrafales a la hora de tratar con asuntos que ni conoce ni intenta entender en el marco político que, por razones imprecisas, siempre “tumban” del lado equivocado y pisotean la posición del exiliado cubano; sencillamente, se olvido que llego aquí, como casi todos, porque la tiranía de Cuba no le permitía “desarrollarse” en lo que le gusta más allá de bailar y cree que hace bien. No puede, no sabe, o no quiere manejar el asunto de tal forma que su neutralidad no sea agresiva contra su pueblo: esta parcializada a favor de Méjico, de los liberales y de los comunistas; definitivamente, la necesidad por el trabajo debe tener límites si de autoflagelarse impúdicamente se trata; o, ¿Acaso es mucho pedir un poco de consideración por los que sufren en Cuba que es a quienes se ofende en estos casos?

Ayer entrevistaron a Rigoberta Menchú para Levántate, como se sabe, le “resolvieron” un Nobel de la Paz “más contaminado” que el de Obama por inmerecido; porque esta comunista, que apoya cuanto bandido o terrorista asola al mundo con el estandarte de socialista o independentista; que esconde su odio contra el progreso capitalista y el hombre blanco tras el manto de activista por la paz; que no cree en Dios; que adora a Che Guevara y a Castro más que a su “Madre Tierra”; también le demostraron que lo que pretendió utilizar como bandera en su lucha por el indigenismo en cuanto a sufrimientos propios con respecto a su familia y a ella misma, fue una colosal mentira..

Si la Academia Sueca, tan vendida, tan rosada y tan corrupta aceptó las peticiones de liberales y terroristas para adjudicarle el galardón, allá ella; pero, ¡Que se siga utilizando todavía ese despojo como ejemplo de lucha por algo…! Si lo hacen los mejicanos, bueno, ellos le robaron a Guatemala el territorio maya con la Selva Lacandona incluida, allá Arjona, por cierto, ídolo de la Menchú y su novísimo “Puente” nadie sabe a qué lugar.

Pero, que Rachel se babee ante las palabras de la impostora y contribuya a la farsa con epítetos propios y llenos de pasión militante, son otros cinco pesos…

Existe un comentario sobre la imposición de la televisión y el cine mejicanos a los extranjeros en cuanto a que tienen que expresarse con tono azteca; es decir, por todos los medios, tienen que prescindir del acento regional propio, ni el neutral les vale; sin embargo, parece que eso solo se lo imponen a quienes no respetan profesionalmente y, en el caso de los cubanos, a la novísima invasión actual de cabareteras y actores o actrices del medio castrocomunista; pero los buenos son buenos: a Cesar Évora no lo han podido hacer hablar ni como “naco” ni como “chilango”, el tipo es mejor que todos los mejicanos juntos; en otros casos, como el de Rachel, que no habla, pero piensa, parece que a los que hacen la programación amejicanada solo les interesa la belleza de la muchacha y ella se presta al rejuego de la peor forma posible: barriendo el piso del estudio con su dignidad.

Eso del respeto por la figura de clase en la actuación se ve cada vez que en una novela mejicana se ha contratado a Zully Montero, a Marta Picanes, a Griselda Nogueras…quienes continúan expresándose con su acento cubano; o en las películas de antes de 1959, en las que ni Enrique Santiesteban, ni Alberto González Rubio ni Minin Bujones… sacrificaron su dignidad ni su norma lingüística por complacer al pulpo del cine mejicano de entonces…

Pero no sólo de cubanos salidos recientemente trata el problema, lo de Lily Estefan, Raúl de Molina y, sobre todo, la “Juana Gallo” de Univisión, Cristina Sarralegui, más que pena, da asco.

Carlos López, “Chaflán”, fue uno de los comediantes de verdad del inicio de la Era Dorada del cine mejicano, periodo 1936 (Allá en el Rancho Grande) a 1958 (Bajo el Cielo de Méjico); el inolvidable artista (1889-1942) que murió trágicamente ahogado en su país, filmo en Cuba para el cine nacional y jamás se le prohibió su acento; ni a la comunista Ana Lasalle, ni a Ricardo Dantés…eran otros tiempos de respeto por la clase, el profesionalismo y la persona como tal.

En la contemporaneidad, con lo que se produce humanamente, no se puede pedir respeto; porque gente como Rachel, Cristina y compañía, nacen sin merecerlo y eso los mejicanos del pulpo mediático radio-televisivo lo advierten con solo verlas.

Miami, FL., USA
08/12/2010

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