jueves, 3 de junio de 2010

LA BANCARROTA CAPITULO 13, ALGO MUY COMUN EN ESTOS TIEMPOS


LA VIDA NO ES UN BOLERO.
Lic. Amelia M. Doval
dovalamela@yahoo.com

Querer es el deseo de alcanzar, necesidad de poseer sin límites. Cuando la economía hacía ostentación de un auge que ocultaba un carcomido edificio construido sobre las bases inestables de la mentira, la posibilidad de alcanzar lo deseado parecía no tener límites, ni barreras. Las pequeñas letras de los contratos libraban al prestamista de sus culpas futuras y atormentaban la vista con su pequeñez y lectura enrevesada a los futuros deudores. Nada malo podría pasar, no sería necesario perder tiempo en los detalles.

Crecía la falsa economía en la misma proporción que decrecía la confianza de los compradores. Se desamoró el sistema, vino la crisis que nunca dejó de estar solo que por momentos iba vistiendo los trajes del rey, nadie vio su desnudez. La pregunta ahora es consistente, qué hacer para intentar solucionar una enfermedad sin recurrir a la mutilación total de los sueños.

Compañías que venden ilusiones falsas con soluciones no probadas, salen al mercado. Abogados especialistas en lo que nunca antes se discutió, están prometiendo el cielo unido al universo. Las respuestas son muchas aunque las preguntas sobrepasan el nivel de las dudas. En momentos como este sería mejor avanzar sobre caminos trillados.

La bancarrota capítulo 13, es un plan de pagos libre de intereses que consolida deudas en un periodo de 3 a 5 años, dejando claramente decretado que los deudores no pueden cobrar directamente, se crea una muralla protectora. Todo lo que se obtiene va a provocar una consecuencia, este paso no estará ajeno de recurrir a los servicios legales pero, evidentemente los conocimientos tienen un precio.

Es mejor hacer una bancarrota que sentarse en la banca a llorar con el alma rota. Ante la duda de este bolero existe la opción de pensar que trabajando, con cierta estabilidad monetaria, se pueden dar los primeros pasos. Pensar en una segunda hipoteca es intentar detener un tren sin utilizar los frenos.

Reorganizar las deudas, no perder el valor acumulado, conservar lo bienes, obtener un periodo de gracia es imprescindible para quienes han dejado sus propósitos en manos de la desilusión. Los sueños no tienen porque abandonarse, la vida debe continuar. Aprender a pensar es decantar las malas acciones y dejar solamente sobre el tapete las cartas necesarias para triunfar.

Opciones existen y nada es imposible, con el amor los sentimientos alcanzan profundidad, recurriendo constantemente a la reflexión, es necesario comenzar a amar la realidad porque permitirá ver con más claridad lo que realmente queremos. Amar y querer no es igual, según dice la canción pero en este caso amar es la acción que puede llevar al triunfo.

Miami, Fl., USA
06-04-2010

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