miércoles, 17 de marzo de 2010


EL SILENCIO ES LA RESPUESTA
Por: Amelia M. Doval

El cubano callejero, insensato, vulgar, como hay muchos humanos en el mundo, se presta con su insatisfecha voluntad para exterder la voz de la mediocridad culpando a otros de lo que no se atreve. El mediato habitante de la isla, incapaz de pensar, grita, vociferar como símbolo de prepotencia insípida, de insatisfacción mental, porque cuando el cerebro funciona a mediana capacidad, los razonamientos quedan como frases inconclusas. El habitante, pues no hay otra manera de llamarlo, que pretenda devenir falsedad como respuesta sobreentendida no le conmueve su patria, no es hermano de los suyos, es un servil especimen que se aglomera en multitudes porque la soledad de su palabra no es escuchada más allá de sus labios.

Defender el crimen es la manera más hipócrita de resguardar la inseguridad de cometerlo. Miremos la miseria de espíritu y respondamos con frases de apóstoles, no vale el enfrentamiento con quienes la respuesta más sensata es caminar rectos con el color de la sabía luz, entregarse a lo que ellos nunca podrían, la limpia conciencia de esperar que la palabra de Dios nos restituya el pedido y nos entregue en la acción pacífica como meta final la libertad que ahora intentamos conquistar con humildad, razocinio, comprensión, luchando en el silencio con amor, todo lo que pueda posibilitar ofrecer la seguridad y nos permita hacer entender que las acciones son la paz con soluciones, no la batalla sin causa honesta.

Las Damas de Blanco, llevan el dolor de la entrega, el llanto que cae en la perdida patria que está cautiva de la mentira y el crimen. Son madres, esposas, hijas, mujeres valientes que no temen al gesto o la palabra porque su cuerpo se endurece como coraza ante el golpe, por el sentimiento que brota con sus palabras, andar es más digno de ser admirado, no llevan armas, portan flores, no gritan por el contrario rezan. No golpean cuerpo ajeno sino que ayunan con el propio. Se apoyan en su palabra, su verdad no en la mentira, ni el discurso foráneo.

Vergüenza, la osadía de tenerte en país humillado nos ha robado sus hijos, nos ha mutilado el alma pero, no han podido destruir la voz, ese constante batallar con la valentía de estar cerca del peligro y no temerle, lucha pacífica no por falta de espíritu sino de armas, no por ausencia de ganas sino por presencia de cuerpos que conocen la miseria en el diario vivir. Somos un país en marcha retrógrada. Una maquinaria detenida en la contemplación de su desgracia.

Al fin se levanta la voz, se despierta el desmemoriado, se apostula la acción para no dejar la guardia sin el próximo relevo.Todos los frentes están representados en la batalla, aunarlos en una voz es lo necesario. Apoyemos desde la aparente distancia con acciones concretas, no importa el tiempo para invertir nacimos con el no en la cartera, el si rotundo es la meta. Si, podemos terminar con esta historía que se torna aburrida y tétrica, con brujas de alcoba y malvados moribundos. No invertir tiempo con la desatinada maniobra de batallas sin guerra por ganar, acabemos con el cinismo del verbo sin dignidad, con el término del humano a mitad del desarrollo entre lo animal y lo perverso. Mientras llega el final con la victoria, honremos a los valientes que descocen el asombro porque caminan con la frente alta y el paso marcial.

Miami, Fl., USA
03/17/2010

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