martes, 14 de junio de 2011

AMELIA M. DOVAL, ESCRITORA Y FILOLOGA CUBANA


BELLEZA CONTRA TALENTO
Por Amelia M. Doval

En la historia no todos los grandes corazones o cerebros han sido reconocidos, lo injusto es cuando el motivo de esta ignorancia viene acompañado de celos profesionales o condicionado por regulaciones a nivel de conciencia que discriminan por sexo o condición social.

No importa que existan mujeres como Hedy Lamarr, (Austria 1914- Florida 2000) precursora de la telefonía 3G y la comunicación inalámbrica. Esta actriz, reconocida por haber realizado el primer desnudo femenino es creadora, junto a su músico, de un sistema de comunicación secreto, una versión del salto de frecuencia. Este descubrimiento permitió crear teledirigidos imposibles de detectar (utilizados por primera vez cuando la crisis de los misiles de Cuba en 1960), aplicado después a la comunicación WIFI.

El valor, la sagacidad, destreza e inteligencia de mujeres como Benazir Bhutto, quien se enfrentó a los fundamentalistas islámicos y a la corrupción, constituye otro de los ejemplos entre múltiples que recorren el mundo. La lista es infinita y nos detenemos en el valor de las cubanas que conforman las Damas de Blanco, ejemplo de valentía cuando se enfrentan a un feroz régimen tiránico aún cuando los gobiernos escondan la cabeza para no censurarlo. Coraje se necesita cuando se retienen los golpes con el cuerpo.

No importa la osadía y la audacia demostrada en sus actos, la representación social de las mujeres siempre será ínfima y su reconocimiento vislumbra la nulidad. Una mujer elegante, inteligente, perspicaz es un delito y serán vituperadas o atacadas como presas de fácil conquista.

Los extremistas islámicos, a quienes censuramos, disfrazan su miedo cuando obligan a la mujer a esconderse y silenciarse detrás de una burka que las reduce a seres obedientes y sumisos. La otra, la burka invisible que utilizan las ´´civilizadas culturas occidentales´´ hace más daño por cuanto batallar contra ella, es enfrentarse a patrones que hieren la sensibilidad de quienes tienen el poder y prefieren aniquilar la palabra inteligente.

El hombre o mujer que consumido en su mediocridad menosprecia el conocimiento y la belleza femenina, utilizando en su ataque desmesurado la degradación social de su presa o la presión sicológica para vetar su existencia, negándole su entrada al mundo intelectual con argumentos subidos de tono o salidos de contexto, está demostrando con sus actos la verdadera incapacidad de su intelecto.

El reto incansable es enfrentar a quienes no justifican su incapacidad con la superación personal, sino que optan por agruparse en un frente único de baja categoría. La belleza no determina la inteligencia, ni viceversa. La belleza es cuestión de patrones, la inteligencia es un regalo de Dios.

Miami, FL., USA
06/14/2011

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