LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE PABLO M
Por Andrés Pascual
Primero fue en España, donde los españoles, vistos a la luz de acontecimientos de interés con contradicciones inherentes a su propia filosofía; todavía aparentan debatirse entre una era moderna, que no admite “cuentos de caballería” y una Edad Media que no se resignan a dejar atrás. Lo de vetusta España es poco: de sociedad rabiosa ante un modernismo que los asfixia, a una envidia enfermiza y morbosa hacia Estados Unidos.
A España no le interesan los derechos humanos propios, cómo le van a interesar los ajenos, pero los usan cuando les conviene; entonces ese territorio, al que algún francés se refirió como geográficamente situado en el continente negro (África comienza en los Pirineos), es, para una Europa moderna, el oportunismo extremo y el fraude más colosal del mundo actual.
Una vez, Fidel Castro fue promocionado románticamente como un verdadero Robin Hood, que había cambiado los bosques de Sherwood por la tropical Sierra Maestra del Oriente de Cuba; después que le arrebató el poder a Batista, con la ayuda de los ricos, se convirtió en un Juan sin Tierra multiplicado por 100.
La intelectualidad trasnochada europea, bohemia borracha de historias, de sensaciones fuertes, lo proyectó como a un fenómeno nuevo en las relaciones sociopolíticas del mundo de la época: desde Sartre hasta el cineasta neorrealista italiano Cesareo Zavatinni visitaron a Cuba para ver sobre el terreno el fenómeno de la “última aparición”; sin embargo, con respecto a España, solo intelectuales exiliados del franquismo jugaron un rol promotoril, casi discreto, en la creación del mito Castro y del monstruoso culto a la personalidad en que derivó “el jueguito”.
Pero, en los últimos 35 años, el papel de los españoles superó el de cualquier otro país de Europa Occidental en cuanto al apoyo al castrismo y al encubrimiento de sus crímenes: desde las visitas militantes de españoles a Cuba y viceversa; hasta, dicen, la utilización en Madrid, a pesar de las denuncias, de la casa del bailarín Antonio Gades y Marisol como cámara de torturas del G-2 castrista y escala en espera para enviar personas de interés a la Isla, en carácter de detenidos o de secuestrados.
Durante años, un enemigo del castrismo fue un enemigo de todo el sector artístico-intelectual visible de España, que lo proyectaban como si fuera todo el país el que apoyaba semejante ignominia.
El cubano aprendió a odiar al español por esas cosas, primero; después, por el viejo gallego asqueroso que solo pretende desvirgar una niña, o acostarse con cualquier mujer cubana y, después, pararse ante una cámara de video, de Antena 3 o de TVE, a recontar el asalto a la moral de un pueblo que vale más que toda Europa posiblemente.
De apoyar a Castro, incluso de visitar a Cuba para actuar en un concierto inmoral como el convocado hace un par de años por Juanes, algunos militantes comunistas españoles, como Víctor Manuel, pasaron a firmar, hace algún tiempo, una declaración de apoyo a la causa de la libertad del pueblo de Cuba y en contra de la represión que sufre.
Pedro Almodóvar, laureado director de cine, también la firmó; además de, entre un centenar, Ana Belén, vieja militante comunista, el hijo de cubanos, Gabino Diego; o la excelente Victoria Abril y Antonio Resines…y alguien que siempre ha estado al lado de la Cuba verdadera, Mario Vargas Llosa.
¿Por qué firmaron esos militantes comunistas aquella declaración? Hace 4 ó 5 años Joan Manuel Serrat criticó a la tiranía castrocomunista “sin paños calientes”. ¿Acaso tuvieron una toma de conciencia tardía sobre lo trágico del castrismo en Cuba? ¿Habrían descubierto “cosas nuevas”, que les hubieran horrorizado, de la tiranía? No, durante los 60’s y los 70’s pasaron miles de cubanos por España que hacían el cuento de un país-prisión, reprimido al máximo; sin embargo, por oportunismo, por desvergüenza, por antiamericanismo y por amiguismo con los leales a Castro, en España y en todos lados “nadie escuchaba sobre la tragedia”, porque no les interesaba ese mensaje, sino el otro.
Entonces Pablo Milanés le declaró a una revista española que el castrismo gerontocrático pudiera ser lo peor que le haya pasado a Cuba jamás; que se horrorizó porque dejaron morir a un huelguista de raza negra y por las golpeaduras a las Damas de Blanco y, en el medio, se le ocurre comparar, públicamente, a través de esa entrevista, a la sociedad americana con la castrista, a partir de la llegada al poder de un negro en Estados Unidos, 40 años después de la muerte de Martin Luther King Jr.
A Vargas Llosa no, pero a gente tan importante para el castro-comunismo como Ana Belén y Víctor Manuel, sí los debe haber captado Pablo y, ellos, a su vez, han de haber establecido una cadena de seguidores como Victoria Abril y 130 más del grupo que firmó la declaración.
Una vez comenté que Pablo fuera del juego significaba medio España artística a su favor; a fin de cuentas, allí sigue siendo el Querido Pablo.
Ahora fue en Chile la declaración de arreglo de principios del autor de “Para Vivir”, con el apoyo abierto a los blogueros acusados de agentes del Imperialismo por la tiranía.
Una vez, “como candil de la calle y oscuridad de la casa”, Yo Pisareé las Calles Nuevamente logró que el sector comunista chileno lo hiciera suyo; ahora busca el apoyo de otros sin el mensaje hecho canción…
Chile es una plaza muy dura para conquistarla a favor de la libertad de Cuba por dos razones: a nadie le interesa y allí tienen residencia Silvio y Fidelito, entre varios. Tal vez necesite otra canción, verdaderamente protesta, para triunfar en el intento.
Yo le agradezco el gesto, que es incompleto y que no lo aleja de sus compromiso, pero no se puede negar que “mejor tarde que nunca” para que se refleje su influencia en algo realmente útil por Cuba y lo ha hecho.
A todos los españoles que han llegado hasta ahí mas por él que por los derechos humanos y la democracia de Cuba, les dejo el mejor verso que jamás se le ocurrió a Pablo para una situación como esta: “LA PALABRA ES DE USTEDES, ME CALLO POR PUDOR”
Miami, FL., USA
04/01/2011
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