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viernes, 31 de diciembre de 2010
LA FILOLOGA Y ESCRITORA CUBANA AMELIA M. DOVAL
UN AGUJERO EN EL RECUERDO
Lic. Amelia M. Doval
A la China, por sus recuerdos, su risa y su manera de disfrutarlo.
Si usted es cubano y recuerda los pantalones de laxter elastizados, de tela brocada o los ´´pitusas´´(jeans) de corduroy que se combinaban con una manjata o una blusa de jersey, entonces recordará también los aberrantes calores de Agosto que provocaban un sudor insoportable menguado un poco quizás con aquellos desodorantes de tubito donde el alcohol creaba los famosos golondrinos a los que se atacaba enseguida con antibióticos, crema la sal(útil para todo) y después leche magnesia con alcohol. Método infalible para detener el olor pero, sobre todo, le enseñaban desde pequeño a no oler si había ´´peste´´, que eso se pega.
Si haciendo un esfuerzo puede aún sentir el fuerte aroma del Moscú Rojo, un perfume que cegaba los instintos y provocaba mareos o también puede recordar la suavidad de Pétalos de Violeta o el pequeño extracto de Rococó cuando el cristal impactaba con su diseño conocido: el clásico racimo de uvas que solo veíamos en las películas. Si su olfato se detiene en el Bermellón una esencia que dejaba por sentado su uso oficial para ir a la escuela o el trabajo, entonces recordará también ´´Los Quince´´
Esta celebración quizás esté más a flor de piel porque es una fiesta que jamás ha dejado de tener su lugar aunque ya no se recuerde el motivo.
La figura principal, no es la homenajeada sino el cake, tan grande como la suma de los futuros pedazos a repartir entre amigos, familiares, invitados, ausentes, santos y demás. El diseño de la mesa, la figurita encima del merengue y el relleno no dejaban escapar su importancia por más que siempre se hicieran acompañar de la ensalada que a veces reforzaba su sabor a piña con el polvito de hacer refresco instantáneo. Las croquetas serían el sello. Todo ya preparado en una cajita de cartón lista para repartir. La cuchara podía ser un pedazo de la tapa y los vasos reciclados de antes de 1959 cuando la cerveza polar. Tan magnánimo agasajo tendría garantizada unas cajas de refresco y algunas de cerveza siempre y cuando usted cumpliera con aquello de: ´´entregar el vacío p´recoger el lleno´´.
El maquillaje era un dilema pero siempre había una peluquera que junto a la costurera del barrio sabían hacer milagros para que los zapatos de Primor parecieran únicos en cada homenajeada. El pelo demostraba su disciplina cuando al intervenir el champú ´´fiesta´´ se dejaba moldear para poder lucir los encantos que se descubrían con la llegada al salón, la sala o el espacio, destinado para todos.. Rolos de los rollitos de papel sanitario. El inolvidable torniquete que se ajustaba con el gorro formado por la punta de una media de nylon, completaba la escena previa. La casa de los festejados y de los invitados ya desde una semana antes puede parecer un loquero, porque si usted recuerda la madre debía lucir bella y joven montada sobre los fabulosos ´´catarritos´´ que hacían una única aparición porque después la suela se abría en eterna carcajada.
Si, usted recuerda seguramente que en esta fiesta no faltaba la historia completa de la parentela. Las baby flowers, los adornos y fotos, tampoco se podía olvidar al combo para amenizar que después seguían al día siguiente con el pique, una celebración más informal. Al pasar unos años la grabadora sería el instrumento de más uso pero siempre necesitaría del tocadiscos Accord para amplificar el sonido y de vez en cuando escuchar el crash de los discos de 45rpm o aquellos azulitos que nunca dejaban claro que música tenían impresa.
El cubano siempre ha asociado las fiestas con la bebida porque con ella los más ´´patones´´ (portador de dos pies izquierdo y una caja de fósforo sin fósforo en cada oreja) y penosos se atrevían a bailar. Ronda, Matusalén, Legendario, Castillo, Coronilla, Bocoy, Guayabita del Pinar o Villa Clara, con el tiempo se sintieron abochornados al aparecer el ´´chispa e´tren´´ dudoso producto de fabricación casera que parecía más una bomba estomacal que licor de bebederos, pero ya para esa época usted, quizás, estaba tomando otras bebidas más fuertes, más suaves, diferente.
Después de la reseca venía el agotador domingo, un aburrido día que se atraviesa a principio o final de la semana depende como usted lo vea. Este se transformó de la noche a la mañana en el preferido de todos cuando La Tanda del Domingo y Mario Rodríguez Alemán nos dieron la oportunidad de conocer buen cine aun cuando ya existía otro programa de calidad que nos permitió ver la diferencia entre el cine de hollywood y la reserva anterior de pantalla cinco o la película de las 2 y media cada tarde entre semana que aceptaba como únicas las películas mexicanas, argentinas y españolas guardadas en la cinemateca. Colina, un ´´describidor´´ de imágenes.
Cuando la quinceañera hacía su desfile en el barrio podía servirse de un carro antiguo funcionando como nuevo o de los carruajes, si era en el campo, pero usted sabía de qué familia venía si el resto llegaba en Lada, Moskovish, Fiat polaco o de 4 puertas que eran los europeos y si por algún motivo alguien se bajaba de un Volga o Peugeot ya ahí si se ponía bueno el festejo porque ella tenía familiares o amigos en el gobierno aunque quedaba por sospecha que pudiera ser un chofer de servicio especial desviando la ruta. Buen motivo para especular con el arte incontrolable del chisme que para un buen cubano es la cienciología sublimada. Un acto secreto y pleno de conjuros.
Llegado el momento no faltaron los recuerdos de toda la familia e incluso el álbum familiar para demostrar que no habías crecido de la nada sino después de un duro esfuerzo de tus padres por hacerte entender que andar con short, pullover y tenis no sería eterno. En algún momento llegaría este día especial, después de haber pasado por varias facetas de uniforme que fueron desde el gris hasta el rojo y ahora el mostaza o el azul dependiendo si estabas becada o estudiabas en la calle. Claro que el verde de las conocidas Macarencos, nunca sería olvidado.
Por las viejas fotos recordarías que de niña usaste medias tejidas con hilo ´´osito´´, suéteres de estambre y un elástico impediría que tus medias blancas cayeran sobre el zapato, ese mismo elástico blanco de un rollo comprado sabe Dios donde, sostenía tu pelo que lucía motonetas amarradas con bolitas de diferentes colores. ¿Podrás recordar que escuchaste Nocturno en tu radio Siboney, quizás en el Taíno?, si tuvistes suerte tus padres te regalarían el Sokol, pequeño, portátil y todo un éxito que no te prohibía hacer las tareas mientras escuchaba lo último en el hit -parade de los años 60´. Lo máximo podía ser tener un Veff o un Selena para sintonizar la Voz de los Estados Unidos de América o poder estar ´´alante´´ con la música.
Todos esos recuerdo, incluidas las fotos donde tu mamá lucia espectacular al lado de un padre galante y nada gordo quizás con espejuelos de armadura de pasta, están en tu memoria pero es probable que no puedas descifrar aquella de la esquina que tiene unas chancletas ´´metedeo con un floripondio´´ dejando entrever el increíble arreglo de sus pies con una luna de preciso diseño y en la cabeza un pañuelo de seda con hilos plateados. La moda cambia, pero la personalidad se mantiene y a esa, la conoces por la parada y el cigarro. Te queda una duda ¿qué fumaba la tía? Vegueros, Populares, Ligeros porque si había otra no te acuerdas. Cuando aquello no estaba la furia del cáncer por fumar, todo se solucionaba con un pomo de bicomplex, viña 95 y una yema de huevo, aceite de hígado de bacalao y si se ponía muy difícil la situación la penicilina o la gamma resolvían el problema.
Al pasar de los años quizás lo hayas olvidado, pero si te lo menciono, tú te emocionas cuando recuerdas las Aventuras, San Nicolás del Peladero y su Juan primito, la alcaldesa, una mujer bella y calmada, símbolo de rebeldía y elegancia que contrataba con la potente voz de Raquel Revuelta en su inolvidable Doña Bárbara en el gustado espacio de la novela cuando de un momento a otro comenzaron a competir las nacionales y las extranjeras que bajo su influencia soñábamos. De lo que si no te olvidas es de la Comedia Silente, Nitza Villapol, Detrás de la Fachada un programa que no nos permitía odiar a Consuelito porque sus constantes intervenciones servían de pie al inolvidable Bernabé para hacer de las suyas.
Aunque la televisión a color se conocía en Cuba hacía mucho tiempo atrás, siempre decíamos ¡bendito televisor! Que nos permitía entretenernos. Un Caribe, con sus delgadas patas a punto de caer, el Krim 218 u otro cualquiera que en blanco y negro o más adelante, pintada la pantalla serviría para descubrir un mundo de conocimientos. Escriba y lea, el panel de los sabios con su clásico ´´ vamos a la siguiente vuelta´´ del moderador, después de las preguntas que aquellos catedráticos respondían sin temor- ¿posterior a la edad media?, ¿siglo XIX o XX?. De la Gran Escena nos obligaba a entender la música más allá de las orquestas. ¡ ahhh!, no te escapas, “Tía Tata cuenta cuentos”, fue tu primer despertador.
Seguro ahora te vendrá a la memoria que después de abrir las ventanas y puertas para soportar las noches de poca brisa sin perder un detalle de la programación, dormir en cama generacional o el viejo pimpampum no sería un problema. El dilema comenzaba cuando el ventilador General Electric después 2millones de reparaciones y cables ´´enteipados´´ fue sustituido en sus funciones. Un aparato blanquito, plástico, y con paletas, aparecía en escena con la arrogante osadía de querer llamarse ventilador. Por ser moderno venía sin protector. Su único problema es que había sido creado para ayudar a descongelar un refrigerador y su uso continuo le provoca ansias de rebeldía por lo que había que amarrarlo a la silla y calzarle la cabeza. Ruso al fin y al cabo no nos entendía y quería salir caminando pero ante nuestra actitud inconsecuente bajaba la cabeza y se suicidaba en su propio calor. Quedaba reducido a la nada plástica.
Si usted recuerda los cubanos podían ser pobres pero limpios por eso hervir la ropa blanca, lavarla con Batey y ponerla al sol era la mejor manera para conservarla ¡qué debía durar unos cuántos años! Lavarla en la Aurica y después en la centrífuga, un equipo pequeño pero útil lo único es que con el uso podía destrozar lo que costó mucho conseguir. Los zapatos de tela, ni soñarlo, esos se lavaban con un cepillito y jabón de olor después se colgaban al sol, cogidos con palitos de tendedera por la lengüeta.
Aunque su mente se ponga a vagar en los recuerdos, tiene fija la foto que recoge cuando tomaste de encima de la cama los regalos, el ´´pitusa Jiquï con la chaqueta´´, no sabes si fue tu tía o tu mamá pero alguien convirtió en batalla conseguir este preciado regalo. El Caribú te lo regaló tu abuela que estuvo esperando conseguirlo por la libreta y cuando lo compró todo el mundo se le quedó mirando porque nadie imaginó a tan respetable señora en aquellos pantalones tan delgados. El mundo corría rápido sólo en tres generaciones y la sociedad se veía distinta. Todos fueros a formar parte de tus prendas personales dentro del escaparatico.
El talco, los perfumes, jabones, las ´´cocalecas´´ (con suela de goma de carro) . Tu papá hizo uno que otro negocio entre los conocidos y te compró unos pullovers que venían con unas mariposas delante, una enguatada de las que daban para la escuela al campo que con un amigo le mandó a pintar una pareja bailando aquello de bim bóm bim bóm..¡.era gracioso! Se usaban la plataforma y había un tenis que se los habías visto a tus amiguitas y sin saber que ellos te guardaban un par les confesaste que te gustaría tener uno. Eran puntiagudos delante y negros, muy bonitos.
Para aquel entonces podías conseguir un pitusa JOUJOU que todavía si cierras los ojos sientes el olor de la mezclilla y la alegría de tener uno de verdad. Muchas de estas cosas te las mandaban de ´´afuera´´ y otras se las compraba tu familia a los rusos del Focsa o los marinos mercante. Todo venía de 15 años reuniendo porque desde que tu naciste se esperaba este día como ´´cosa buena´´. Incluso Bruce Lee, entró en Cuba con aquellos pullovers que se pegaban al cuerpo con el más mínimo sudor.
Pasadas las fiestas, un momento único, se volvía a la realidad y si todavía a la menoria te llega el olor de tus pies después de usar los kikos plásticos entonces es que nunca tuvo tu familia un amigo médico que declarara tu defecto en la columna lo que impedía usaras un zapato que no fuese cerrado y para ello lo mejor serían los colegiales. Claro que tampoco estuviste ajena de los dos tonos, la puntera de piel y el resto de lona. El fin de semana siempre fue distinto, cuando te quitabas el uniforme y podías discutir tu entrada al cine o al teatro. Seguro no olvidas las Ferias de Telarte, con telas que hicieron furor. La moda de los 80´, la costumbre del libro bajo el brazo que mirándolo bien debajo de tu brazo siempre se acomodaba la cultura y la comida: el pan y el libro.
Si fuiste a la casa del Té en Obispo con todos amigos, al Conejito, comiste pizza en La Piragua, te acuerdas de los concursos de belleza con la 14, la elegida que nunca salió. Vitanova, el restaurant de los estudiantes. Montecatini y Coppelia, entonces podrás responder cuando alguien te pregunte ¿por qué a los cubanos les gusta tanto la pizza y el helado?, sencillo, nos recuerda la historia de nuestra vida. Las copa lolita, el grito que reclama la memoria poderosa de quienes con delantal y bolera servían sin equivocarse al ritmo desenfrenado de las que hacían los pedidos: dos sundae, dos copa lolita un banana split, tres jimaguas, una vaca negra 7 vasos de agua y todos montados. Esta gente ni respiraba, pero menos respirabas tú cuando te sentabas afuera bajo el fresco de las matas y en aquellas sillas de aluminio blanco con las mesas que cojeaban te sentías dueño del mundo y disfrutabas la tarde.
La Carreta, Los siete mares, El Potín, Carmelos, La Pelota, no detenías la bola, siempre inventabas algo. Primero los muchachos del pre con las fiestas y las locuras, después vinieron los compromisos y de ahí los campismos, restaurant, cine, teatro, festivales, conciertos, Expocuba, Pabellón Cuba. ¡Ah! Los concursos, cómo olvidarlos! 9550, la meta para un viaje a Europa. Adolfo Guzmán, de ahí salieron muchos que hoy están por el mundo y ´´Para bailar´´, ¿quién no recuerda para bailar?, los hermanos Santos, los hermanos Francis, el gordito que se movía más que una batidora, los chistes, Salvador, Nestor, Raquelita. Una cantera que hoy trasciende fronteras.
Si aún puedes sentir el aire de la Playita de 16, las fiestas de 10 pesos, la entrada al mundo de la Paladar y las interminables colas de SEARS, entonces recordarás también ´´Una novia para David´´, ´´Fresa y Chocolate´´ la aburrida ´´Cecilia´´ ´´Hombre mirante al sureste´´, ´´Camila´´, Uff....se te agota la memoria, un millón. La cinematografía es grande pero mucho más los cines. El Payret, Yara, 23 y 12, La Rampa, el Cinecito, Rexcinema, hasta los más alejados Mantilla, La Palma, el Alegría con sus dos pantallas que terminaron siendo un desastre.
¿Qué me dices de las Peñas? El Naranjo del patio, Los Festivales de Jazz, de Rock. Una juventud aprovechada y disfrutada.
Si confiesas que recuerdas todo esto y más, entonces debes confesar también que pasaste una buena parte de tu vida en Cuba y además debes decir tu edad, ya pasas de los cuarenta. Puedes ocultarlo con cremas, ejercicios aunque tienes músculos guardados de cuando montabas la forever, la Niágara y aquella rusa de 28 que te hacían sudar mientras ibas al Parque Lenin, carente ya de los hot dog, la malta, las africanas, las alteas y los hollejos de naranja. Los Galapados, la Ruina, el parque son recuerdos que no pasan ni siguiera la duda de si en el Zoológico de 26 hubo jirafas, aquel invento del otro zoo que quizás nunca fuiste aunque si estuvieras en el jardín japonés comiendo semillas y hierbas, helados de frutas y un montón de inventos más. Fue divertido. Puedes bailar ahora porque también lo hiciste en Tropicana, bajo las estrellas. El Capri, El Nacional, El Karachi, La Red, con la presencia inconfundible de Elena Burke. La Zorra y el Cuervo, Los Violines, Sherezada.
No te avergüences de tu edad porque podemos decir que la vida nos llena de nostalgia por haber vivido un submundo que disfrutamos a plenitud. Una Habana de noche, lejana y querida desde su muro del malecón, su Torreón de la Chorrera, el 1830, La Punta, El Castillo del Morro, El Cristo. Cabaret, club, diversión, olvido. Esa fue Nuestra Habana a pesar de ti, de mi, de usted, de sus años y los míos.
Dovalamela@yahoo.com
Miami, FL., USA
12/31/2010
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