sábado, 7 de agosto de 2010

OMAR THORNTON, EL ASESINO DE CONNECTICUT


MATA A 9 Y LA INVESTIGACION LE CONCEDE EL BENIFICIO DE LA DUDA
Por Andrés Pascual

Estados Unidos es un país extraño y controversial en el cual los miedos oficiales y los oportunismos alternos impiden el desarrollo normal de la sociedad como Dios manda.

Posiblemente la población blanca americana de hoy “de buen corazón”, a veces por naturaleza; otras por hipocresía política, padece de un extraordinario complejo de culpabilidad con respecto a los malos tratos a que fue sometida su contraparte negra durante la llamada era de Jim Crow, con el recurso criminal de la Ley de Linch y la institución tétrica, tenebrosa y sanguinaria del Ku Klux Klan.

Sin embargo, parece también que los negros americanos de hoy, protegidos por montanas de decretos de beneficio y aceptación entre los que se logró considerar al racismo como un crimen de lesa humanidad, no tienen en la agenda construir una sociedad sana; ni vivible pacíficamente con el blanco ni con cualquier otra nacionalidad; sino que emplean las garantías para desarrollar la mas asquerosa y antisocial espiral de revancha posible: los cacareados logros que logro Martin Luther King jr. con sus reclamos, motines y con la Marcha del Millón de Hombres son utilizados por la juventud negra americano de hoy como una vulgar Patente de Corso que les permita robar y matar hasta convertir a la sociedad americana en general en una verdadera selva, sin leyes ni instituciones en la que solo reine el miedo como garantía única de la seguridad del individuo: “nunca estés en el lugar indebido a la hora equivocada…” solo que esa hora y ese lugar son todos los posibles, incluyendo a la propia casa.

Un individuo de raza negra mató a 9 en Connecticut, hirió a uno y se suicidó después; como premio, recibe el beneficio de la duda sobre el crimen sin alevosía y se comienza a investigar a la empresa porque el tipo alegó por escrito que “allí todos eran racistas” y justifico “su justicia” con “yo me encargo del problema”; lo mejor de la historia es que también dijo que lo único que lamentaba era no haber matado más gente. La cervecería para la cual trabajaba lo iba “a disciplinar”, porque lo captaron en videos de seguridad robando cerveza para venderla por cuenta propia y lo que logró fue una investigación por el racismo que alego el asesino. Esto no se sabe como calificarlo; aunque “lo cobarde” de las instancias de gobierno es uno de los ingredientes de esta paella.

Desde hace rato en Miami la inseguridad ciudadana por su integridad física está en niveles insoportables: el robo, el crimen…ya no se pueden aguantar; pero, si usted observa las noticias de televisión, en las cuales el culpable se presenta físicamente siendo arrestado o con una fotografía, si las cadenas no encubren otra cosa, el 99.99999 % de los criminales son de raza negra, sobre lo joven (entre 12-40 años).

Yo no sé la razón por la que un negro de 15 años mata a uno o a dos infelices en un garaje, en el parqueo de su auto o dentro de su casa para robarles una cadena (que pudiera haber sido un familiar mío o yo mismo); eso no me interesa, que no soy sociólogo; si fue la necesidad de dinero para comprar un par de tenis caros o drogas, no me interesa; si fue porque se siente desclasado como herencia de los tiempos peores de sus antepasados que, sin embargo, eran buena gente, tampoco me interesa. Lo que si es de mi interés es que un individuo con un revolver en la mano asesino a alguien que pudiera haber sido yo, o mi esposa, o mi hija…tampoco me interesa la edad. Si es de mi interés que se castigue ejemplarmente a quienes, abrumadoramente de la misma raza siempre, todos los días tienen a sus pies a un infeliz sin vida que no mereció ese destino.

¿Qué hacen las autoridades para contener el crimen? Nada, porque lo primera que debería hacerse es crear un plan contingente contra un sector poblacional que lo produce que, lamentablemente, tiene connotaciones raciales el asunto.

Una vez, en un programa Geraldo at Large, entrevistaban a padres negros que enviaban a sus hijos a cometer robos que muchas veces derivan en asesinatos, esos progenitores decían que era mejor, porque a los jovencitos no los castigan con severidad y pueden ser puestos en libertad en términos relativamente cortos…para que continúen después sus carreras de criminales amparados en las “pocas posibilidades que le brinda esta sociedad al negro”

El miedo a llamar las cosas como debe ser en este país es tan grande que a veces leo a periodistas hispanos nombrar a los negros como “de color” sin reconocer que eso es el agresivo “colored”, que empleaban los racistas del Sur para designar baños, cafeterías, asientos en guaguas…es decir, emplean un calificativo considerado tan racista y motivador a la revancha por el propio negro como “boy”, que es la palabra de mayor ofensa que se le pueda decir a un negro aquí, procedente de la plantación algodonera de trabajo esclavo.

Definitivamente, si se conoce el cúmulo de la actividad criminal como originado en una raza, la situación no es para patrocinar convenciones de sociología sobre las razones que los llevan a delinquir, que eso no salva vidas ni conforta a familias con victimas inmediatas; sencillamente tienen que elucubrar un plan que liquide esa violencia a como de lugar: amurallando sus barrios, fusilando a los culpables sin considerar edad, sacando de las calles a un criminal cuyo record pasa de hasta 20 fechorías graves anteriores…no se, pero no se puede seguir poniendo muertos de la otra parte porque el miedo a decir y hacer las cosas que aseguren al resto sea mayor que la justicia.

Tomas Regalado en el lugar del crimen no es suficiente para erradicarlo; pero, si quieren, pueden…ellos sabrán como.

No creo que alguien pueda ofenderse por esto; pero si ocurriera, no acepto justificaciones con razonamientos inservibles por la razón del comportamiento del negro fuera del ghetto; quiero que me digan que estoy equivocado con pruebas y que el mundo siga girando después al son del liberalismo, “que estamos bien despachados”.

Miami, FL., USA
08/07/2010

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