martes, 1 de junio de 2010

CHAPMAN, ENTRE LA DUDA Y LA SOSPECHA TRADICIONAL


TRES VERDADES
Por Andrés Pascual

Que un atleta cubano de los deportes béisbol y boxeo decida emprender el camino largo, duro y triste hacia empeños superiores como profesionales del oficio no debe constituir una extrañeza para nadie; históricamente, el nacional de la Mayor de las Antillas fue un elemento indispensable de la competencia en niveles de importancia en estas disciplinas, tanto en el circuito amateur como profesional.

De tal forma fue interesante y decisiva la participación cubana en instancias de primer nivel que las Series Mundiales de Béisbol Amateur no se hubieran podido desarrollar con éxito cuando se ampliaron y cambiaron de escenario, en 1939, sin la intervención de los atletas que portan el pabellón tricolor y la estrella solitaria; las Series del Caribe contaron en tal medida con el beisbol criollo para su éxito que, cuando Castro destruyo el Imperio Antillano de la Pelota con sede en La Habana, el evento otoñal quedo prácticamente al garete en clase y entusiasmo, golpeado de tal forma que durante diez anos vago, a pesar de Bobby Maduro, como alma en pena por el amplio firmamento del béisbol regional.

Todos los peloteros cubanos de hoy quisieran jugar como profesionales; pero el riesgo es enorme y no solo para el jugador, si no para la familia que quede en Cuba hasta que pueda, si puede, reunirse con ellos en tiempo prudencialmente largo.

Pero el cuadro miserable de la familia cubana es el motor impulsor en la decisión de saltar al profesionalismo, lo que puede verse en la deprimente fotografía de la familia del pitcher Yadel Martí, un individuo que hace mucho rato debió ser un millonario por el trabajo desarrollado decentemente con el talento que Dios le dio.

No es posible que haya un lugar en el mundo que ofrezca por sus servicios cantidades enormes de dinero y que, amparado en decisiones personales de una crápula que vive mejor y con más lujos que Bill Gates, un jugador de pelota cubano tenga que malvivir en medio de la miseria mas abrumadora y decepcionante.

Esas han sido las razones que resultan en los arreglos de juegos en Cuba; que terminan con la vida de los peloteros retirados que encuentran como única salida la botella de bebida criminal que, a la larga, les provocara la muerte y sobran los ejemplos de estos casos lamentables como Braudilio Vinent, Fermín Lafitta-fallecido-, Raúl Reyes-fallecido-, Luis Giraldo Casanova, a quien rescataron de esa clase de suicidio, porque el régimen entendió, con la falacia y la hipocresía de siempre, que era una mala imagen que, acaso el mejor pelotero cubano que no jugo profesionalmente en los últimos 47 anos, se extinguiera de tan bárbara forma; entonces le permitieron ir a Colombia como entrenador y le pusieron a dirigir un equipo en la Serie Nacional.

Casanova no salto por su familia y nunca fue revolucionario, de hecho, nadie le vio retratado al lado del tirano como acostumbran hacer allá para perjudicar la imagen del pelotero, sobre todo en el exterior y con base principal en el exilio cubano de Miami.

Tal vez hoy Casanova se hubiera quedado para jugar profesionalmente; yo no lo dudo y, como el, muchos otros jugadores de grandes condiciones que quedaron rehenes de sí mismos y de la circunstancia, nunca podrán ser comparados con el resto previo al castrismo, porque, lamentablemente, no se probaron en el profesionalismo; pero, que nadie lo dude, en la medida que esos peloteros de condiciones soberbias perdieron la oportunidad de brillar con luz propia en el firmamento de las Grandes Ligas, el propio Béisbol Organizado acaso nunca sepa lo que se perdieron como elementos de clase e interés para semejante tipo de béisbol.

Una foto como la anterior, de los primeros días del experimento diabólico en 1959, confundió a todo el mundo fuera de Cuba y dio inicio a la leyenda del Castro pelotero; que ha llegado tan lejos como hacerle creer al publico que Joe Cambria lo considero un superprospecto; cuando la realidad fue que nunca sirvió para nada en el béisbol y su única preocupación ha sido debilitar este deporte a extremos ridículos en el país.

La foto de arriba ilustra perfectamente la evolución del personaje, ni decrepito quiere quedar fuera de su verdadero juego, el protagonismo maldito y pernicioso que ha liquidado casi el béisbol cubano.

Aroldis Chapman es un joven pitcher cubano de esos que aparecen de muy vez en cuando en cualquier país: alto, fibroso y con lanzamientos rectos que son balas, tan duros que, ocasionalmente, el radar marca las 100 m/h; entonces se esta en presencia de un serpentinero de los que acostumbran levantar en vilo a la concurrencia con lanzamientos silbantes en el mejor estilo de Nolan Ryan y Randy Johnson.

Si el cubano aprende lo que necesita saber un pitcher en esta pelota; si se aplica y conduce su vida con decencia y cuidado de su persona evadiendo la peligrosa tentación que la fama y el dinero produce en jugadores noveles; mayor aun en el que viene de Cuba y descubre un mundo fantástico de lujos y disfrutes que nunca antes conoció ni en sueños, Chapman no solo se convertiría en el eje de un staff de pitcheo notable en Cincinnati con posibilidades, con alguna ayuda, de serias aspiraciones al campeonato en su momento; sino que también entraría a formar parte de uno de los objetivos del negocio del entretenimiento americano: la atracción de taquilla; es decir, en esa clase de pelotero que son verdaderas maquinas de hacer dinero. Para el béisbol, un pitcher que tire duro casi siempre significa ponches contrarios, por lo tanto, dignos del mayor interés a través de la historia.

Sin embargo, la salida ilegal de los peloteros y boxeadores cubanos en los últimos tiempos esta cubierta siempre por la duda y la sospecha de si fue una decisión personal; o un envió con total responsabilidad de la dictadura en el asunto.

Hace algunos años el Depto. de Estado americano multo a los Yanquis de Nueva York en una suma no revelada por violación del Embargo ¿Cual podría haber sido ese delito político-económico de la gerencia neoyorquina; sino la firma de alguno de los jugadores cubanos que han estado en su plantilla en los últimos anos y se habla de José Contreras mayormente? Como todo en cuanto a las relaciones de Castro con los gobiernos americanos durante 50 anos, las cosas solo las conocen Castro y los americanos y todo es todo, incluyendo el deporte.

Teniendo en cuenta que la dictadura hace lo que sea por buscar cuatro pesos, nadie duda de que este movimiento de atletas hacia acá este manipulado desde el Consejo de Estado. Ya con Méjico existe un acuerdo que, según un periodista que escribió sobre la cesantía de Víctor Mesa por el Veracruz; se enviarían dos lanzadores como refuerzos importados al club y, como acostumbran a hacer con todos sus compromisos, la tiranía los violó.

Miami, FL., USA
06/01/2010

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