jueves, 24 de diciembre de 2009

RECORDANDO LA NOCHE BUENA EN CUBA


Sé que el día 24 de Diciembre, me voy a acordar de Cuba, como todos los cubanos que andamos regados por el mundo. Sé que me voy a trasladar a esa casita de la Vista Alegre donde la Nochebuena era alegre y familiar. En aquella mesa de blanquísimo mantel almidonado y planchado por mi madre, con la vajilla y las copas y los cubiertos de fiesta, dispuestos con tanto amor y tanto esmero por mi padre.

Me voy a acordar del olor del lechón que traían ya asado en su tártara de la dulcería de la Esquina de Toyos; del guanajo, del fricasé de guineos, de los frijoles negros y el arroz blanco, de la yuca con mojo y la ensalada de lechuga, tomates y rabanitos. Y de la parte preferida por mi hermana y por mí: la bandeja de turrones españoles y del país, con higos, dátiles, crema de tamarindo y almendra, todos artísticamente colocados por papá, y que de tan solo mirarlos se le hacía a uno la boca agua.

Y aunque aquí pueda poner una mesa igual, o tal vez más abundante, a aquella mesa de Nochebuena de mi niñez y de mi juventud en mi Habana querida, no es igual, no será nunca igual, porque nos falta ese calor de la familia, de los amigos y de la patria que dejamos atrás.

Hemos dejado esos recuerdos allá en nuestra isla pero siempre vienen a nuestra mente en estos días aunque a veces nos den tristeza. Es más, estoy segura que necesitamos recordarlos, para no marchitarnos y morirnos de nostalgia.

Hoy, en mi querida patria, todos serán recuerdos también por los que nos hemos ido; tristezas de no poder celebrar la Nochebuena con una mesa familiar llena de alegría y de abundancia. Hoy en mi Cuba querida todo será oscuridad y añoranzas de un tiempo mejor que nunca llegará.

Martha Pardiño
martha.pardino@dadeservice.com

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